La Legión de los Olvidados [S...

By ClaudetteBezarius

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[EN LIBRERÍAS DE AMÉRICA LATINA Y DE ESPAÑA GRACIAS A NOVA CASA EDITORIAL] La lívida mano de una siniestra cr... More

Sinopsis
El Inicio, Parte I
Nahiara
Los Valaistu
Emil
Déneve
El Inicio, Parte II
Memorias evanescentes
Comienzan las revelaciones
Sherezade
Gemelos
Arrepentimiento
Esbozo del futuro
El Protector Keijukainen
Galatea
Rosas blancas
Obsequiando sufrimiento
Los Doce Páramos de la Destrucción
Tétricos sueños
La Alianza de Callirus
El Páramo de la Ira, Parte I
Los deseos de Kylmä
El Páramo de la Ira, Parte II
Tempestad
En lo profundo
Perturbadoras reminiscencias
El diamante rojo del Ave del Paraíso
Fragmentos
Tierra de plañidos
Nina
Al borde de la locura
Visiones
El beso de la muerte
Silenciado
Distante
Elecciones
Sydän de fuego
Bianca
El secreto de Fenrisulf
Conexión
Reencuentro
Preparativos para la batalla
El principio del fin
Vínculo prenatal
Cumplimiento de una profecía
Cadena de atentados
Unidos
Oscuridad
Epílogo
Hija de luz y oscuridad
Marcapáginas descargable
Librerías
Personas que tienen un ejemplar y lugares en donde está presente la novela

Vía de escape

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By ClaudetteBezarius

Cedric seguía dándole vueltas a las escasas posibilidades con las que contaba para liberarse de aquella deprimente celda a la cual lo habían confinado sin siquiera darle una explicación de las razones para la remoción de su derecho a la libertad. Aún si él lograse destrozar la gruesa puerta de acero que lo mantenía recluido en aquel diminuto calabozo, no tenía ni la más remota idea de cómo deshacerse de la fuerza invisible que lo obligaba a permanecer inmovilizado, siempre en posición horizontal. Estaba consciente de que batallar contra un poder que desconocía sería inútil. La Murániga le había dicho de manera clara que no debía desperdiciar sus limitadas energías en vano. Por lo tanto, decidió intentar algo que nunca se le hubiese ocurrido probar antes.

—Aunque esto no es algo que me complazca mucho llevar a cabo, quizás aún pueda comunicarme con Nina. Hace muchos siglos que no hablamos y ella seguro cree que estoy muerto, pero me parece que es la única persona que me podría dar algún tipo de ayuda en estos momentos —murmuró para sí el Taikurime.

Respiró hondo un par de veces y se concentró en la imagen de su prometida, al tiempo que frotaba la piedrecilla de jaspe rojizo de su sortija con la punta de su dedo índice izquierdo. Para su buena fortuna, la joya comenzó a resplandecer. Una imagen vaporosa de la bella Orankel apareció frente a los ojos del príncipe.

—¡Oh, por todas las hadas del bosque y las ninfas del atardecer! ¡Eres tú, mi Cedric! ¡Este es el día más feliz de mi vida! ¡Por fin vuelvo a ver tu hermoso rostro! ¿Estás bien, mi amor? —clamó ella, mientras le bajaban gruesas lágrimas por sus perladas mejillas.

—Sí, estoy bien, no te preocupes. Lo único malo que me ha sucedido es que estoy preso. Necesito que me ayudes a salir de aquí, por favor —respondió él, con un tono de voz que no ocultaba su indiferencia.

—¿¡Prisionero!? Pero, ¿por qué? ¿En dónde te están reteniendo?

—Es una larga historia que con gusto te contaré después. Por ahora, es urgente que me saques. ¿Podrás hacer algo, aunque estés en la Tierra?

—Siempre hay algo que las Orankel podemos hacer. Voy a ir en busca de alguna de las Linvetsi. Estoy segura de que ellas estarán gustosas de fabricar una de sus famosas "Aves Argénteas" para ti. Será sencillo para ellas hacértela llegar tan pronto como la tengan lista.

—¿Las Linvetsi? ¿Te refieres las Náyades Purificadoras? Pensé que su estirpe se había extinguido cuando Raki falleció.

