QUEROFOBIA; James Potter

By prongs_girl

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❝Miedo irracional a ser feliz por temor a que a continuación pase algo malo o negativo.❞ Alexandra White sabe... More

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍:
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓:
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟮
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟰
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟱
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟲
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟳
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟴
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟵
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟬
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟭
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟮
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟯
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𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟱
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𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟴𝟴
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟴𝟵
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟵𝟬
𝐀𝐆𝐑𝐀𝐃𝐄𝐂𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒
𝐒𝐄𝐆𝐔𝐍𝐃𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄
SPAM:
NUEVO LIBRO Y PROLOGO

𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟮𝟵

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By prongs_girl


James y Alexandra se encontraban en otra sesión de estudio. Pero el azabache estaba aburrido.

Alexandra comenzó a leer el libro de Transformaciones con atención, pero James apoyó su barbilla sobre la mesa y la miró fijamente.

La pelirroja sintió nervios ante la mirada atenta del azabache, por lo que lo miró y James miró hacia otro lado.

Alexandra continuó con su lectura pero sintió nuevamente la mirada sobre ella, giró y lo miró, pero el miró el techo.

–James.

–¿Si?

Alexandra elevó una ceja y el suspiró pesadamente mientras sacaba para afuera su labio inferior.

–Es que me aburro. –dijo apoyando su mentón sobre sus manos. –¿Hacemos otra cosa?

–Debemos estudiar y terminar el trabajo. Es para mañana.

James suspiró pero asintió sabiendo que la chica tenía razón. Comenzaron a trabajar mientras James le hacía preguntas a la chica buscando tema de conversación.

–¡Ya lo sé!

Madame Pince se asomó y silenció al chico, Alexandra le hizo una mueca pidiendo disculpas y miró mal a James.

–¿Qué sabes?

–Veras, durante estos días buscaba algún apodo. –Alexandra lo miró confundida. –Sirius te dice pelirroja, y el resto te dice Alex. No me gusta que Sirius tenga un apodo exclusivo, entonces estuve pensando en alguno.

Alexandra reprimió una sonrisa y lo miró enternecida. James sonrió un poco y lo miró avergonzado.

–Es algo tonto. ¿No?

James Potter nunca se sentía inseguro o avergonzado sobre alguna idea que tenía, pero últimamente tenía miedo de quedar como un idiota frente a Alexandra.

–No, es algo lindo.

James recobró su postura y sonrió.

–Bien. Desde ahora en adelante, serás Lex.

–¿Lex?

–Si. Todos te dicen Alex, y pensé en otra abreviatura pero ninguna me convencía. Pero se me ocurrió Lex, y la verdad me gusta.

Alexandra sonrió ampliamente y James notó que sus ojos se achicaron un poco, lo que le causó ternura.

–Me gusta.

–Bien. De todas maneras si no te gustaba lo usaría igual, fue el único que se me ocurrió.

Alexandra rió y arrugó un pergamino para lanzarlo en su rostro, James imitó una pose de indignación y entrecerró sus ojos.

James puso su mano sobre su corazón y habló.

–A mi corazón le dolió eso. ¿Sabes?

Alexandra elevó una ceja y tomó su mano, acomodandola sobre el lado izquierdo.

–El corazón está del otro lado, idiota.

James abrió la boca indignado y tomó un pergamino para lanzarlo en el rostro de Alexandra.

–¿Desde cuándo me insultas? Maldita mocosa.

–¿Quién dice “Maldita mocosa”? –se burló. –Ni mi abuela dice eso.

–Suficiente.

James se acercó y comenzó a picar el estómago de la chica causando cosquillas. Aún así, era suave. Ya que no sabía si Alex seguía sintiendo dolor en la zona, pero por lo visto no.

Alexandra comenzó a reír fuertemente y James sonrió al lograr su cometido.

–James, basta.

–No.

–¡Suficiente! ¡Ustedes dos, fuera!

James se separó de Alexandra con una sonrisa inocente y ella lo miró mal, pero no pudo evitar que sus labios formaran una sonrisa.





La hora de la cena había llegado, por lo que Los Merodeadores y Alexandra se dirigían a comer.

–¡Sirius, no puedes hacer eso!

–Pero, Rem. –se quejó el pelinegro.

–¿Qué hiciste ahora, Sirius?

–¿Por qué siempre supones que hago algo, pelirroja?

–Siempre que alguien se enoja es porque tú haces algo. –dijo obvia.

