Recién Cazados © (Borrador de...

By R1Aguirre

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Sinopsis
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Flashback
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Epílogo
Librerías
♥IMPORTANTE♥

Parte 17

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By R1Aguirre

David.

Me quedo ahí estático por unos segundos y ella también, el celular que sostenía la pelirroja en sus manos ahora está en el suelo y de inmediato recompone su postura cuando Camilo se lo entrega nuevamente.

—Lo siento —dice con una risa nerviosa, vuelve sus ojos a mí con una sonrisa extremadamente fingida —¿Cómo está señor Schmitt? —por un momento no sé qué hacer ni qué decir, ni cómo actuar o si finjo muerte.

—Bien, señora Spencer. Un placer verla por acá —intento sonar profesional cuando en realidad quiero tirarme de un acantilado.

—¿Ustedes se conocen? —habla Camilo con su entrecejo levemente fruncido, uno de sus brazos está alrededor de la cintura de Andi y el otro dentro de su bolsillo.

—Así es, el señor Schmitt es... —aclara su garganta —es mi jefe.

Dios, te ruego que sea su hermana, prima, amiga, amante, lo que sea... pero no...

—Entonces... ¿Es él quién asegurabas que era gay?

La madre que la parió.

Andi golpea el codo de Camilo quién suelta una leve risa y yo con mi rostro sin mostrar algún tipo de expresión los miro a los dos. Camilo lleva su mirada a mis ojos y cambia su gesto al ver el mío —estoy bromeando —dice, golpeando suavemente mi hombro con una sonrisa.

¿Desde cuándo tú y yo nos damos bromas, Jackie Chan?

—¿Ella es tu esposa? —la voz de Natalie a la par mía interrumpe la dichosa plática, ella me rodea por la cintura con uno de sus brazos mientras Camilo asiente con una sonrisa.

En estos momentos deseara tener la velocidad del maldito de Flash para desaparecer en segundos.

—Cariño, ella es Natalie. Por cierto, también trabaja en la revista Anderson —Natalie frunce su entrecejo y esboza una amplia sonrisa a Andi, para luego estrechar su mano hacia ella.

Por favor, que no lo recuerde.

—Ella es la esposa del señor Schmitt —habla nuevamente la tortuga ninja —te dije que era casada, no tienes de qué preocuparte.

¿Preocuparse? Casi me río con sorna, pero mejor me quedo callado.

—Es un placer conocerte —dice Natalie, Andi con una de sus sonrisas más falsas le responde de la misma manera —y puedo asegurarte que este muchacho no es gay —dice, golpeando mi pecho con la palma de su mano.

Muchacho...

Con mi ceño fruncido me vuelvo a ella y se acerca a mis labios para depositar un beso en ellos, sus suaves, tibios y húmedos labios se pasean por los míos con una extrema delicadeza que por unos segundos no sé cómo reaccionar, rápidamente doy órdenes a mi cerebro de despertar y mis labios se acoplan a los suyos.

Ella se separa de mí y por un momento aún de desorientación siento como mis labios extrañan el calor de los suyos.

Ahora estoy comprendiendo mejor el porqué me casé.

Y por muchas otras cosas.

Esboza una amplia sonrisa y se vuelve a las dos personas que están de pie en frente un tanto incómodos pero no me da tiempo de analizar sus facciones, mi cerebro aún está procesando ese beso.

—Y... yo —balbuceo y aclaro mi garganta —iré a cambiarme —Natalie me extiende su bolso, ni siquiera fui tan caballeroso como para cargarlo yo. Ella dijo que llevaría mi ropa con la de ella pero yo me limité a comer y ni siquiera subí a cambiarme.

Entro al baño y por un momento no sé donde estoy, ni quién soy, ni que hago en este mundo, maldita Constanza y esos besos que provienen de esa linda boca, junto a esa linda nariz que está cerca de esos lindos ojos que van pegados a esa linda cabeza que forma parte de ese lindo cuerpo...

David cálmate.

Abro la llave del lavamanos y observo el agua caer antes de dejar verter un poco en mis manos para mojar mi rostro, cuando unos pasos detrás de mí llaman mi atención, de inmediato doy la vuelta y mi cara de decepción es más que notable al ver a Andi frente a mí de brazos cruzados.

—¿Qué haces aquí? —cuestiona de inmediato.

—La correcta pregunta es... ¿Qué haces tú aquí? —ironizo, tomando una toalla y pasándola por mi rostro —por favor, vete.

—No se te ocurra decir nada de esto, entendido, porque si no te juro que...