—Eso es lo que le hicieron pensar a la gran mayoría de los seres terrestres. Decidieron encubrir su identidad y sus poderes con el objetivo de protegerse de la Legión de los Olvidados. Algunas de ellas se sacrificaron y se convirtieron en humanas. De esa manera, sus habilidades pueden quedarse dormidas por completo y no las despiertan a menos que sea necesario, ya sea para la supervivencia de su especie o para el bienestar del planeta.

—Y si están escondidas, ¿cómo harás para encontrarlas?

—Todos los entes encargados del cuidado de la Tierra tenemos una conexión especial. Podemos reconocernos con facilidad. Incluso mientras hablamos, puedo sentir la presencia de una niña Linvetsi en la zona central del continente que tengo a mi cargo. Ya que no tengo permitido descender todavía, enviaré a mi mensajera de confianza para que hable con la chica y le pida que nos ayude. Tú sólo ten un poco de paciencia, amor mío. Muy pronto estaremos juntos de nuevo.

—De acuerdo, Nina. Confío en ti. Volveré a contactarte mañana a esta misma hora, dado que no es seguro que sigamos hablando por tanto tiempo. Podrían descubrirme y castigarme.

—¡Ah, tienes razón! Lo último que querría es meterte en problemas. Entonces, me despido ya. ¡Hasta pronto, mi amor!

—¡Adiós! Muchas gracias por todo lo que haces. ¡Nos vemos!

Tras cerrar el portal de comunicación con la dama, Cedric sintió una gran presión sobre su corazón. Se sentía culpable por no confesarle a Nina que nunca la había amado. También lo atormentaba mucho el haberle escondido a Dahlia el hecho de que estaba comprometido. Pero ahora no era el tiempo ni el lugar para desgastarse la mente pensando en ello. Tenía que ahorrar fuerzas para usarlas cuando saliera de allí. Su adorada rubia necesitaría de él con sus capacidades físicas y mentales al máximo, así que decidió cerrar sus ojos e intentar dormir un poco...

Bianca continuaba reposando sobre la mullida cama de su habitación. Todavía la envolvía un estado de gran éxtasis tras haber experimentado un emocionante reencuentro onírico con aquel amable chico tan apuesto. No podía creer que había logrado verlo de nuevo. Estaba un tanto desilusionada por no haber sido capaz de conocer su nombre ni de decirle el de ella, pero eso no le restaba ni un ápice de esperanza. "Sé que él no se va a olvidar de mí. Vendrá a buscarme, estoy segura de eso", farfullaba la ilusionada chica. Mientras ella seguía fantaseando con Milo, unos suaves golpecitos en el vidrio de su ventana la sobresaltaron.

—¿¡Quién anda ahí!? Si no se identifica rápido, llamaré a la policía —espetó nerviosa, con la voz trémula.

Una cerúlea figurilla humanoide de alborotada melena rosa, con una estatura que no sobrepasada los cincuenta centímetros, se abrió paso hasta llegar al borde de la cama en donde la muchacha yacía acostada. Sus romboidales ojos escarlata la miraban sin parpadear, llenos de apacibilidad.

—No temas, pequeña Linvetsi. Vengo de parte de una de las cinco gloriosas Orankel, la magnificente Nina. Ella te solicita que la honres con tus servicios —afirmó la extraña mensajera.

—No entiendo nada de lo que está diciéndome. Y mi nombre no es Linvetsi.

—¡Oh, discúlpame! Había olvidado que no te ha sido revelada tu verdadera naturaleza. Permíteme aclararte mis palabras... Tu difunta madre formaba parte de una raza muy especial, las Linvetsi. En la antigüedad, estas mujeres se encargaban de limpiar a la Tierra y a todos sus habitantes de las impurezas físicas y espirituales. Hoy en día, ellas se han visto obligadas a permanecer ocultas entre los humanos, debido a que existe un grupo de malvados seres que las están buscando para asesinarlas. Tanto tú como las restantes doncellas de tu especie poseen un poderoso sello de camuflaje que no puede ser roto a menos que la portadora decida deshacerlo de manera voluntaria. Eso es lo que te ha mantenido a salvo hasta este día.

Bianca abría y cerraba la boca una y otra vez, pero todas las frases que se le venían a la cabeza se le quedaron atascadas en lo más profundo de su garganta. De no ser por la secuencia de experiencias sobrenaturales que se habían estado dando unos cuantos días atrás, ella jamás hubiese creído en nada de lo que la emisaria de Nina le estaba explicando.

