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México le daba pequeños besos a Argentina en los labios, sonriendo suave entre ellos, los labios del menor siempre tenía un dulce sabor, y eso le encantaba, no quería dejar de besarlo en ningún momento, solo quería quedarse de esa forma con él en ...

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México le daba pequeños besos a Argentina en los labios, sonriendo suave entre ellos, los labios del menor siempre tenía un dulce sabor, y eso le encantaba, no quería dejar de besarlo en ningún momento, solo quería quedarse de esa forma con él en la cama, abrazándolo y llenando su rostro a besitos.

—Ya debemos de ir por el niño.—México comentó al ver la hora en su teléfono, se levantó con el menor en brazos, tenía algunos mensajes de sus estados, los cuales decían solo información sobre lo que Mextina andaba haciendo.

Habían fotos del pequeño y videos también de Mextina corriendo por todos lados, hasta que se dió cuenta de que andaban persiguiendo a Mextina. A los estados les causaba gracia perseguir a Mextina, más cuando saben que a Mextina le daba miedo alguno de ellos.

—¿Mextina está bien?—Argentina preguntó una vez estaba de pie por si solo.—Me agrada que tus estados hayan aceptado cuidar de él, pero también me da algo de miedo.

—¿Prefieres que los tuyos cuiden del niño? Son peores que mis hijos.—El mexicano admitió. Mextina si tenía prohibido ir a ver a las provincias de Argentina, quienes seguían celosos todavía, igual que molestos.

Saliendo de casa, fueron directo a buscar a Mextina. Con el pequeño, el menor andaba corriendo por su vida para esconderse de EDOMEX y Guanajuato, le daba mucho miedo ellos dos, se escondió debajo de la mesa sosteniendo su peluche de sol cerca de su cuerpo, estaba cansado de correr tanto, le dolían las piernitas.

No fue hasta que vio que alguien entró, miró un poco; era Yucatán, salió de su escondite, yendo dónde el yucateco, aferrandose a su pierna, con miedo, sabía que Yucatán podría protegerlo.

—¿Qué pasa, Mextina? ¿Te siguen persiguiendo esos?—Preguntó. Mextina asintió, mirándolo.—Ven, yo te ayudaré.

—Diles algo, me dan miedo.—Comentó, siendo cargado en brazos por el estado, Mextina se aferró a sus hombros, viendo a todos lados en busca de alguien más que pueda protegerlo de aquellos dos o más estados que querían hacerle daño, entre comillas porque solo era un juego.

No, no querían hacerle daño a Mextina, no serían capaces de eso, pero no sabían cuándo un juego había sido suficiente para el menor, que lo asustaban y Mextina pensaba que si querían dañarlo.

Yucatán se acercó a los estados que andaban queriendo seguir asustando a Mextina.

—¿Podrían dejar de asustar a Mextina? México está viniendo por él, y no quieren que los castigue otra vez.—Yucatán dijo, sintiendo como el pequeño se aferraba a él, sin ver a ninguno de ellos.

—Solo era un juego,wey, no es para tanto.—EDOMEX dijo, acercándose.—Dame al wey, solo queremos jugar con él.

—No, juega con CDMX si tanto quieres, pero no con Mextina.

Después de eso, la puerta se abrió, dejando ver a México, quién siempre tenía la llave de aquella residencia, pues tenía que, debía de ver por sus estados en cualquier momento. Al entrar, Mextina se emocionó, siendo dejado en el suelo, corriendo hacia su padre, quién lo recibió al cargarlo en brazos, sonriendo y dándole un besito en la mejilla.

—¿Cómo estás, mi amor? ¿Te la pasaste bien con tus hermanos?—Preguntó, sonriendo, sosteniendo a Mextina en brazos. Argentina se acercó poco después, saludando a su pequeño con un beso en la frente.—Te tendrás que quedar con papá solecito un tiempo, tengo que hablar algunas cosas.

México miró a sus estados, dándole Mextina a Argentina para que cargue.

—CDMX, acompáñame, por favor.

CDMX bufó molesto, siguiendo a su padre, siempre era el, pues claro, era la capital. Argentina se acercó, sonriendo, sentandose en el sillón con Mextina en sus brazos, teniendo cuidado con los estados. Todavía le daba algo de miedo estar con ellos, más con EDOMEX, o Guanajuato.

La mayoría eran amables y dulces con Argentina, otros eran groseros, desinteresados con él todo el tiempo, hasta que México los regaña por actuar maleducados con su esposo.

—¡Hice dibujo!—Mextina se bajó, yendo a buscar su dibujito, cuando lo encontró, se lo mostró a Argentina, eran los estados de México, hechos bolita y palitos, los treinta y dos, aunque algunos tenían palabras escritas arriba.

"Malo" "Moustro" "miedo"

Eran palabras que podía leer, igual que los nombres de algunos de ellos, mal escritos un par de estos, pero entendía que apenas estaba aprendiendo los nombres. Era adorable.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Where stories live. Discover now