Aunque no me prefieras

By ddposse

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Fran no sabía en lo que se metía mientras caminaba a paso lento por los pasillos de su nueva secundaria, pero... More

-Prólogo-
-Capítulo 1 "De nuevos y acostumbrados"-
-Capítulo 2 "Amistad es igual a locura"-
-Capítulo 3 "Cupido nunca descansa"-
-Capítulo 4 "¡Viva la comunicación!"-
-Capítulo 5 "La coordinación es para los aburridos"-
-Capítulo 6: "Averno"-
-Capítulo 7: "Operación Idiotez"-
-Capítulo 8: "La diversión duele"-
-Capítulo 9: "Sólo corre"-
-Capítulo 10: "Problemas en el paraíso"-
-Capítulo 11: "Nota 1"-
-Capítulo 12: "Mejor amigo"-
-Capítulo 13: "Chicas bien habladas"-
-Capítulo 14: "El arte de saber divertirse"-
-Capítulo 15: "El dolor no es opcional"-
-Capítulo 17: "¿Escapar de los problemas? ¡Nunca!"-
-Capítulo 18: "Si la vida te da limones..."-
-Capítulo 19: "Madurez"-
-Capítulo 20: "Los amigos también se hieren"-
-Capítulo 21: "Final inevitable"-
-Capítulo 22: "El Retorno"-
-Capítulo 23: "Nota 6"-
-Capítulo 24: "Nota 7"-
-Capítulo 25: "Nota 8"-
-Capítulo 26: "Nota 9"-
-Capítulo 27: "Nota 10"-
-Capítulo 28: "Nota 13"-
-Capítulo 29: "Nota 16"-
-Capítulo 30: "Nota 21"-
-Capítulo 31: "Hogar,agrio hogar"-
-Capítulo 32: "Reencuentros Embarrados"-
-Capítulo 33: "¡La vejez se acerca, Feli!"-
-Capítulo 34: "Viajando hacia el destino"-
-Capítulo 35: "Hospital, mi viejo amigo"-
-Capítulo 36: "Agónica realidad"-
-Capítulo 37: "¿Otro adiós?"-
-Capítulo 38: "Recuerdos"-
-Capítulo 39: "Paradojas"-
-Capítulo 40: "La ebria y el caballero"-
-Capítulo 41: "Lo que uno se propone"- (¡NUEVO!)
-Capítulo 42: "Fuegos Artificiales"-
-Capítulo 43: "Confesiones"-
-Capítulo 44: "Todo tiene un final. Bueno o malo"-
-Epílogo-
-"Carta dirigida a mis amigos"-
Agradecimientos
¡En edición!
¡IMPORTANTE!
Premio👇🏼💕🏅
Capítulo navideño

-Capítulo 16: "¡Cancún!"-

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By ddposse

— ¿Crees que ésta remera me queda bien? —le dijo Alma a Lar.

—Sí —bufó —. Pienso lo mismo de las otras diez.

Alma sonrió frente al espejo.

—A mí también me gusta —hizo una pausa —. ¿Crees que a él le gustará?

—Lo que sea que te pongas lo dejará contento. Es un chico —explicó.

—Bien

— ¿Puedes contestarme algo?

—Obvio.

—De verdad te gusta, ¿cierto?

La chica que acababa de dejar la prenda sobre la cama se mordió el labio inferior.

—Es una sensación extraña, a decir verdad. Pero estoy un noventa por ciento segura de que me gusta.

Lara asintió en conformidad.

— ¿Puedo hacerte otra?

Alma rodó los ojos. De igual manera asintió.

— ¿Quién en su sano juicio hace la valija la mañana del viaje? —le arrojó un peluche que tenía a su alcance.

—Yo.

~

— ¿Llevas shampoo?

Fran asintió.

— ¿Cargador? ¿Cepillo de dientes? ¿Tienes crédito? ¿La maleta está lista?

El chico contestó de forma afirmativa todas las preguntas.

—Sí, mamá. No debes preocuparte por nada, ¿okey?

—Eres mi bebé, claro que me preocupo —la señora Sárter le apretó ambas mejillas.

— ¡Mamá! —Franco estiró la palabra en forma de queja.

—Bueno, ya es hora. Voy a acompañarte hasta el aeropuerto.

— ¿Segura? Si quieres tomo el colectivo.

—De ninguna manera. Voy a despedirte yo misma.

La mueca de horror de Fran la hizo reír.

—Prometo no avergonzarte frente a tus amigos, deja el drama.

— ¿Puedo ir yo? —preguntó Nico, tímido.

—Claro, enano.

—No. Nicolás creo que lo mejor es que te quedes aquí —gruñó el señor Sárter, entrando a la sala con una taza de café en su mano.

Antes de que su madre abriese la boca, Franco dio un paso al frente, de modo que su hermano quedó tras su espalda.

—Y yo pienso diferente. Una pena —sonrió.

