Alexandra se encontraba mejor. Había disimulado un poco el golpe en su nariz con maquillaje, por lo que no se notaba.
Habían pasado dos días desde el incidente y no se había vuelto a repetir. Eric la trataba bien, más o menos.
Danielle se había distanciado un poco de Alexandra, pero la pelirroja lo entendía, tenía muchos deberes y cosas que hacer.
-No viniste ayer.
Alexandra se asustó al sentir su voz. Miró a James Potter que estaba por sentarse enfrente suyo y negó con la cabeza repetidamente.
-Necesito que te vayas.
James frunció su ceño confundido y rió creyendo que era una broma, pero se preocupó al ver que los ojos de la chica se llenaban de lágrimas.
-Hey. -dijo preocupado dirigiendose a un lado de la pelirroja. -¿Qué sucede? ¿Pasó algo?
-Vete. Por favor, Potter. -dijo desesperada. James asintió y se levantó mientras juntaba sus cosas pero frunció su ceño al mirar el brazo de la chica.
-¿Qué te pasó? -preguntó señalando la zona.
Alexandra bajó su vista viendo su brazo. Se maldijo internamente al ser tan idiota. Había olvidado maquillarse esa zona dejando a la vista un leve hematoma violeta.
Su golpe de la nariz no se notaba y se disimulaba bien, pero el agarre fuerte de Eric había dejado unos pequeños moretones lilas en la zona.
-No es nada. Me golpeé contra las escaleras ayer.
-¿Seguro? No parece un golpe leve.
La chica cubrió su brazo al ver que el azabache miraba nuevamente el moretón.
-Si. Fue un choque tonto. -dijo riendo falsamente.
Eric llegó al par, por lo que Alexandra cerró sus ojos con fuerza.
James notó cómo la pelirroja se encogía en su lugar, tensaba su cuerpo y cerraba sus ojos.
Que hijo de puta, pensó James.
-Potter. Nos volvemos a encontrar.
-Ya me iba. -dijo intentando encubrir a Alexandra. -Le pedí prestado un pergamino. Nada más.
Eric asintió satisfecho y Alexandra suspiró aliviada, James apretó su mandíbula al ver la sonrisa del chico y salió de allí en busca de Remus.
-¡Remus!
El licantropo levantó su vista del libro y miró a James interrogante. La Sala Común por suerte se encontraba vacía.
-James. ¿Todo bien? Estás un poco..
-Eric golpea a Alexandra.
El castaño frunció su ceño y cerró su libro mientras se levantaba de su lugar. Miró a James esperando que riera o dijera que era una broma. Pero el azabache lo miraba nervioso.
-¿Qué dices, Cornamenta?
-Estoy seguro. Estaba con Alexandra en la Biblioteca y noté que su brazo tenía un golpe. Luego llegó Eric y se notaba a miles de metros de distancia lo incómoda que se sentía.
-James, esa es una acusación grave.
-Estoy seguro. -dijo asintiendo y pensando mientras apoyaba su mano en su barbilla.
James tomó su cabello con un poco de fuerza y comenzó a caminar alrededor de la Sala Común pensando qué hacer.
-Ya vengo.
-James, no hagas una idiotez.
-Si no hago una idiotez no sería yo.
Remus bufó al ver que su amigo salía de la Sala Común a paso rápido.
James se dirigió al Patio, sabía que el Ravenclaw siempre estaba allí con sus amigos. Lo había visto varias veces.
-Johnson.
Eric levantó su mirada y sonrió divertido al ver a James parado enfrente suyo. Nadie más estaba allí, ya que el águila esperaba a sus amigos.
-¿Se te ofrece algo, Potter? -preguntó parándose y mirándolo de forma altanera.
-De hecho, si. Venía a advertirte.
-¿Advertirme?
James relamió sus labios furioso y apretó su mandíbula mientras lo señalaba con su dedo índice.
-Llegas a levantarle la mano una vez más a Alexandra y juro que te mato. No me importa si eres su pareja, te mato. ¿Oíste?
Eric comenzó a reír frenéticamente y miró a James mientras se limpiaba una lágrima imaginaria.
-Potter. ¿Qué te hace creer que hice eso? Son acusaciones serias. No te gustaría que te delate por hacer acusaciones falsas, ¿verdad?
James rió y se acercó un paso más a él, acortando la distancia. Relamió sus labios y entrecerró sus ojos.
