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México acariciaba el cabello de Argentina en la cama, el menor se había quedado dormido después de haber jugado videojuegos por unas horas, el del sol acurrucado en su pecho, su manita pequeña aferrándose a su camisa, era adorable cuando hacia eso, escondía su rostro en su cuello y apretaba levemente la camisa del mexicano cuando dormía.
De repente se despertó, alzó la cabeza para ver a México, le sonrió, aún algo dormidito.
—Buenos días, solecito.
—M-Mmh...—Argentina volvió a acostarse, cerrando sus ojitos casi de inmediato. Se había despertado porque le habían dejado de acariciar el cabello, eso era lo que le hacía dormir profundo, que el mexicano le acaricie.
Cuando por fin se despertó por completo, talló uno de sus ojos con su puño, bostezando, mirando al mayor con una pequeña sonrisa en el rostro.
—Besito~ Argentina pidió, riendo tierno.
México le sonrió, besándole sus labios y después abrazándolo, dándole varios besos en su mejilla hasta hacerlo reír de las cosquillas. Sus brazos rodeando el delgado y lindo cuerpo de Argentina, acariciando de vez en cuando mientras le otorgaba besos en todos lados que podía.
—¿No dormiste?—Argentina cuestionó.
—No, no podía dormir, estaba pensando en varias cosas, cariño, tengo algo de trabajo que hacer, pero no quería despertarte, te veías muy lindo.
Argentina rió, besando al mexicano en la mejilla y luego en sus labios. Lo miró por unos segundos a los ojos, su sonrisa poco a poco se borró, abrazándolo ahora.
—¿Pasa algo, mi amor?
—No, no, nada... Es solo que recordé el sueño que tuve, no fue nada agradable... Pero no quiero hablar de ello.—Respondió, descanso su mejilla en el pecho del mexicano.