Era una sonrisa lobuna, que atemorizaba en algún punto. Esa de felicidad fingida y sarcástica que nunca toca los ojos.

— ¿Nos vamos?

Sin esperar respuesta, tomó su bolso del suelo y afirmó su mochila al hombro, para luego comenzar a caminar hasta la puerta.

— ¿Ves? Esto es lo que has conseguido, Clara —susurró el padre de los chicos.

Fran apretó las manos, haciéndolas puños e hizo amague de voltearse.

Una cálida mano se posó sobre su hombro.

—Subamos al auto, niños. No queremos que Fran pierda el avión.

La mirada de su progenitora era de absoluta tristeza.

Y en ese momento, Franco se preguntó que expresaría su mirada.

¿Odio? ¿Tristeza?

Esperaba que la primera.

Tres de los integrantes de la casa desfilaron hacia la vereda, donde aún les esperaba un largo camino.

Cuando estaban en el auto, Fran apoyó su cabeza en la ventana, admirando todo pasar, y llegó a una conclusión consigo mismo: intentaría no volver a mirar a los ojos, pues estos brindaban más datos de los que él creía, o de los que necesitaba dar.

~

—No quiero que te vayas- sollozó su hermano.

—Tranquilo, Nico. Son solo unos días.

—Pero no quiero quedarme solo con ellos —le susurró en el oído cuando se separaban de su abrazo.

Fran observó a ambos lados, cerciorándose de que su mamá no había oído.

— ¡Ey! No te angusties, voy a llamarte y a traerte obsequios, ¿de acuerdo?

Eso pareció animar un poco al niño, quien asintió a la vez que se limpiaba las lágrimas.

— ¡Fran! —gritó Guido. Venía corriendo con un destartalado bolso y una mochila, sus anteojos en la parte baja de la nariz debido a la carrera, y su común gorro de lana gris en la cabeza.

Al detenerse junto a su amigo, el recién llegado saludó a los familiares presentes.

—Señora Sárter —le dio la mano —. Pequeñín —repitió el gesto. Ambas frases las había pronunciado con un tono solemne, como si estuviese saludando a una importante autoridad.

—No soy pequeño —gruñó Nico, cuyo llanto ya se había evaporado —. Y me llamo Nicolás, para que sepas.

El ojimiel dirigió una mirada sorprendida hacia Fran.

—Suele ser así —sonrió, mientras se encogía de hombros y revolvía el pelo de su hermano.

"Atención pasajeros del vuelo número 798 con destino a Cancún. Se solicita que se presenten en la sala de embarque. Muchas gracias."

Los jóvenes se miraron y una gran sonrisa se estampó en sus caras.

— ¡Nos vamos! —exclamaron al unísono.

~

— ¿Cómo vamos a sentarnos? —cuestionó Lara, en la fila que los dirigía al interior de su medio de transporte.

Ju, quien se encontraba tras ella, le respondió, alzando la vista de su teléfono:

—Alma era la que tenía las ubicaciones, ¿cierto? — Al instante se giró, en busca de su siempre retrasada amiga.

— ¡Sí! Yo las tengo —gritó la del cabello castaño, levantando la mano entre la cantidad de estudiantes. Tras unos segundos, ambas amigas lograron distinguirla a unas diez personas de distancia.

— ¿Puedes decirme cómo demonios logra escucharnos?

—Capacidades de una chusma —Julia se encogió de hombros, y continuó mirando su celular.

Una vez estuvieron todos dentro, Alma sacóuna arrugada hoja del bolsillo de sus jeans.

*Paula y Marian= fila 4 del centro.
*Guido, Martin y Benja= fila 4 del lado derecho.
*Fran, Marcos y Felipe= fila 3 del centro.
*Lara, Alma y Julia= fila 3 del lado derecho.


— ¿Alguno disconforme?

Nadie acotó nada, por lo que el grupo prosiguió a acomodarse.

Fran, que sí dudaba de su ubicación, tardó un poco más de lo que debía en acomodarse al detenerse junto al asiento de Guido para conversar.

—Ubíquese en su lugar, por favor —lo reprendió una azafata.

—Lo siento —totalmente rojo, avanzó —.

¡Oh, Dios! —susurró un momento después, cuando el avión empezó a moverse.

—No te preocupes, la sensación es igual de horrible siempre —lo tranquilizó Paula, que se encontraba en la fila de atrás.

—Pues eso no

me hace sentir mejor.

Marcos se rió.

Definitivamente no me cae bien pensó Fran.

Luego de que llevasen una hora de vuelo, les dijeron que podían soltarse los cinturones de seguridad, ocasión que aprovecharon todos para rotar los lugares.

— ¡Vamos, Lar! Déjame del lado de la ventanilla —renegó Al.

Esta volvió a negarse rotundamente.

— ¿Me dejarías a mi? —preguntó Fran, estirándose hacia adelante para poder mirarla a la cara.

