CAPÍTULO IV

160 29 162
                                    

Volviendo

Un ruido repetitivo y casi imperceptible molesta mi sueño... Miro la ventana pero el sonido se detiene. Me recuesto otra vez y vuelve el sonido, pero otro diferente al anterior, el sonido de ahora era como el de... bocina de auto.

Quedé sentado en la cama de golpe.

«¡El auto de Ethan! ¿Qué le pasa a este? Despertará a todo mundo» salté de mi cama y llegué corriendo hasta la ventana, la abrí y sí era él. Apenas me vio tiró su cabeza para atrás aliviado.

—¡Al fin! ¡Mueve tu culo flacucho y vámonos! —mandó desde afuera de su auto como para que lo escucharan en toda nuestra calle.

—¡Mueve las nalgas hermano! —repitió seguido de una queja sonriente.

—¡Cállate! —exigí, pero me cubrí la boca rápido.

—¡Pero entonces mueve ese culo flacucho que tienes!

Le hice una seña para que se esperara.

¿Qué podría querer a ésta hora?

Me siento en el borde de la cama, tomo mi teléfono, veo la hora y son las 12:01 am. ¡Es de madrugada! ¡Y es un miércoles! ¿Qué le pasa con Ethan? Es muy tarde...

Negué y él volvió a tocar la bocina.

—¡Maldición! —mascullé porque todo se volvería un desastre si mis padres despertaban.

Tomé una camiseta negra que reposaba en una esquina de la mesa y me puse mis Vans.

Volví a la ventana, examiné la altura, y era una casa de dos pisos, así que había una caída larga. Sólo me paré en el borde y me estiré lo mas que pude para reducir la altura, y salté, la caída fue mas rápida de lo esperado. Apenas toqué al suelo subió por mis piernas ese típico ¡chok! de electricidad en los tobillos.

—¡Agg, diablos! —chillé suave cuando caí tomándome los tobillos con molestia.

—Ay pero que llorona eres Peter Parker  —bromea Ethan desde el auto refiriéndose a Spiderman.

Le mostré el dedo del medio. Volví a ver la habitación de mis padres, y no habían encendido la luz. Llegué cojeando un poco hasta el auto dónde se reía Ethan de mí.

—¿Por qué saltaste? —dudó Ethan apenas entré al auto—. Tienes llave ¿no?

Cierto, pude haber salido por la puerta.

—No quería hacer tanto ruido —corté tratando de obviar esa parte.

—Claro —dijo sarcásticamente.

—¿Qué quieres? —hablé para hacerlo continuar.

Negó todavía por mi salto.


—Bueno... —pausó y me observó con extrañeza antes de continuar—. Oye oye, no, no, hermano no vas a ir conmigo a la fiesta vestido así.

—¿Qué pasa? —Traía una camiseta negra, unos pantalones de pijama gris y los Vans, bueno sí, lo admito, andaba mal para una... ¿una fiesta?—. ¿Una fiesta?

SUICIDE NOTE -∆-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora