Capítulo 26: "Un no tan mal día"

488 43 10
                                    


¿Por qué demonios tenía que suceder esto? ¿Por qué este chico tuvo que abrazarme? ¿Y por qué carajos él tuvo que llegar al momento justo para presenciarlo?

Me separé de su cuerpo como acto reflejo y volteé para encontrarme con el rostro endurecido de Bruno.

—River —nombró con odio.

—Miller —usó el mismo tono.

—Manson —no pude evitar decir viéndome en medio de ellos dos. Aunque ninguno lo notó por estar matándose con la mirada.

De repente, me sentí intimidada, ambos eran capitanes de sus equipos y ahora jugaban en una partida que parecía no tener final, pero hoy no tuve un gran día para soportar una guerra de capitanes ó peor aún, una de niños.

— ¿Qué haces aquí Bruno? —pregunté cruzándome de brazos frente a él.

—No contestas mis llamadas, ni mensajes, tampoco las devuelves ni te comunicas, sólo venía a ver qué estuvieras bien y saludarte, pero veo que estas mejor de lo que creía, o quizá no. Nunca estarás bien con este tipo —me respondió pero no dejó de mirarlo al él.

—Te ofrezco una disculpa y agradezco el hecho de que te preocupes por mí, no era necesario que vengas, estoy como puedo y en eso, él no influye para nada —aclaré poniéndome en medio de los dos cuando me di cuenta que el chico quería acercarse más después de lo que dijo.

—Te dije que te alejaras de él —me dijo y esta vez si me miró.

—Han pasado cosas, y necesitaba que me trajera a casa, no es nadie —aclaré y sentí ambas miradas sobre mi—. Además, no debo rendirte cuentas ni alejarme de las personas que a ti se te antojen.

—No, no somos nada —dijo y se retiró a su auto.

—Bruno... —traté de detenerlo y di un paso pero al ver que no se detuvo me rendí tan fácil, no tenía porque perseguirlo, él no es nada mío, no debía darle explicaciones de algo que no pasó.

— ¿Sales con Miller? —me preguntó el chico a mis espaldas.

—No es algo que te importe —respondí mirando el deportivo rojo desaparecer—. Te doy gracias por haberme traído hasta aquí, pero no te metas en mi vida, puedes retirarte.

Caminé a mi puerta sin mirar atrás, sin dudas, este no era mi día.

—Adiós, chica —lo escuché gritar al momento de partir.

Entré a casa y un dolor agudo atravesó mi corazón, era como un alfiler haciendo pequeñísimos agujeros en varias partes, subí a mi habitación sin mirar nada a mí alrededor.

Al llegar cerré la puerta tras mí con seguro, me sentía débil, esa estúpida había conseguido que le golpeara para hacerse la víctima, nadie podrá sacarme de la cabeza que ella sabe de mí ó que está aquí para hacerme daño.

Di vueltas, tomé una ducha demasiado larga tratando de que mis problemas se fueran al alcantarillado con el agua, quedar limpia en cuerpo y alma, no sufrir nunca más.

¿Cuánto dolor somos capaces de soportar? ¿Cuántas lágrimas podemos derramar? ¿Cuántas veces podemos caer? ¿Vale la pena seguir levantándose aún cuando la vida se empeña en tirarte al suelo?

Sentía que mi vida era un continuo dolor, nunca saldría de ser Carl. Era una parte de mí, y siempre volvía a seguir destrozando mi vida.

Vestida con un pijama de vagabunda me tiré en mi cama con mi celular, revisé las llamadas pérdidas y efectivamente muchas eran de Bruno. Sus mensajes en Whatsapp consistían en preguntarme dónde y cómo estoy.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now