1. Moncalieri

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El norte de Italia se encontraba un pequeño reino donde todos viven en armonía, el reino con muy buenas cosechas era de los más ricos del siglo XVI

En ese reino, a la cima estaba el castillo de la familia real, el rey Augusto II de Moncalieri es el mejor que el reino ha conocido, justo con los trabajadores y severo con los pecadores.
Por otra parte a todo el reino le preocupaba el momento de la partida del Rey ya que él no tuvo hijos, el rey fue procreador de tres hermosas princesas :
Bennett: la más pequeña y la más mimada amaba las joyas más caras y los vestidos de seda fina traídos desde Paris solo para ella
Beatrice: la del medio, la más callada, no le gustaba hablar con nadie, le tenía miedo a todo pero siempre fue muy astuta
Y por último yo, Margot: la primogénita y heredera al trono, amaba leer y bailar, correr por las praderas y cabalgar con mi padre, siempre me trato
Como un hijo, me enseño a pelear con espada a cargar armadura, andar a caballo (como hombre) soy el hijo que nunca tuvo. Mi infancia transcurrió bien, mis hermanas y yo éramos cercanas pero con el paso de los años nos separamos un poco y las peleas fueron creciendo, el consejo real denegó la petición que fuera la siguiente en la línea real y decreto que la reina sería la primera que consiguiera marido, claro no cualquier marido, tenía que ser de algún reino cercano y que tuviera conocimientos de gobernar un reino cuando mi padre me contó eso explote:

— ¡NO ES JUSTO!— le grite a mi padre.
—Lo se Margot, pero tienen razón, tus hermanas también tienen derecho a competir por la corona—dijo muy tranquilo y sin prestarme atención
— Padre, toda mi vida he sido entrenada para ser reina, para gobernar, tu mismo me entrenaste, ellas solo saben sentarse bonito y saludar correctamente, no saben estrategias de batalla ni saben usar una espada— trate de recordarle todo lo que el me había enseñado y todo por lo que he luchado en mi
Vida.
— Margot ya basta!— dijo estresado.
— ESTO ES MI CULPA, te comportas como una loca, nunca debí de tratarte como algo que no eres tú eres una princesa, resígnate y ya, si el consejo propuso que la primera que se casara fuera la de la corona, no significa que MI corona sería para TI sino para TÚ esposo, el es el que gobernaría entiéndelo Margot una princesa jamás será Rey.
Eso retumbó mi cabeza, que tenía un hombre que yo no o porque era menos valioso mi argumento que el de mi supuesto esposo.
— Yo no te estoy pidiendo ser REY , yo quiero ser una REINA, no necesito de ningún hombre y lo sabes— y por más que discutimos sólo termino diciendo:
—Margot acepta tu lugar en este mundo, eres hermosa y se que si en lugar de estar peleando aquí conmigo estuvieras buscando marido ya serias reina .
Sus palabras me dolieron, yo era más que una mercancía de pueblo, no era una vaca ni una gallina, "soy una princesa" me dije, y así de ahí llorando entre a mi cuarto y solo pude llamar a la única persona en la que confiaba, toque la pequeña campana a un lado de mi cama y en unos cuantos segundos estaba tocando mi puerta.

Gerard, mi guarda espaldas como lo llamaba mi papá, mi amigo ( mi único amigo en realidad), estaba parado en frente mío viéndome, descifrando que había pasado, sentía como sus ojos azul
Claro ya habían podido saber antes de que le contara todo lo que había pasado:

— Pasa, por favor, siéntate.
— Mar, sabes que adoro leer cuentos tristes contigo
Pero estoy algo ocupado—dijo pensando que mis lágrimas son a causa de dramas litúrgicos.
— No es un juego Gerard, no seré reina, me quitaron mis años de práctica y si no me vendo como vaca al mejor apostador por mi nunca lo seré
— ¡¿QUE?! y todas las horas de practica y de clases de cabalgata, arco y flecha, espada, esgrima y años de francés son a la basura?
— Si, amenos que consiga marido, No cualquier marido, un idiota sangre real de reino cercano
Para poder hacer lazos, sabes que me dijo mi padre? "Margot acepta que eres una vaca y véndete a buen precio"

— No creo que te hayan dicho vaca.
— No, pero así lo sentí— después de eso comencé a llorar de nuevo, me di la vuelta y Gerard se sentó a un lado mío, a orilla de mi cama y solo dijo:
— No se como arreglar esto mi princesa pero tengo que intentar esto.

No sabía de que hablaba hasta que sentí sus brazos a mi alrededor, me di la vuelta para verlo pero seguía sin soltarme, podía ver sus ojos azules de cerca y el vago recuerdo de un Gerard de seis años llorando llegó a mi mente, recuerdo que estábamos
Corriendo y el tropezó y su rodilla raspada sangraba, le parecía tan irritante cuando lloraba de Niño, pero ese Niño llorón no existe mas, ahora solo había un apuesto hombre valiente y sin saber que estaba pensando el solo se aparto y me dijo:

— Margot, lamento eso, enserio estoy ocupado En algo pero te tengo una sorpresa, encuéntrame Atrás del castillo a media noche, que nadie te vea.
Y salió de ahí corriendo, yo solo me acosté en mi cama y sus ojos azules no se van de mi mente

El Corazón Del CastilloWhere stories live. Discover now