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—Argentina.
No había respuesta.
—Argentina, por favor, necesito hablar contigo, es algo urgente y necesitamos hablarlo, ¿Dónde estás?—Buscaba México al menor en la casa, sin recibir alguna respuesta, Mextina estaba durmiendo en su habitación.
Entrando a la habitación, no lo encontró, ¿Dónde estaba? Lo llamó una, dos, tres veces, hasta que por fin contestó.
—¿Argentina? ¿Dónde estás? No puedes dejar a Mextina solo en casa de esa forma, se que está durmiendo, pero podría despertarse en cualquier momento, es un bebé todavía, Argentina.—Habló, molesto de que el del sol no se haya llevado a Mextina con él a donde sea que esté.
—No iba a tardar nada en llegar, México. Solo iba a recoger al bebé de Uruguay, me pidió que lo cuide, él tiene que seguir trabajando, estoy regresando a casa, no te preocupes.
—Aún así, no vuelvas a hacer eso.
—México, solo fueron unos minutos.
—En unos minutos pueden pasar muchas cosas.—México hablaba en serio. No era normal ver a México molesto, pero ahora lo estaba, y es que como no estarlo, su pequeño había sido dejado solo en casa.
Mextina se despertó, bajando de su camita al escuchar ruido, agarrando su solecito de peluche, yendo a velocidad de bebé hasta donde estaba su padre, cuando lo vio, lo atacó por detrás, aferrandose a su pierna.
—Está bien, te espero.
México se despidió, colgando, después agarrando a su pequeño en brazos, sonriendo, le dió un beso en la mejilla, abrazándolo. —¿Cómo dormiste, mi amor? Tus ojitos me dicen que dormiste bien—Dijo, dejando a su pequeño en la cama.
Después de unos segundos, la puerta se abrió, Argentina había llegado. El del sol estaba algo triste de que México estaba molesto con el por haber dejado a Mextina solo, pero fue inesperada la llamada de su hermano, por lo que tuvo que ir rápido, antes de que Brasil se quede a cargo del bebé, eso no iba a permitirlo.
—México.—Llamó.
El mexicano fue rápido, yendo dónde Argentina, Mextina siguiéndolo rápido cuando logró bajarse de la cama, se emocionó cuando vio que su papá solecito venía con una sabanita en brazos, ¡Era su hermanito!
—¡Hermanito!—Bajó con cuidado, queriendo conocerlo. Una vez estuvo frente a Argentina, esté se agachó con una sonrisa para que pueda verlo. Mextina lo miró asombrado, sus ojitos abiertos, sonriendo después y riendo.
Argentina miró hacia arriba a México, viendo que tenía los brazos cruzados. Tragando saliva leve, sabía que tenían que hablar sobre lo sucedido.
