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Ambos en el parque, en un día medianamente soleado. Argentina jugaba con un peluche que había traído con él, México no estaba con él, habían quedado de verse en ese lugar después de que el mexicano salga del trabajo. Hizo un puchero al ver la hora, no llegaba, habían pasado veinte minutos desde la hora acordada, no hizo nada al respecto, se quedó esperando más tiempo... Pasó una hora así hasta que escuchó la voz del mayor.
Se levantó, viendo al mexicano llegar. Hizo un puchero, mirando a otro lado, molesto de que haya llegado una hora tarde a lo acordado.
—Uh... ¿Lo siento? De verdad lo siento, tuve más trabajo de lo que pensé, no debí de quedarme, lo siento por hacerte esperar mucho, mi amor.—México se acercó sentándose a su lado y besándole los labios.—Se que estás molesto porque llegue tarde, es la primera vez que llego tarde a una cita, mi corazón.
—Lo sé, solo por eso te perdono.—Argentina cruzó sus brazos, volviendo a acostarse en el césped con el peluche entre sus brazos. Miró al mexicano, sonriendo suave y tirándole el peluche al rostro.—¿No vas a besarme como siempre?
—Pensé que tú ibas a besarme primero, amorcito.—Sonrió el mexicano, agarrando la mano del menor, jalando suavemente a este hacia él, besándole los labios. Argentina rió entre el beso, separándose del mismo poco después, le jaló de las mejillas.
México le agarró sus manos, acariciando las mismas antes de darle un pequeño beso en la frente.
