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México entró a la cocina, viendo a Argentina siendo abrazado por dos de sus hijos, quienes solo estaban felices de estar ahí con el del sol. Le sorprendía ver a sus hijos tan apegados a Argentina, al principio pensaba que no les iba a agradar la idea de que se case con él, pero fueron aceptandolo.
—México.—Argentina sonrió al ver al mexicano ahí parado. Sus hijos miraron a su padre, aferrándose más al del sol, no querían dejarlo ir.—Uhm... tus hijos son muy tiernos, no me han dejado solo en todo el día, salieron conmigo también en lo que tú dormías.
—¿Eso es cierto?
Los tres asintieron.
—Era para asegurarnos de que no ande solo por ahí. Nos preocupamos también por su seguridad, hay mucho pendejo que quisiera hacerle daño al solecito.—Nuevo León dijo, abrazando a Argentina, sonriendo y acurrucándose ahí.
—Entiendo, pero no lo ahoguen en sus abrazos, está chiquito.—México dijo, consideraba a Argentina chiquito aunque no lo era, era bastante alto.
Argentina estaba feliz ahí, no lo odiaba, era bastante cómodo, eran como México de tranquilos y cálidos. El del sol pronto se separó para ir con México a hablar, dejándolos ahí.
—¿Te molesta que me abracen?—Preguntó.
—No, no, obvio que no, solo me molesta que estén muy cerca de ti cuando están enfermos, es muy fácil para ti contagiarte y enfermarte, puedes abrazarlos, pero no tengo tiempo, nada de besitos.
—... ¿Te puedo dsr unos?
México asintió, dejando que Argentina le dió pequeños besitos en los labios, agachándose un poquito para que lo bese más cómodo, lo agarró en brazos, besándolo de vuelta, sonriendo entre el beso, le daba besitos en todo el rostro mientras lo abrazaba.
Hacia tiempo no besaba de esa forma a Argentina, lo extrañaba.