Sirius le sacó el dedo de en medio y James golpeó la mano del chico.

–No la insultes. –dijo pasando su mano sobre los hombros de ella. Sirius lo miró burlón y James rodó los ojos.

–El muy idiota. –comenzó Remus, un “oye” indignado se escuchó de Sirius. –Calla. El muy idiota dibujó corazones con su nombre en mi trabajo de Herbologia. No tuve tiempo de arreglarlo, por lo que lo entregué así.

Todos comenzaron a reír y Sirius sonrió orgulloso. Remus se sonrojó y negó con la cabeza.

–Pero me amas. ¿No es así, Rem?

Sirius besó la mejilla de Remus y el licantropo se sonrojó. Algunas miradas cayeron en ellos.

Algunos en el Castillo no se acostumbraban a las muestras de afecto del par, pero a la pareja no le importaba. Además, por suerte, no recibían insultos. Por ahora.

Entraron al Gran Comedor y un chico se cruzó en el paso del grupo, era un chico de Hufflepuff.

Era de un año menor al de ellos, era un poco alto, con el cabello rubio y los ojos de color celeste. Habían algunas pecas en la zona de su nariz y mejillas.

–Hola. –saludó en general. –Yo.. quería hablar con White.

Todos abrieron sus ojos sorprendidos, incluyendo Alexandra. Ya que nunca había hablado con el chico.

James iba a decir algo pero Alexandra lo interrumpió asintiendo con su cabeza.

–Pero..

–Vamos, Cornamenta. –dijo Sirius pasando su brazo sobre los hombros del chico y guiandolo a la mesa.

Alexandra miró al chico y le dedicó media sonrisa sin saber qué decir. No sabía quién era.

–Eh, soy Sam Macmillan. –dijo presentandose. –Lamento haber interrumpido.

–No, está bien.

El chico sonrió aliviado mientras tocaba su cuello con nervios y se balanceaba sobre sus pies.

–Yo.. –aclaró su garganta. –Sólo quería preguntarte si podrías ayudarme en Pociones. Escuché que eras buena y..

El chico suspiró nervioso y dejó de hablar.

–No soy la mejor de la clase. –dijo avergonzada. –Lily Evans o Severus Snape son mejores.

–Lily está ocupada con otros estudiantes por lo que vi, y Snape.. dudo que acepte ayudarme. –dijo apretando sus labios. –Si no quieres o estás ocupada no hay problema.

–No, no. Está bien. –dijo asintiendo con su cabeza.

–Sólo necesito ayuda con una poción en específico. Prometo no robarte mucho tiempo.

–Tranquilo, no hay problema.

Sam asintió aliviado y sonrió.

–En verdad, gracias. Con los TIMOs y todos los deberes no me da el tiempo.

–Los TIMOs son todo un tema. –dijo recordando el estrés del año anterior. –Recuerdo que no dormí durante tres días. No te lo recomiendo.

Ambos rieron y el ambiente se aligeró un poco.

Desde la mesa de los leones, un par de ojos los miraban fijamente.

–¿De qué tanto hablaran? –preguntó James.

Remus elevó sus hombros sin saber mientras se servía puré de papas y carne en el plato.

–No lo sé. –habló Peter con la boca llena.

–¿Estás celoso, Cornamenta?

–Claro que no. Basta con eso, Sirius.

Sirius rió y le dió un bocado a su comida. James notó que los dos reían de algo y apretó el tenedor.

–Por favor, James. –suplicó Sirius. –No exageres.

–¿Quién es él?

–Macmillan creo, no sé su nombre.

James reprimió una mueca de asco pero sonrió al ver que Alexandra se dirigía a ellos y tomaba asiento a su lado.

–¿Todo bien? –preguntó Remus.

–Si, sólo me pidió ayuda para algo de Pociones. En la semana me juntaré con él.

James se ahogó con su comida y Peter comenzó a golpear su espalda. Remus le tendió un vaso con agua y él lo tomó con rapidez.

El rostro de James estaba completamente rojo.

–¿Estás bien?

–Si. –respondió James con voz aguda. Carraspeó su garganta y repitió. –Si.

–No sabes lo bien que está. –dijo Sirius. –¿Verdad, Jamie?

James miró mal a Sirius y lo pateó por debajo de la mesa.

–Hijo de..

–Lenguaje. –dijo Remus.

–Pero, cariño..

–Calla y come. –interrumpió Remus.












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