Capítulo 3: "¿Verdad o Reto?"

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La espera me está carcomiendo por dentro, aunque trato de verme relajada por fuera, y como siempre lo consigo. Esconder emociones y sentimientos con una barrera de chica mala a la que no le importa nada, es una de mis habilidades.
Estoy sentada enfrente del escritorio donde se encuentra la secretaria quien nos dijo que esperemos aquí sentados hace un poco más de diez minutos. Y ese fastidioso sonido del teclado, aumenta mis nervios. Jay se ve muy tranquilo, no sé si lo aparenta como yo o realmente está tan tranquilo.

Después de varios minutos más, la puerta de la oficina del director Miergan se abre dejando ver su regordeta y baja de estatura silueta salir por ella.

—Ingresen, jóvenes —dijo refiriéndose a nosotros y volvió a entrar.

Jay y yo lo seguimos y una vez adentro, sentí una gota de sudor frío que resbalaba por mi espalda haciéndome temblar de manera rápida. Dimos pasos seguros, o eso traté, hacia el escritorio donde había varios papeles y portafolios en un orden absoluto. Detrás de este, se encontraba Miergan, sentado en su cómoda silla de cuero, donde el espaldar de dicha silla lo rebasaba como por dos cabezas lo cual lo hacía algo cómico. Se acercó al escritorio rodando la silla, y apoyó sus codos en este, entrelazó sus dedos y con sus pulgares rascaba su espeso bigote. Nos miraba con un brillo de amenaza en sus ojos, yo sólo pude apartar la mirada con un bufido. No porque me intimidaba, pero no soportaba la idea de haber metido en serios problemas a Jay.

Decidí echar un vistazo a la oficina, no es la primera vez que estoy aquí pero era mejor que estar jugando cebollitas* con este tipo. Sin dudarlo el lugar era muy elegante, detrás del escritorio se encontraban libreros que llegaban desde el techo, hasta el suelo, repletos de libros y más portafolios. Las paredes laterales pintadas de un beige muy bajo, la pared de la izquierda llevaba varios diplomas y títulos a nombre de Steve Morgan y la pared de la derecha habían varios retratos de los diferentes eventos realizados en el colegio, los más importantes.

— ¿Se va a decidir y decir para qué nos llamó? —cuestionó Jay quien empezaba a impacientarse.

—Tranquilo, Williams —respondió Miergan algo frustrado— no he encontrado nada, así que no puedo sancionarlos.

—Listo, vámonos, gracias por la visita —dije mientras volteaba sobre mis talones y me dirigía a la puerta con Jay por detrás de mí.

— ¿Quién dijo que podían irse? —inquirió algo molesto.

— ¿¡Qué más se le ofrece, Miergan!? —grité sin pensarlo y al momento me doy cuenta de mi grave error. Pero realmente la tensión del ambiente era algo insoportable.

— ¡Já! ¡Detención! —dijo sonriendo— eso es una falta de respeto muy grave señorita, Manson. ¿Combinar mi apellido con una palabra de muy mal gusto? Eso es inaceptable —continuó hablando y yo empezaba a molestarme, el sólo firmaba un papel que de seguro era mi entrada a ese maldito lugar.

— ¿Pero qué le ocurre? ¡Usted lo único que quiere es tomársela contra mí! —solté de una vez.

—Cálmate... —susurró Jay a mi lado.

— ¿¡Qué me calme!? ¡Este viejo loco quiere mandarme a detención por nada! —lo señale con mi dedo anular y lo fulminé con la mirada queriendo aniquilarlo.

—Bueno, esos argumentos me sirven para aumentar su tiempo allí —contestó sonriendo.

—Bueno, ya párele ¿no? —trató de defenderme Jay.

— ¿Qué manera de hablarme es esa? ¡Detención! —dijo y yo solo pude imaginarlo como la Reina Roja de Alicia en el país de las maravillas y su típica frase de "¡Perderá la cabeza!".

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now