22. Hogar, dulce y terrible Hogar.

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GERARD

Después de haber huido del castillo para dirigirme a mi reino, tenía que planear como, en menos de una semana, podría evitar la boda de Margot.

Sabía que tenía que volver por ella, por mi Margot, pero también tenía una deuda pendiente con Bea, sabía que estaba mal, y que no debía haberla hecho creer que algún día sentiría algo más por ella.

Mientras pensaba en todo esto de camino, reconocí el lugar que estaba pasando, la pequeña cabaña que construí hace unos meses para Margot, parecía intacta y que fue hace unas horas que escape con ella para enseñarle este regalo que le había hecho.

Al entrar a la cabaña, estaba repleta de polvo ya que hace mucho nadie estaba ahí, las flores en el pequeño jarrón de porcelana tenían varios meses ya marchitas, me causaron nostalgia y tristeza, sentía que casi podían reflejarme, hace mucho me sentía bien y todo estaba bien, como una flor fresca, ahora estoy rodeado de problemas que yo mismo creé, como una flor marchita, muerta.

Pase mis dedos delicadamente entre los pétalos secos de las rosas, deseando en lo más profundo que algún día volvieran a ser como antes, como antes de todo.

Tome una pequeña margarita seca que había quedado, y la metí entre uno de los libros de Margot que había dejado ahí, era mi recuerdo de volver para cumplir la promesa.

Al salir de ahí retomé mi camino hacia el reino, no fue largo, esta a menos de 30 kilómetros, lo difícil sería entrar, la puerta era mágica, solo los seres con magia podían entrar recitando un conjuro que olvide hace bastantes años atrás y estoy seguro que los guardias no sabrán quien soy.

Al llegar me encontré con un muro, el muro estaba recubierto por tallos de rosas gigantes, con pinchos más grandes que un humano, recuerdo que mi padre la puso después de la guerra Con el rey Augusto.

Apresar de ser un muro repleto de rosas, era bastante aterrador, estaba seco, y no veía a ningún guardia rodeándolo.

Al intentar cruzar, sentí un pinchazo en mi brazo, pero continué avanzando ya que no era tan severo.

Después de varios pinchazos y desgarros en la ropa, crucé, no había ningún guarida y eso me sorprendió, al llegar a orillas del pueblo mágico quede perplejo por lo que mis ojos veían, todo estaba seco, el río que estaba justo por la mitad del pueblo era apenas un charco de agua, la cascada estaba seca.

Todo se veía tan gris y tan triste, al cruzar por el pueblo hasta llegar al castillo, me encontré con un pequeño duende, estaba sediento y traía apenas unos pantalones arañados:
— Hola amigo, oye por qué está todo así y el rio?
— Hace ya varios años no hay rio.
— Y la Reina que quedo a cargo no ha hecho algo al respecto.
— Ella no es de sangre real, no tiene la magia suficiente para hechar a andar la cascada de las hadas.
— No tiene magia? Y como han sobrevivo estos años, y donde están todos?
— sobrevivimos gracias a que las aldeas  nos brindan algo de alimento y agua a cambio  de trabajar en las minas de carbón, todos están trabajando ahora, y así es, la Reina es un fraude, aunque no es su culpa, aunque tuviera algún tipo de magia, no es heredera legítima, no es digna según el cetro de Mardew.
— Mardew sigue vivo?
— Sí, oye, tú de dónde eres, porque vienes aquí, y porque tanto interés en este sitio?
— Soy Gerad I, heredero legítimo del trono.
— Si como no, y yo soy el Archiduque de las Islas peregrino.
— Lamentó informarte que yo no tengo por qué mentir.
— Sí en verdad eres tú, puedes prometerme arreglar esto? Que pronto todo será como antes y todo será tranquilo de nuevo?

Un largo silencio atacó la conversación, no sabía que responderle y el tomo mi silencio como una respuesta.
— Lo sabía.
— No puedo prometer algo que no se, pero si te prometo que haré todo lo posible para que todo mejore.
— Eso espero principito.
El duende se alejó sin reparación alguna, volviendo a su labor, jamás creí que diría esto pero necesitaba a mi padre y aunque no fue un padre ejemplar, si lo fue como un rey, y esto sería mi destino.

El Corazón Del CastilloWhere stories live. Discover now