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By ZelaBrambille

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"Novela publicada por Nova Casa Editorial, disponible en librerías de España y América Latina. COMPLETA EN WA... More

Miradas azucaradas
MIRADAS AZUCARADAS EN FÍSICO
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Personajes
Prefacio
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Extra
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Extra
Capítulo 31
Extra | Jasmine
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Extra | Hannah
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Epílogo
Extra

Capítulo 16

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By ZelaBrambille



Abrocho las agujetas sentado en la banca de los vestidores. Respiro profundo para mentalizarme, es una rutina que hago para relajar los nervios.

Un rechinido se escucha, unos pasos traquetean. Pronto levanto la cabeza para ver qué mujer se ha atrevido a entrar. Hannah camina con pasos firmes y me sonríe con suficiencia, así que hago lo mismo. Se sienta a mi lado y acomoda su falda larga de color negro que combina con la playera del equipo. Yo se la regalé.

—¿Ya estás listo para correr? —pregunta.

La verdad es que no, creo que jamás estaré listo, pero no me atrevo a decírselo porque dirá que es mi obligación y suficiente tengo con mis padres.

—Listo —respondo antes de seguir acomodando mis zapatillas.

—Natalie está afuera. —Su nombre hace que la mire. Me observa con los ojos bien abiertos, quizá porque mi ceño está fruncido—. Es muy linda.

No es linda, es lo que le sigue. Y es divertida, hace cosas geniales, es un respiro entre tanta presión. Este último año será difícil, más porque papá espera que vaya a la mejor universidad y estudie medicina sin importar si es lo que yo quiero. Odio la sangre. Ella hace que olvide todo y me concentre en el momento.

—Lo es —digo, seco.

No sé por qué me siento incómodo hablando con Han de Nat, a pesar de que hemos hablado de muchas cosas. No quiero que nadie se meta, mucho menos ella, y menos aún sabiendo que a Nat no le agrada demasiado.

—¿Están saliendo? ¿Tus padres ya lo saben? —Aprieto la mandíbula porque ese pensamiento me enfurece. No tengo idea si mi familia busca lo mejor para mí, pero puedo asegurar que a mi padre no le agradará Nat aunque sea la chica más increíble que haya conocido.

Adiós, momento de tranquilidad pre carrera.

—Salimos y no, no lo saben, no tienen por qué saberlo. —Me pongo de pie de un salto.

Me atrevo a mirarla por un corto instante. Es tan linda con sus caireles rubios y sus labios rosas, es demasiado pálida y sus ojos azules siempre me parecieron como un cielo lleno de nubes. Debo dejar de pensar en eso.

—Bueno... —Suspira con pesadez y se pone sobre sus pies—. Quería desearte buena suerte antes de que todos quieran tener un poco de ti.

—Gracias —digo.

—De acuerdo, entonces me voy. —Se queda quieta unos segundos como si estuviera esperando algo, no digo nada, se tambalea un tanto nerviosa.

Hay un aire extraño entre los dos, uno que antes no estaba ahí y que me entristece, creí que éramos amigos, sin embargo, sus acciones me han demostrado que soy más como un acompañante, que la venda haya caído duele. Por otra parte, siento que es mejor así aunque no lo entiendo del todo.

La veo girarse con pasos apretados y salir del sitio sin voltear. Suelto un respiro que estaba reteniendo y salgo minutos después.

La pista está formada por seis calles que ya están siendo ocupadas por los atletas concursantes. Veo a mis compañeros esperándome en mi puesto con los uniformes. Yo corro las libres y ellos las de obstáculos, así que estoy solo hoy.

Me reciben con asentimientos y golpes en el hombro, me desean suerte y se van a la banca. Escucho cómo mi escuela celebra y cómo gritan. Quiero voltear y comprobar que Natalie esté aquí, pero sé que papá está en alguna parte y no le agradará que me distraiga.

Me sacudo y caliento los músculos. Tú puedes, Shawn, solo es una más.

Soy el número cuatro. Miro al frente, no despego la vista de mi calle. Me pongo de cuclillas y coloco los pies en posición. Agacho la cabeza, se escucha el primer sonido, enderezo las piernas dejando al aire mi cadera. El tronido resuena indicando el inicio, empiezo a correr. No me fijo en los otros, solo me concentro en recorrer los cien metros.

Corro, pensando en que al final Natalie y yo tendremos una cita, entre más rápido termine, más pronto podré ir con ella. Encuentro la meta con la vista y la paso. No me detengo, sigo corriendo para disminuir la velocidad. Segundo lugar.