—Comprendo tu sorpresa ante las importantes noticias que acabo de darte. Te daría tiempo para asimilarlas, pero por desgracia no podemos desperdiciar ni un solo segundo más. Hay un joven príncipe cuya vida depende de que lo ayudes.

Aunque todavía se le dificultaba articular las palabras, Bianca hizo un esfuerzo para formular unas cuantas preguntas, dado que su curiosidad era más grande que su temor.

—¿Un príncipe? ¿De qué país es él? En estos tiempos ya casi no hay príncipes. ¿Y qué podría hacer yo para ayudarlo?

—Este príncipe no habita en la Tierra. Y créeme, eres la única que puede hacer algo por él.

—¿Cómo voy a poder socorrerlo, si él ni siquiera está dentro de este planeta?

—Eso no es un obstáculo para tus poderes. Es más, ya has utilizado tus habilidades.

—¿Y cuándo he hecho tal cosa? Ni siquiera me di cuenta de ello.

—Le enviaste un Ave Argéntea a una jovencita llamada Dahlia, quien también se encuentra en territorios extraterrestres.

—¿Dahlia? Ese es el nombre de la hermana del muchacho que he estado viendo en mis sueños.

—¿Has visto al Protector Keijukainen en el plano onírico? ¡Qué increíble coincidencia!

—¿Lo conoce usted? ¿Sabe cuál es su nombre?

—¡Claro que lo conozco! El chico se llama Milo. Mi señora está muy agradecida con él y con su gemela, puesto que ellos han ayudado al príncipe que te he estado mencionando, el cual es su prometido.

La enorme sonrisa que se dibujó en el rostro de la chiquilla dejaba a la vista hasta la última de sus muelas. "¡Ya sé cómo se llama! ¡Él sí existe! Milo... ¡qué hermoso nombre! Sabía que no debía perder la esperanza" cavilaba ella en la privacidad de su mente. No obstante, al hallarse en presencia de una desconocida, prefirió disimular su alegría y guardársela para después, cuando estuviese a solas. Se aclaró la garganta y retomó la expresión de seriedad que tenía antes.

—Ya veo... Pero entonces, ¿de qué manera voy a repetir algo que hice sin percatarme de que lo estaba haciendo?

—¿En qué estabas pensando antes de iniciar el proceso de fabricación del Ave Argéntea? Puede que eso te ayude a lograrlo de nuevo.

—No estoy segura de si lo que voy a decir sea correcto, pero creo que no fueron mis pensamientos sino mis sentimientos los que despertaron ese raro poder que usted dice que tengo.

—Puede que tengas algo de razón. Y bueno, dime, ¿qué sentías?

—Sentía un inmenso vacío en el pecho, una angustia que no se calmaba. Era como si los sentimientos de alguien que estaba en graves problemas hubiesen llegado a mí. No sé cómo explicarlo.

—Me parece que estás en lo correcto, pequeña. No me cabe duda de que Dahlia debe estar pasando por situaciones muy difíciles ahora mismo.

—¿Pero de qué manera pude sentir lo que ella siente? Ni siquiera la conozco.

—De seguro existe un vínculo entre ustedes, aunque aún no comprendan del todo cuál es.

—Partiendo de que sea cierto que estoy vinculada de alguna manera con Dahlia y que por eso pude ayudarla, ¿de qué manera ayudaré al príncipe? No creo que él también esté vinculado conmigo.

—Contigo, tal vez no, pero con Dahlia sí lo está. Si lo ayudas a él, la ayudas a ella.

—Sigo sin comprender cómo voy a hacer semejante cosa...

—Podrías intentar conectarte con el Ave Argéntea que ya has enviado allá. Las Linvetsi tienen el don de hablar con sus creaciones.

Bianca frunció el ceño y bajó la mirada. La situación era demasiado complicada para alguien tan inexperta en la vida como lo era ella. Se mordió el labio inferior y se quedó pensativa por un largo rato. Por más vueltas que le daba al asunto, no podía encontrar la respuesta que la mensajera deseaba escuchar.

—Sé que esto no es nada fácil para ti, pequeña. Por eso, te traje un obsequio de mi señora que contribuirá a potenciar tus poderes innatos.

La azulada emisaria tomó un frasquito ovalado que portaba en el interior de una bolsa de cuero, la cual estaba atada con un cordel negro y colgaba de su cuello.

