CAPÍTULO XV

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The-Venganza

—Aparca a la derecha —señaló Megan.

Esta vez frené justo a tiempo donde ella lo indicó.

—Ranita a Rana macho, ¿me copia? —dijo a través de Walkie Talkie seguido de ese sonido típico de interferencia que suelen emitir.

—Aquí Rana macho, copiado —respondí con la mandíbula tensada.

Una suave risa se le escapa.

—¿Pasa algo? —pregunto al verla con los labios apretados mirándome muy fijo.

Evidentemente disfrutaba verme incómodo, avergonzado, fuera de mi zona de confort.

—Solo adoro como lo dices, nada más.

—¿En serio tenemos que decirlo?

Sonrió y sus mejillas se llenaron. Abrió puerta y me dio un último vistazo por encima de su hombro.

—Lo necesitas —dijo al bajarse.

Lo necesitas...

La seguí, sigilosamente atravesamos la acera dirigiéndonos al jardín delantero de la casa de Chuck. Pensé que cruzaría en dirección a la puerta pero continuó por algunos arbustos.

—¿Adónde vamos?

Se detuvo y colocó su dedo índice en mi boca para que hiciera silencio.

—No entraremos por la puerta delantera, es muy predecible. Mejor vamos al jardín trasero por ahí será mas fácil entrar.

Asentí y señalé su dedo que aún estaba en mi boca.

—Eso no era necesario —murmuré.

—¿Qué?

—Que pusieras tu dedo en mi boca.

—Sólo... —Agitó su mano dándome a entender que no iba a responder.

Continuamos, llegamos al jardín y todo se veía igual que ayer; vasos y basura regada por todas partes del cuidado patio.

—¿Chuck está en casa?

No me respondió, seguía semi-agachada, acechando la entrada.

—¿Acaso eres sorda?

—No lo sé Andrew, podría estar, qué sé yo.

—No sabes claro, maravilloso.

—Dios... —Soltó un resoplido como si la situación se estuviera volviendo tensa.

—¿Dios? No lo metas en esto. Dijiste que tenías un plan.

—Deja el lloriqueo que todo saldrá bien —aseguró al levantarse y mirarme—. Espero.

—¿Esperas?

Su risilla me hizo tensar la mandíbula pero de igual manera seguí detrás de aquella chica que no dejaba de mirar a los lados como si fuese a cruzar una autopista.

—¿Tienes llave también?

Posó su pálida mano en la puerta y se abrió lentamente como si no hubiera nadie en la casa.

—Eso responde tu pregunta.

Y fue la señal perfecta para adentrarse en la amplía casa. Continuamos a través de la sala que formó parte del centro de la fiesta, hasta que llegamos donde había estado la barra.

—¿Qué buscamos?

Megan puso un dedo en sus labios nuevamente indicándome silencio. Después señaló las escaleras, justo por donde ella había bajado con Chuck...

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