-No me vengas con amenazas a mí. Una vez más que la golpeas, la tratas mal o la desprecias y te rompo la cara.
Los amigos de Eric llegaron y el par se separó sin romper el contacto visual.
-Eres una máquina de cagarla. ¿Verdad?
Alexandra estaba esperando a Eric en su habitación mientras terminaba de leer Romeo y Julieta, se había perdido de algunas páginas que de seguro, Frida había arrancado, pero aún así le encantaba.
-¿Qué pasó?
-¿Qué le dijiste a Potter?
Alexandra se tensó y cerró el libro mientras se paraba, Eric se acercó a ella y elevó una ceja.
-No le dije nada.
-¡No mientas!
Alexandra se sobresaltó ante el grito de Eric y retrocedió unos pasos, el pelinegro la tomó de las mejillas y clavó sus uñas en estas. Con su otra mano tomó el cabello pelirrojo con fuerza.
Ella se quejó en voz alta ante el dolor y lo miró suplicando con la mirada.
-Me dijo que yo te golpeé.
¿Acaso miente? Pensó Alexandra.
-No me importa que le dijiste. Irás y le aclararas todo. Luego vas a alejarte completamente de él. ¿Entendiste?
La chica tragó en seco y sus ojos se llenaron de lagrimas.
-¡¿Entendiste?!
-Si.
Eric la soltó con brusquedad haciendo que ella choque contra la pared. Alexandra masajeó sus mejillas y tomó sus cosas para salir de allí.
Se dirigió a toda velocidad a la Sala Común de Gryffindor.
Se sentía cansada y su cuerpo dolía, no por lo que Eric hizo, sino por agotamiento y estrés.
-¡Potter!
James miró confundido a la chica. Nunca le dirigió la palabra por su cuenta, y cuando hablaban ella no decía mucho.
Mucho menos la había oído gritar.
-¿Qué sucede? -preguntó acercándose a ella.
-¿Se puede saber por qué andas diciendo que Eric me golpea?
James abrió los ojos sorprendido y miró a su alrededor verificando que nadie escuche.
-Pues, porque te golpeó.
-Él no me golpeó. Deja de realizar teorías estúpidas y de decir idioteces. -murmuró enojada. -No hizo nada.
-Bien. Bien. Lo siento. -dijo en voz baja y confundido mientras levantaba sus manos.
-No te vuelvas a acercar a mí. Y deja de entrometerte en las relaciones del resto.
-¿Todo bien?
Remus Lupin había escuchado parte de la conversación y se preocupó al notar a Alexandra tan alterada.
La pelirroja temblaba levemente y su voz flaqueaba.
Alexandra ignoró a Remus y subió a su habitación mientras comenzaba a llorar.
Tomó su cabello con desesperación al entrar y caminó en círculos por el lugar, su respiración estaba acelerada y sus manos temblaban.
Se sentó en el suelo apoyando su espalda contra la cama, tapó su rostro y se concentró en su respiración.
Sintió que transpiraba, pero a la vez sentía frío recorrer todo su cuerpo.
Comenzó a sollozar más fuerte. Se sentía sola.
Quería un abrazo. Necesitaba a alguien que esté ahí para ella y le aconseje. Necesitaba a alguien a su lado.
Pero no podía, Eric armaría un drama y lo último que ella quería era más problemas.
La puerta de la habitación se abrió revelando a la otra pelirroja de la habitación.
Lily Evans miró a Alexandra y se acercó a ella al notarla en ese estado. Tomó su mano y comenzó a acariciarla.
-Hey, tranquila. Respira hondo.
Alexandra asintió mientras las lágrimas caían de sus ojos. Lily la tomó de las mejillas para dirigir su vista hacia ella.
-Repite conmigo.
Lily inhaló y Alexandra copió su acto. Así estuvieron durante cinco minutos, inhalando y exhalando una y otra vez.
Evans se sentó frente a White y la miró esperando que hable.
-¿Necesitas hablar?
Alexandra suspiró. Tenía ganas de contarle a alguien lo que le sucedía. Pero tal vez estaba siendo exagerada y estaba agrandando los problemas más de lo normal.
-No. Estoy bien.
Lily ladeó su cabeza y acarició el cabello de Alexandra.
-No lo estás, pero no voy a presionarte. Si necesitas hablar con alguien estoy aquí.
-Gracias. -dijo sinceramente.
Se sonrieron mutuamente.
En esta historia amamos a Lily-Flor.