Capítulo 15: "¿Reprobada?"

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Aquí continúa la narración de Kate:

—No te vayas, Jay —pedía en la puerta sosteniendo su brazo— Carol se ha llevado a Monic y deberás caminar mucho antes de encontrar un taxi.

—Ese no es problema.

—Vamos, Jay. ¿Quieres jugar? ¿Bolos o tenis? —le ofrecí mi mejor sonrisa con tal de que se quedara.

—Sabes que me encanta jugar contigo peque, pero...

—Listo, ya ahora lo enciendo —di un pequeño salto en puntillas para alcanzar su mejilla y depositar un beso en ella.

Corrí hacia el plasma que se encontraba en la pared frontal del salón principal y encendí todo para jugar un buen partido de bolos en el Wii tomé lo controles y le lancé uno a él quien ya estaba de pie frente al gran sofá y lo atrapó con audacia.

—Solo una partida, Kate —advirtió con su dedo índice en sus labios como si me estuviera tentando haciendo dirigir mi mirada a ellos.

—Lo que digas —sonreí manteniendo la mirada en aquellos labios que tanto me provocaban.

Y así, empezamos una partida con puntajes muy altos y a la par entre nosotros. No podía negar que es un gran jugador, por lo mismo, un excelente rival. Pero esta partida ya es mía, di mi último tiro haciendo que todos los pinos cayeran sin excepción alguna.

— ¡Sí! ¡Soy la mejor! ¡Toma esa Williams! —celebraba dando brincos por todo el lugar— ¡No me ganarás nunca! ¡Soy excelente!

De un momento a otro, mientras daba un salto, no caí en el suelo. Mi cuerpo quedó en el aire y sentí unos brazos fuertes rodeando mi cintura manteniéndome en lo alto.

— ¡Jay! ¡Bájame! —empecé a chillar y patalear como una niña pequeña.

— ¿A caso te da miedo, peque? —inquirió riendo pues sabía que sí. Sin previo aviso, tomó mi frágil y liviano cuerpo lanzándolo al aire y volviéndome a atrapar en ellos.

— ¡No! ¿¡Estás demente!? ¿¡Planeas matarme o qué!? —gritaba y el sonido de sus carcajadas estaba llamando a mi furia.

Volvió a repetir aquel acto homicida y no dejaba de reír, y aunque el miedo me invadía, me encantaba estar así, entre sus brazos, riendo, jugando, estando tan cerca y tan lejos a la vez. Mientras analizaba la situación mis gritos cesaron y una sonrisa apareció en mis labios. Me tiró por última vez y al caer me sostuve fuerte y se tambaleó.

— ¡Williams! —grité aterrada.

—Solo estoy jugando —reía sin parar.

— ¡No soy tu muñeca!

—Aún... —susurró.

—Bájame... ¡Ya! —volví a gritar pero de un momento a otro reaccioné a lo que había dicho el y un leve sonrojo ardía en mis mejillas.

— ¿En serio crees que te dejaría caer, pequeña? —se acercó a mí, a mis labios, y la voz empezaba a faltarme junto a la respiración.

No pude resistir más la tentación, me acerqué a él eliminando el pequeño espacio que nos separaba. Nuestros labios se unieron como si de dos piezas de un rompecabezas se trataran, ansiaba tanto el sentir nuevamente sus labios sobre los míos, conocer ese mundo lleno de sabores y experiencias, quería conocerlo a través de sus besos, descubrir sus más profundos secretos y canalizar su dolor. Quería ser su salvación, tanto como él era la mía.

Nuestros labios no dejaban de moverse, nuestras lenguas recorrían con fuerza y pasión cada rincón a conocer.

El me sostenía en sus brazos mientras yo reposaba en ellos, tenía un brazo en mi espalda y el otro por debajo de mis piernas. Yo al contrario, tenía el placer de poder acariciarlo a mi antojo, rodeaba su cuello, subía mis manos a su cabello jugando, jalando, enredando, lo tomaba del cuello de su camiseta acercándolo más a mí, como si eso fuera posible.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now