—¿Qué cosa? —la interrumpo —¿Le dirás a mi esposa? Porque yo también le puedo decir al tuyo y déjame decirte que tú si tienes las de perder. Punto uno, me dijiste que estaba fuera del país y Camilo me fue asignado hace cuatro meses por lo cual sé que no ha estado fuera del país en este tiempo; punto dos, me dijiste que estabas en planes de divorcio, yo no veo planes de divorcio.

—Estamos yendo a charlas matrimoniales y más te vale que tú no quieras interferir.

—¿Qué? —suelto de inmediato con una estruendosa risa sarcástica —tú no interfieras en mi matrimonio, ahora que ya conoces a mi esposa ¿Qué te hace pensar que quiero algo contigo?

—Eres un idiota.

—Y yo no diré lo que pienso de ti, ahora vete que no quiero problemas —tomo su brazo y ella de manera brusca se suelta de mi agarre, sale a grandes zancadas y cierra de un portazo.

Suspiro, esto será mi tortura.

Salgo del vestidor y a la primera que mis ojos enfocan es a Constanza quién de inmediato lleva la vista hacia otro lugar y ese otro lugar es Camilo el casado sin camisa, tiene un tatuaje en su espalda de algo que parece un dragón y parece estarle explicando a Natalie por los gestos que hace con sus manos mientras Natalie mira ese tatuaje.

No es la gran cosa.

Doy gracias al cielo y a todos los seres divinos que se supone que hay en él, Andi no está por ningún lado.

Cuando ya toda esta tortura ha terminado camino hacia el exterior y recostando mi espalda en la pared esperando a Natalie, ella sale acomodando su abrigo, sólo me mira esbozando una sonrisa.

—¿Vamos a McDonalds? —dice, emprendiendo su camino —podemos pedirla para llevar y comer en casa mientras vemos El diario de Noah —la escucho, camino tras ella y llegamos hasta su auto.

—Bien —me limito a decir. Me acerco y tomo su bolso a lo que ella mira frunciendo su entrecejo —voy a ayudarte con esto.

—Yo puedo —dice, y no lo suelta.

Luego se quejan que uno no es caballeroso.

Mi celular suena en ese momento y lo saco de mi bolsillo esperando cualquier cosa de Andi, sin embargo, llama mi atención el número desconocido, el mismo que me había llamado el otro día. Cuelgo la llamada de inmediato, al levantar la mirada me encuentro con los ojos de Natalie escudriñándome con intriga.

—¿Era Andi? —pregunta, viendo mi celular ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cómo es qué? Abre la puerta de su auto. Pero ahí me percato que ella no sabe que la esposa de Camilo se llama Andi, ni que esa Andi sea la misma Andi —te molesta tanto que hable con Camilo y tú te acuestas con su esposa.

Estoy muerto.

—Q... que... n... no... ella no es —balbuceo.

—Alex me lo acaba de confirmar —abre la puerta del auto y entra sin esperar mi respuesta.

Maldita Alex.

Me subo del lado del copiloto y tomo una calada de aire por frustración.

—Te juro que yo no sabía que su esposo era Camilo —suelto luego de un suspiro, ella con indiferencia ingresa la llave del auto en el lugar correspondiente y se gira levemente hacia mí.

—Aunque no supieras... no es correcto David. No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti.

Por un largo rato me queda viendo a los ojos, luego de eso el motor del auto ruge en lo que Camilo el casado pasa en frente, Natalie toca el claxon mientras él eleva su mano a modo de saludo hasta llegar a su auto, un auto que vi muchas veces estacionado frente a la empresa esperando a Andi, pero nunca me interesó tanto saber más de ella.

—Sabes que es lo peor —dice, captando mi atención —que he juzgado mal a Camilo.

Ay por Dios.

—Ya dejemos ese tema a un lado.

—Tu seguirás acostándote con ella y él seguirá de estúpido amarrando los cordones de sus zapatos.

—¿Qué? —ella pone en marcha el auto y suspira.

—Que es buen esposo. Él amarra los cordones de sus zapatos cuando ella lo necesita. ¿No has visto como la atiende?. Esa mujer no es zorra... es lo siguiente.

Frunzo mi entrecejo, no contesto... no sé qué contestar, me dejo caer en el espaldar del asiento, sólo espero llegar a casa, beber cerveza y dormir.

—¿Y que es para ti ser buen esposo? —interrogo, viéndola fijamente. No sé, tal vez pueda intentarlo.

