Capítulo LI

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—¿De qué color quieres tu traje? —Me preguntó la amigable chica que atendía en la entrada de la pequeña tienda de trajes.

—Preferiblemente negro.

—Es mejor rosado —interviene Ethan sin pedir su opinión.

La mujer lo mira raro.

—No utilizaré un traje rosa. No le preste atención —aconsejé a la chica.

—No sé a qué te refieres, los rosas son los mejores —apretó su boca y la chica que nos atiende sonrió extrañamente con el comentario de Ethan—. ¿Cómo te llamas?

Negué porque Ethan no podía ver una linda chica frente a él porque se volvía tonto. Bueno más de lo normal.

—Carmen —respondió la chica de mala gana al volver a mí—. ¿Negro me dijiste?

Asiento y sonrío al ver a Ethan recostado del mostrador baboceando a la chica que nos dio la espalda.

Le encajo un golpe en la costillas que lo hace girar hacia mí con mueca dolorosa.

—Eso no se ve bien —acusé su forma.

Ethan apretó el lugar del golpe y reí porque sus ojos se cristalizaron.

—Me dolió... —confesó con un fino hilo agónico—. Te pesa la mano.

Negué y reí.

La mayor parte del día tratamos de encontrar un traje para mí, no me gustaban ninguno de los que me mostraban, ¿era posible qué no me gustase ninguno de los tonos de negro que la chica ofreció? Y al parecer sí, ninguno me agradó.

—Gracias —habló Ethan cuando la amigable chica le entregó un traje rosa en una bolsa que lo recubría por completo.

—Nada de rasgaduras ni manchas, o tendrás que pagar por el —avisó la chica ya fastidiada de Ethan.

—La única rasgadura es la que dejaste en mi corazón, Carmen —dramatizó Ethan con una mano en el pecho.

—Ya, vamos Ethan, quiero comer algo —lo hice mover, porque de no ser así se quedaría toda la tarde piropeando a la pobre Carmen.

Entró al auto y tiró el traje en el asiento de atrás sin precaución.

—Deberías cuidar el traje, no querrás pagar por un simple rasguño.

Se encogió de hombros y dijo:

—Lo que hay es money mi hermano.

Negué por lo presumido que podía llegar a ser, aunque sabía que era broma.

—Entonces vamos por un helado a gastar todo ese money mi hermano —imité su tono a lo último.

—Envidiosa —chilló al escuchar mi tono.

Mi carcajada quedó estancada dentro del auto. Condujo a la heladería más cercana y nos compramos unos helados para sentarnos en unos banquillos hechos para disfrutar de la vista de la autopista.

Suspiré y mi vista cayó sobre los diferentes autos que se transportaban por toda la autopistas, unos yendo a un destino y otros viniendo de ese destino. Unos disfrutando del camino y otros apresurados por disfrutar del calor de su hogar. Y sinceramente me encantaba estar aquí, sentado y disfrutando de mirar los diferente coches que transcurrían la larga calle, me gustaba verlos y escoger uno, y seguirlo e imaginarme su destino solamente con el ver a su conductor, el pasar sin saber a qué se aproximaba.

—¿Con quién irás al baile? —Preguntó Ethan eliminando mi concentración de esa anciana que conducía una vieja camioneta que seguramente visitaría a su familia que tendría años sin ver.

SUICIDE NOTE -∆-Where stories live. Discover now