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Argentina iba a viajar al territorio de México, al parecer el presidente fue invitado a dar una conferencia con el presidente de México

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Argentina iba a viajar al territorio de México, al parecer el presidente fue invitado a dar una conferencia con el presidente de México. No había visto al mexicano en unas semanas ya que tuvieron mucho trabajo, de todas formas, el bebé estaba bien y saludable.
En el viaje, pensaba en México, en lo feliz que iba a ponerse al verlo.

México estaba llegando tarde para recibirlo. Corria de ahi para allá, se había despertado bastante tarde, no podía llegar tarde con su solecito, aunque era por trabajo, aún así, debía de verse bien.

Cuando llegó, estaban todos ahí, el avión llegaría en unos minutos. Había llegado a tiempo.

Suspiró. Después de unos minutos, aterrizó, México estaba desesperado y muy emocionado de ver a su solecito por fin después de varias semanas lejos de él. Comenzaron a bajar, pero no veía a su solecito.

—¿Argentina?—Habló, tratando de ver si estaba ahí también. No bajaba, ¿Por qué no? ¿Algo había pasado? Se acercó más, y justo en ese momento Argentina fue bajando.

Era difícil con su pancita que no estaba grande eso sí, no se le veía que estaba en espera es de un bebé. Bajó con cuidado. México se le quedó viendo unos momentos, no reaccionaba ante lo bello que se veía, siempre se veía hermoso, pero ese día, no podía creer lo tan hermoso y angelical que se veía.

—¡Solecito, solecito!—Corrió hacia él, abrazándolo de repente, asustando así a Argentina quien se quedó quieto ahí, siendo rodeado por los brazos del mexicano. Sonrió, apoyando su mejilla en su hombro. México debía de agacharse eso sí para abrazarlo.

—México...

—¡Ven, ven conmigo!—Le agarró de la mano, emocionado y llevándolo hacia dentro, quería llevarlo a casa para que deje sus cosas ahí y puedan pasar tiempo juntos.

—¡México, México!

—Dime, corazón.

—¿No me vas a besar?

—... Ah, con razón sentí que se me olvidaba algo...—Se volteó, besando a Argentina en los labios, sosteniendolo por las mejillas, un beso lleno de amor y profundo.

—¡M-México! ¡E-espera!—Argentina rió nervioso cuando lo atacaron a besitos ahí mismo. Estaban en público.—México, estamos en público.

—¿Y? Todos saben que somos novios, no debería darte vergüenza, mi amor.

—... ¿Si sabes que esto está siendo transmitido?

—Con más razón.—Lo llenó de besitos otra vez en todos lados, agarrándole ahora las manos.—Vamos a casa, corazón, ahí puedes poner tus cosas en estos días que te vas a quedar.

Luego de esos días y algunos más, iban a volver a casa juntos.

México pegó su frente a la de Argentina, sonriéndole, le dió un besito en los labios, rodeandole la cintura con los brazos, se quedaron así unos momentos diciéndose lo mucho que se amaban, sin importar que tal vez los estén grabando, para ellos en ese momento solo eran ellos dos y nadie más.

—¿Sabes? No pude dejar de pensar en ti, en nada más, solo en ti, en esos ojitos preciosos que tienes, en tu carita hermosa, tus besitos, abrazos y la forma en la que me amas...—México dijo, cerca del rostro de Argentina, haciéndolo reír suavemente.

—Fue un viaje largo... Estoy cansado.

—Me imagino que estás muy cansado, vamos, te llevaré a casa y te prepararé algo rico para comer.—Le agarró de la mano, caminando con él de esa forma para irse a casa.

En el camino hacia el auto hablaban de algunas cosas, lo que hicieron mayormente en esas semanas. México lo llevó a casa, una vez ahí, no pasó mucho para que estén dándose besos, felices de verde después de un tiempo.

Esos besos fueron interrumpidos por el teléfono de Argentina, quien se separó, agarrando su teléfono y viendo, sintiendo suaves y tiernos besos en su mejilla todavía.

El mensaje decía que no podía quedarse en casa de México, debía de quedarse con el presidente, suspiró molesto al leer eso, ¿Por qué debía de hacer eso?

—Uhm, México~

—¿Si, corazón?

—Debo de irme, me dijeron que no podía quedarme aquí.

—... ¿Qué? ¿Por qué no, precioso? No puedes irte así, acabas de llegar, solecito.

—Tengo que irme con el presidente. Lo siento, te veré mañana temprano.—Le besó la mejilla.

—Pero... ¿No podemos acostarnos y darnos amorcito en lo que llega el auto?

Argentina miró a México, sonriendo, negando después, no podían, ambos sabían que si se acostaban en la cama, acabarían en algo más que darse besitos y abrazarse, y ese no era el plan.

—No, México, tengo que irme. Mañana nos veremos, no te preocupes.

Bueno, parecía ser tan bueno para ser verdad.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Where stories live. Discover now