—Alguien que se preocupe por ti, David. Que si te falta agua en tu botella él vaya por ella, que abra la puerta del auto para que subas, que sepa tu comida favorita y haga el posible intento por preparártela.

—Sabes qué... —la interrumpo un poco frustrado —yo ya he hecho todo eso y me dejaron por un tipo con dinero. Te pregunto ¿Valió la pena?

—David depende la persona, juzgando por tu superficialidad si te buscaste una mujer como Andi es muy probable que se vaya con alguien con más dinero —espeta, poniendo la mirada en mí por unos segundos y volviéndola a la carretera casi en instantes.

—No Natalie, soy superficial porque me di cuenta que no importa en lo que te fijes, si te van a engañar, te engañan sean atractivas o no lo sean.

Ella no dice nada, lo que es genial porque no quiero dar más explicaciones sobre ese tema, me concentro en las calles húmedas cuando suena mi celular nuevamente y esta vez es un mensaje, ahora si es Andi con una de esas sus fotos en ropa interior.

Ya me está poniendo harto. Maldigo el día que la defendí para que Anderson no la sacara de la empresa.

El resto del camino es silencioso, vamos por la comida rápida y luego a casa sin mediar palabra, el celular de Natalie suena y de inmediato esboza una sonrisa en lo que comienza a teclear antes de bajar del auto.

—¿Puedes creer que el abdomen de Camilo esté marcado y ni siquiera haga abdominales? —continúa tecleando en su celular, así que puedo asegurar con quién está hablando.

—Lo único marcado que le vi fue la goma de sus calzoncillos —digo, bajándome del auto y cerrando de un portazo.

Ahora tendrá la excusa perfecta para ver a la tortuga ninja.

Escucho que suelta una carcajada pero no presto atención, continúo mi camino hacia mi casa para poder irme a recostar a mi cama y olvidar la mierda de día que ha sido hoy.

Me abro paso hasta mi habitación luego de tomar una cerveza del refrigerador, llego a la puerta y enciendo la luz para buscar algo que ponerme. Pero... de inmediato mis ojos perciben algo extraño en mi habitación... algo, que antes no estaba y ahora sí, algo...

Miro alrededor...

No puede ser verdad.

—¡Natalie! —espeto, mientras sigo observando lo que me rodea, estoy conteniendo las ganas de tirar todo por la ventana. Escucho sus pasos entrar a la habitación por lo cual giro hacia ella con mi mano apoyada sobre mi frente —¿Porqué pintaste MI CUARTO?

—Tú me dijiste que hiciera lo que quisiera.

Respiro profundo para no perder la calma, sin embargo, siento que no puedo.

—Pero no especificaste que pintarlo de fucsia era lo que querías hacer.

—David, sólo es una pared, además tengo una idea...

—¡NO! —espeto enfurecido —esta es la última vez que tocas algo de mi casa, yo no quiero despertar sintiéndome todos los días como una princesa, tampoco vivo con una niña de ocho años.

—David, no juzgues... no me has dejado explicarte...

—¡Y no quiero escucharte! —me he dado cuenta que he levantado la voz pero en estos momentos me vale una mierda —tengo suficiente ya con todos los cambios que estás haciendo en mi vida para que ahora vengas a pintar mi cuarto de ese puto color de niña mimada...

—Pero es que...

—No —comienzo a sacar ropa de mi guardarropa porque no me pienso quedar a dormir aquí —mañana mismo te doy a amueblar uno de los otros cuartos y en ese haz lo que quieras, pero en el mío NO —saco una maleta para guardar mi ropa, esto es el colmo, yo mismo saliendo de mi casa.

—Sabes qué... jódete —ahora si tiene mi atención, levanto la mirada hacia ella quién toma su bolso y camina hacia la puerta cerrando de un portazo.

Maldita sea, me siento sobre el borde de mi cama con mis codos sobre mis rodillas y llevo mi cabeza a mis manos para intentar calmar mi interior, pero al levantar la mirada lo primero que mis ojos enfocan es la jodida pared fucsia y me dan ganas de lanzarme por la ventana. Lo último que escucho es el motor del auto de Natalie y agradezco interiormente no tener que verla.





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En mi Instagram: r1aguirre encuentran un test que se llama "¿Qué tan David eres?". Está entre mis historias destacadas con el nombre de "Test". Mi perfil es público, así que pueden participar tomándole una captura de pantalla a la plantilla y enviarme el resultado ya sea etiquetándome en una historia o dejándome un mensaje privado, yo les envío la plantilla para saber qué tan David son, jajaja. Espero se animen, los espero por allá.

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