Los asistentes gritan, yo solo veo a un hombre que quiere reunirnos en el centro donde están colocados los escalones. Subimos los tres primeros lugares y nos dan las medallas. No debería sentirme bien con la de plata, extrañamente es así.

Veo a la gente llenar la pista, muchos me felicitan, no obstante, a quien quiero encontrar es a cierta rubia. Y lo hago, la encuentro caminando junto a Jasmine. Mis pies se dirigen automáticamente hacia ella, quien todavía no se ha percatado de que estoy observándola.

Me detengo solo para que se tropiece conmigo. Se estampa y pierde el equilibrio, así que rodeo su diminuta cintura. Parpadea unas cuantas veces para enfocarme, esboza una sonrisa deslumbrante y me abraza con emoción. Soy un maldito río de sudor, no quiero ensuciarla, pero tampoco soltarla.

—¡Felicidades! Fue increíble, parecías un proyectil. —Suelto una risita por su comparación y me echo hacia atrás para mirar su rostro.

—Fui segundo lugar —murmuro. Su cabeza se ladea como si estuviera analizándome.

—¿Y? La diferencia fue mínima, yo creo que nunca había visto que corrieras tan rápido. —Una sonrisa se forma en mis labios al comprender sus palabras. Alzo una ceja con picardía.

—Así que me observabas desde antes. —Sus labios forman un círculo y sus mejillas enrojecen. Abre la boca, sin embargo, una voz que conozco muy bien la interrumpe.

—Shawn. —Aprieto los dientes al escuchar a mi padre.

Sin más remedio suelto a Nat, no la alejo, solo lo enfrento. Su expresión no me dice mucho, o tal vez sí, no es como si sonriera a menudo por mis logros; pero definitivamente no le gustó mi segundo lugar. Le da una mirada airada a Natalie que me enfurece, más cuando siento que se encoge a mi lado.

—¿Podrías dejarme a solas con mi hijo, niña? —¿Por qué tiene que ser así? Me gustaría que me abrazara y me felicitara como los padres del chico que ganó el tercer puesto.

—Lo siento, papá, ahorita no tengo tiempo para discutir contigo sobre mis segundos de retraso en la carrera. Es absurdo, estoy cansado, hambriento e iré con mi chica a otro lado. —La rabia en mi voz es palpable. Me observa con confusión pues nunca he hecho algo parecido.

Tomo el codo de Nat y la obligo a seguirme antes de que mi padre diga alguna cosa que me avergüence. Me dirijo a los vestidores con una rubia enmudecida, la miro por encima de mi hombro. Me da un poco de gracia ver su rostro, luce como niña que acaba de ver su juguete favorito.

Justo antes de pasar el umbral, se detiene.

—Es el vestidor de hombres. —Alzo una ceja pues no comprendo qué quiere decir—. No quiero ver torsos desnudos y chicos sensuales en toalla, paso, es demasiada tortura.

Una punzada en mi pecho hace que me acerque. Nat se hace hacia atrás hasta que topa en una pared. La arrincono y pego mi cuerpo al suyo, he descubierto que me encanta estar con ella así.

Retiro un mechón de su cabello y coloco mi mano en su cintura. Traga saliva varias veces.

—No me gustaría que vieras hombres desnudos, preciosa. —Recorro sus facciones con la mirada y encuentro un lunar en la esquina exterior de su ojo que no había visto antes y me gusta—. No hay nadie, no tienes por qué preocuparte, el único torso desnudo que verás será el mío.

—A t-tu p-padre le d-dijiste que e-era tu... —No termina la frase. Solo ahora me doy cuenta de lo que le dije, hasta a mí me sorprende.

—Nos estamos conociendo, ¿no? —Asiente—. Nos hemos besado, nos hemos abrazado, hemos pasado tiempo juntos, y no estamos conociendo a otras personas.

—No sé tu cumpleaños —dice atropelladamente como si fuera una excusa. Si no estuviera cubierto por sudor me pegaría más para ver qué tanto puede aguantar.

—Ni yo el tuyo, aún así me gustas.

—D-deberíamos seguir c-conociéndonos antes de... Ya sabes —murmura con el timbre tembloroso.

—Será como tú quieras, solo quita era cara de espanto. —Beso la punta de su nariz y vuelvo a jalar su brazo para entrar.

* * *


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