CAPÍTULO XX

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A & M

Creo que no deberíamos planear tanto nuestro futuro, tal vez solo hay que dejarlo fluir.

Estacioné el auto frente a la casa de sus padres.

—¿Segura qué estás bien? —soné algo preocupado.

Sonrió y tiró su cabeza hacia atrás como cansada, pero sabía que aún restaban efectos de la droga en su cuerpo.

—Ya te dije que se me pasó hace un buen rato.

—¿Segura?

—Sí, además el loco Jake dijo que el efecto no duraría más de una hora...

—Ese mismo sujeto nos drogó.

—Lo sé pero tranquilo, ya pasó más de ese tiempo, y no me siento tan mareada —Comenzó a quitarse su cinturón de seguridad para bajar.

—Megan quiero que estés bien.

Ella ladeó la cabeza y sonrió para darme un beso.

—Tranquilo Andrew, estoy bien ¿sí?

La idea de que Megan y yo fueramos algo más que simples amigos era totalmente increíble, se salía de todo lo planteado.

Creo que no deberíamos planear tanto nuestro futuro, tal vez solo hay que dejarlo fluir.

—Si tú estás bien, todo lo estará —aseguré mientras retiraba mi cinturón.

Ella sonrió para darme un fuerte abrazo.

—Adios —Finalicé en dirección a casa.

—Andrew —llamó y me hizo voltear—. No deberías despedirte así.

—No lo considero una despedida.

Sonrió y blanqueó sus ojos con fastidio divertido:

—Lo sé, solo quiero un abrazo.

Sonreí y caminé hasta pararme frente a ella.

—¿Si lo quieres por qué no lo pediste desde un principio?

Sonrió y pensó falsamente.

—Solo dame mi estúpido abrazo.

Me acerqué más consiguiendo eliminar nuestra separación, rodeé su cadera con mis manos y seguí bajando.

—¿Por qué te estás yendo tan abajo? —inquirió seguido de una risa coqueta.

—Tú no aclaraste dónde debía ser el abrazo y sus límites, así que yo tomé mis propias medidas.

Touché nene.

Nuestras risas crecieron en armonía, unidas por un simple lazo que nos llevaría al fin de los tiempo.

Subí mis manos hasta su cintura y la apreté contra mí, la levanté para poder abrazarla mejor, sentí como cada vez suspiraba más y más lento, no la había abrazado mucho, pero sabía lo mucho que le gustaba, le fascinaba.

Su respiración suave y tranquila producía una extraña razón de vivir.

Nos quedamos abrazados un instante, solo los dos ahí, sintiendo nuestros latidos y respiraciones mezclarse.

—¿Podríamos ir juntos mañana al instituto?

La observé al oír su pregunta.

—¿Eh?

SUICIDE NOTE -∆-Where stories live. Discover now