—No abuses de que es tu primer vuelo, Sárter. Igual no voy a tenerte compasión.

Franco esbozó una mueca de tristeza.

—Pues yo sí que quiero cambiarme de lugar. Necesito hablar unos asuntos con Pau y Mar —habló Julia, con un tono misterioso.

A pesar de la curiosidad que surgió en la chica de los ojos verdes, la dejó de lado y, en su lugar, aplaudió.

— ¡Genial! Fran, ¿te pasas para aquí?

El chico asintió.

De esa forma, Ju se sentó en el medio de Felipe y Marcos.

—Por favor, permíteme estar ahí- le rogó Franco a la rubia —. Quiero vivir la experiencia completa —dramatizó.

Lara, consciente de que no se detendrían, asintió.

Por lo tanto, Fran quedó en el lugar de la ventana, Alma en el centro y Lar en el extremo que daba al pasillo.

Cuando se giró, dispuesta a hablar con Juli, se quedó de piedra.

Esa sonrisa no era de su amiga: era de Felipe.

—Hola, muñeca.

Parece que sería un viaje largo.

~

—Vamos, Fran. Mira lo lindo que es el océano al atardecer —le insistió Al.

—Está bien —miró por la ventana y por poco no se desmayó. De inmediato cerró la cortina y se recostó en el asiento, realizando lentas y rítmicas respiraciones.

— ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

—Estamos muy alto —tartamudeó, intentando tragar saliva.

Alma se rió.

Él la fulminó con la mirada.

—No te rías. Creo que me va a bajar la presión o algo.

Ante esto, la chica presionó el botón que tenía en su asiento, llamando a una azafata.

— ¿Se les ofrece algo?

—Sí. Una aspirina, por favor. O algo que impida que este cobarde se muera.

La aeromoza dio una risita antes de retirarse en busca de lo solicitado.

~

—Pónganse en fila. En fila por favor —hablaba el profesor de gimnasia, un hombre alto y robusto que se hacía llamar Gregorio.

—Avancen, colaboren chicos. En la recepción les asignaremos sus cuartos. Avancen —lo acompañaba el director.

Al entrar al imponente hotel, todos arrojaron sus mochilas al suelo, provocando una especie de terreno de obstáculos debido a las pertenencias desperdigadas y a la cantidad de estudiantes.

—Bien, vamos a ir llamándolos de acuerdo a los grupos que nos dieron en las hojas que repartimos el viernes, y les daremos un número y una llave. ¡No la pierdan!

La lista fue pasando y, a medida que se otorgaban llaveros, el lobby del hotel se iba vaciando.

—Lécaris, Peruti y Gamnier —gritó Gregorio —. Les tocó el cuarto 238.

Las chicas recogieron su llave y comenzaron a subir las escaleras, con el eco de la voz de los profesores que seguían llamando alumnos.

— ¿Por qué es el piso diez si la habitación es la doscientos y tanto? —cuestionó Lara, con los pies doloridos por el viaje, la caminata al hotel y, ahora, las escaleras.

—Creo que está invertido — dijo Alma, como si fuese lo más común del mundo.

— ¿Ah? —exclamaron las otras dos al mismo tiempo. Iban en el séptimo piso y, hasta ahora, no se habían cruzado a nadie.

—Es decir que empieza de arriba hacia abajo —explicó.

Unos peldaños y diez minutos después, el trío se encontraba frente a la puerta que les correspondía.

Julia entró y prácticamente se lanzó a la puerta del baño.

En ese instante, cuando las otras dos se disponían a seguir a su amiga, un sutil sonido las distrajo.

Era un ascensor.

— ¿Me están jodiendo? —gritaron Al y Lara, con los ojos abiertos como platos.

Ju soltó una estrepitosa carcajada desde dentro.

—Pasen y duerman un rato —les sugirió.

—No, yo me dirigía al comedor. Tengo mucha hambre —respondió la rubia.

Alma se encogió de hombros y cerró la puerta tras de sí.

Lar comenzó a caminar pero se detuvo al ver que una puerta en la mitad del pasillo se abría.

No estaría mal saber quiénes son nuestros vecinos.

Entonces, un alto castaño de sonrisa perfecta salió vestido con unos jeans y una camisa. Parecía fresco, como si viniese de la playa o de un spa. Como si no acabase de realizar un viaje de once horas en avión.

Que envidia pensó Lara.

¿Envidia? ¡No!

Odio, odio. Sí, odio.

—Parece que no te librarás de mi, linda.

—No me llames linda —dijo ella, con los dientes apretados.

—Se te van a caer los dientes de tanto que los aprietas —sonrió él —Quizá podrías hacer que tu boca se ocupara de otros asuntos, en lugar de frustrarte tanto—le guiñó el ojo y se volteó con una sonrisa de suficiencia, al notar el sonrojo que le había causado.

Es tan lindo. Digo: estúpido.

Sí, estúpido.

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