—Este recipiente contiene una potente infusión para aclarar los pensamientos y enfocarse de lleno en un objetivo determinado. Si la bebes, podrás conectarte con tu Ave y decirle que actúe conforme a tus deseos.

La chica miró hacia la incolora pócima con cierto recelo. "¿Será una trampa? ¿Qué pasa si todo esto se trata de una farsa?" pensaba ella. Nada le aseguraba que estaría bien después de ingerir esa sustancia desconocida.

—Noto que tienes reparos en cuanto a este brebaje. No te preocupes. No posee ninguna clase de efectos secundarios dañinos. Milo ya lo ha utilizado dos veces y le ha sido de enorme utilidad.

—¿De veras? Eso quiere decir que usted no sólo lo conoce, sino que además sabe cómo encontrarlo...

—En efecto, mi niña. Puedo traértelo luego, si así lo deseas. Pero primero necesitamos que ayudes a Cedric, ¿de acuerdo?

Aquella declaración terminó por disipar hasta la última gota de inseguridad que la jovencita sentía. La posibilidad real de encontrarse con Milo la convenció de acceder a la petición de la mensajera.

—Está bien. Haré lo que me has solicitado. Solo pongo una condición para ello... Por favor, prométeme que me llevarás con Milo justo después de que cumpla con esto.

—¡Claro que sí! Será un placer realizar tus deseos.

—Entonces, ¡trato hecho!

La muchacha esbozó una tímida sonrisa y extendió la mano para que el frasco le fuese entregado. La asistente de Nina se lo cedió de manera casi instantánea. Ella se quedó contemplándolo por unos cuantos segundos, respiró hondo y se tragó el contenido completo de golpe. Un fuerte escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Tras dos minutos, la chica ya se encontraba bajo los efectos de la poción...

Bianca abrió los ojos en medio de un mar de tinieblas. La negregura y la pesadez del entorno le causaban una creciente sensación de aprisionamiento y sofoco. Por un momento, estuvo tan acalorada que quiso ponerse a gritar de la desesperación. Odiaba los espacios oscuros y cerrados, por lo que su respiración comenzó a agitarse. Sin embargo, un punto plateado resplandeciente en la distancia la hizo encontrar de nuevo la calma. Una especie de pajarillo metálico, el cual descansaba sobre el lomo de una chica de cabello dorado, volteó sus diamantados orbes redondeados hacia ella.

—Estoy a sus órdenes, señora mía —declaró el Ave Argéntea, muy solemne.

—Deseo que vayas a buscar al príncipe Cedric y hagas todo lo que sea necesario para liberarlo de la prisión en que se encuentra. Después de eso, puedes regresar a este lugar y seguir apoyando a Dahlia —anunció la chiquilla, un tanto cohibida.

—Como usted lo quiera, mi señora. ¡Así será!

Acto seguido, una tenue nube multicolor envolvió a la alada criatura. Su figura fue diluyéndose poco a poco hasta que desapareció por completo. Bianca sintió un leve golpeteo sobre la frente que la obligó a cerrar sus ojos. Momentos después, despertó de su trance, estando tendida sobre la cama de su habitación...

El Taikurime estuvo a punto de intentar asestarle un golpe a la voluta grisácea que se formó frente a su rostro. No se esperaba que la respuesta de Nina hubiese llegado tan pronto, por lo cual se llevó un gran susto ante el despliegue de cegadora luminosidad que emanaba de aquel ente.

—Por favor, no temas. Permíteme guiarte a la libertad. Cuanto más pronto salgamos de aquí, mejor será para Dahlia.

—Daría cualquier cosa por ella, así que haz lo que sea que tengas que hacer conmigo.

El Ave Argéntea se pegó a la boca del príncipe y le insufló un fino polvo cristalino a través de esta. La garganta de Cedric se hinchó, lo cual le dificultaba tanto tragar como respirar. No obstante, hizo un esfuerzo para no entrar en pánico y permaneció inmóvil durante todo el proceso. Empezó a perder sensibilidad en varias zonas de su cuerpo al tiempo que su visión se volvía borrosa. Sentía como si sus piernas se estuviesen desintegrando. El mareo y las náuseas eran insoportables. Para colmo de males, un intenso dolor en su cabeza lo hizo retorcerse y perder la consciencia por unos instantes. Cuando abrió sus ojos de nuevo, se encontraba de pie en un sitio distinto. Estaba colocado justo detrás de la silueta de la joven Woodgate...

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