Capítulo XXXVI

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Cada silbato que emite el sujeto que nos da la practica suena en mi cabeza a cada instante.

En este momento no es el entrenador Rondón el que nos dirige ni nos grita, solo es el entrenador físico del equipo que vino a la ciudad para reforzar su equipo.

Y aquí estoy, exhausto, pero tengo que hacerlo, por mamá y por papá, sus exámenes, todas sus medicinas para cuando despierte...

El medico había dicho que tenía probabilidades de despertar, eran 50/50 pero... Todo depende de mí, yo fui el causante de su estado, ahora tengo que hacerme responsable de eso y dar todo de mí para que mamá tenga una ayuda.

Termino de hacer todos los entrenamientos físicos y el técnico del equipo nuevo nos llama.

—Quiero que jueguen un partido, veremos de que son capaces —informó, serio. Me dio una ojeada antes de darse la vuelta y tocar el silbato que indicaba que el partido iniciaba.

Los minutos pasaron rápido, corrí y corrí, toqué y disparé, no anoté ningún gol ni fui el mas destacado, no me había mantenido en buena forma el ultimo mes... Perdí gran parte de mi esfuerzo anterior en tontos recuerdos como...

No importa.

El entrenador nos formó a todos después que terminó el partido.

—Sientense —pidió con firmeza. Nos sentamos en el campo los que formábamos parte del equipo del instituto—. Quiero decir que el partido estuvo muy aburrido, no vi nada especial en todo el partido —aclaró con severidad. Me decepcioné al instante—. Pero, me impresionaron algunas cosas, destellos de lo que algunas vez se llegó a llamar amor por el deporte.

Algunos nos miramos, no entendía lo que hablaba, no pude evitar mirar a Allen. El chico había jugado un partido extraordinario, había anotado un gol, él hizo lo que quiso en el partido. ¿A eso se refería?

El entrenador miró detrás de sí mismo donde se encontraba el asistente, le preguntó algo y asintió después volviendo a nosotros.

—¿Chuck? —Llamó el entrenador.

Miré a mi izquierda y el chico robusto se levantó.

—¿Sí? —Respondió él firme y serio.

—¿Sí qué? Estás en nuestro equipo tarado —explicó en entrenador con fastidio y rudeza—. Eres una maquina de hacer goles —alagó con una leve sonrisa egocéntrica.

Chuck dio un salto de felicidad y celebró con algunos chicos del equipo.

Rayos.

Todo se había ido a la mierda.

Yo estaba a un lado de Allen y el chico suspiró con fastidio al bajar la mirada, tal vez de dolor o celos por el logro de Chuck.

Chuck había jugado un buen partido, hizo 2 goles más que Allen, solo eso, por eso me imagino que Allen se sentía así, por no poder hacer más, por dejarse superar.

Yo no puede ver más al joven chico así y me concentré en el pasto que empecé a arrancar con fastidio y decepción.

No había podido quedar en el equipo, tampoco había hecho el mejor de mis partidos, tenía bien ganada mi posición. No podía quejarme...

—Andrew... Parker —mencionó el entrenador después de un momento.

Dejé de respirar y levanté la mirada para encontrarme con ese entrenador un poco viejo observándome con una leve sonrisa amigable.

—Levantate que estás en nuestro equipo —añadió el entrenador.

Volví a respirar. Pude ver al entrenador Rondón saltar en una de las gradas feliz.

SUICIDE NOTE -∆-Where stories live. Discover now