QUEROFOBIA; James Potter

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–Así que.. este chico James.

Alexandra rodó los ojos y suspiró mientras negaba con su cabeza.

Había pasado una semana de vacaciones, y su abuela no dejaba de insistir con el azabache.

–No sucede nada.

–Pero te gustaría que suceda.

–¡Abuela!

Martha elevó sus hombros mientras sonreía y se levantaba para lavar los platos del almuerzo.

–Sólo decía.

El teléfono sonó, y Alexandra se levantó para atender.

–Salvada por el teléfono.

–Ya basta. Nada sucede con James, en verdad.

Alexandra se dirigió al living y luego del tercer tono, levantó el tubo.

–¿Hola?

–Es que no sé si funcionó, Canuto.

–¿James? –preguntó confundida.

–James, idiota. Esto va al revés. –se oyó a Sirius.

–¡No, está bien colocado!

Un ruido fuerte sonó, y Alex tuvo que alejarse del teléfono con una mueca.

–¿Hola? ¿Hay alguien? –se escuchó a Sirius.

–Canuto. ¿Y si llamamos a otra persona?

–No lo creo, Remus nos pasó el número e hicimos exactamente lo que dijo.

–¡Hey! –elevó su voz Alex.

–¡Funcionó!

Se escucharon gritos de festejo y Alexandra reprimió una risa mientras negaba con su cabeza.

–¡Devuélveme eso, Canuto! –de oyó a lo lejos.

–Hola, Alex. –saludó Sirius.

–Sirius. ¿Cómo estás?

–Bien, sólo quería decirte que James te extraña y..

Un forcejeo se oyó en la línea, seguido de un grito y algo que se rompía.

–¡Ustedes dos! –se oyó a una mujer a lo lejos.

–Fue Sirius.

–Mentira. El miope lo hizo.

Alexandra sonrió divertida y se oyó que alguien se acercaba a la línea nuevamente.

–¿Hola?

–James.

–Lo lamento. Un idiota de por aquí no me dejaba en paz. –dijo en tono burlón. –¡Auch, Canuto!

Alexandra rió sonoramente y su abuela se asomó por la puerta.