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LAS NOTAS DE LA VIDA Y PRIMERAS SEÑALES

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LAS NOTAS DE LA VIDA Y PRIMERAS SEÑALES

Sofía Henderson

—Fue algo así como raro. Primero no sé cuál fue su punto al llevarme a su departamento, entonces ahí toco el piano y por lo que dijo creo que lo hizo para mí. Luego ese contacto en el hospital fue algo muy extraño, o sea según yo no nos caemos bien y ahora pasa esto

Mi primo está muy atento a lo que le platico puedo jurar que examina cada una de mis palabras pues su atención no me abandona en ningún momento, después de dejar el hospital como a media noche, nos despedimos de Damián fue algo extraño ya que tuve que darle un pequeño abrazo al cual correspondió muy bien, quería dejarle en claro que cuenta conmigo a pesar de las pequeñas diferencias que pudimos haber tenido en el pasado o que aún tenemos y mi padre se quedó con el mientras que mamá y yo nos regresamos.

Apenas amaneció ya tenía al irritante pero muy carismático Andrew despertándome con sus fuertes toques en mi puerta, lo ignore pero no funciono y ahora le estoy contando mi maravilloso día. No me importa estar despeinada, sin maquillaje con mi pijama de lunares rosas con negro mientras que el ya luce como todo un modelo en plena sesión de fotos. Dijo que tiene algo importante que decirme pero antes se le ocurrió preguntar como estoy.

—Ese idiota te estaba coqueteando —menciona con obviedad.

—No, claro que no —me apresuro a decirle mientras me dedica una de sus maravillosas sonrisas.

—Si, primita dorada —Pone uno de sus brazos en mi hombro —sé lo que te digo, aparte de ser tu guapísimo y muy atractivo primo soy un hombre —se encoje de hombros al decirlo con esa distinguida seguridad al hablar.

—Claro —Juego —se me olvidaba que eres hombre —Suelto una risa a lo que él me avienta un cojín y empezamos a golpearnos con estos.

Me bajo de mi cama para correr por toda la habitación, intenta golpearme pero en lugar de darme a mí se le interponen las cosas de mi tocador, de los muebles y casi le da a mi preciado piano así que tuve que detenerme fue su oportunidad para acorralarme en un rincón.

—¡Basta, basta, me rindo! —digo cuando me tiene acorralada en un rincón de la habitación así que me tapo con la almohada.

—¡Sí! Nadie puede contra el invencible Andrew —Hace una señal con sus manos mostrando sus pocos pero bien formados músculos.

—Entonces ¿Qué querías decirme?

—A eso —se rasca la nuca como buscando valor pues veo que se está avergonzando. Algo hiso este invencible.

—Bueno vas a seguir dándole vueltas o me vas a decir que te traes —Cruzo mis brazos yendo a mi cama de nuevo.

—Aaahhh mierda —gruñe —pase la noche con Julie —articula rápidamente.

—¿¡Espera que!? —grito.

—Fue lo mejor de mi vida Sofía —me sacude por los hombres pero ni así salgo de mi trance —¿Me estas escuchando?

—Sí, eso. Eso. Eso es ¿bueno? —dudo queriendo sonreír pero me sale como una mueca.

—Ella es asombrosa es... —sus ojos comienzan a brillar y con sus manos exagera su expresión.

—No quiero detalles —suplico —¿Por qué me lo contaste a mí y no a Liam? Digo son cosas que entre amigos, tu sabes.

—Porque prometimos no decirnos estas cosas

—¿Por qué?

—Sou —sentencia volviendo su semblante serio —sé que en algún momento él y tu follaran y no quiero saberlo —terminando su oración hace una expresión de asco negando con sus manos.

—¡ANDREW! —le grito arrojándole otra almohada.

—¡¿Qué?! —objeta —no quiero saber cuándo a mi prima se lo...

—PUEDES CERRAR LA BOCA YA —le grito poniendo mis manos en su boca me muero de vergüenza por haber dicho eso.

Péguenme por preguntona.

—Ya, está bien —dice entre risas —pero es enserio, Liam te ama y por lo visto tu también a él. Han estado muy unidos últimamente.

—Si —Suspiro —pero ¿Cómo fue lo tuyo con Julie? creí que iban más despacio.

—La invité a cenar, ya sabes lo que acostumbro. Y pues no quiso, me invitó a su departamento nos quedamos ahí un rato. Bebimos. Y paso lo que tenía que pasar —Con cada expresión mueve sus manos nervioso.

—Bueeeeno Julie eh —Arqueo una de mis cejas algo confundida.

—Sí —Ahora es él quien suspira, el amor llego a los Henderson —Bueno ya me voy, vamos a salir en la noche. Todos —me señala con su dedo.

Antes de salir se gira de nuevo a mí. Me ve con una seriedad que indica que me dará uno de sus "sabios consejos"

—Cuídate de Damián, no lo conozco y no confío en él. Busca algo de ti Sofía y aun no descifro que.

Y con eso sigue su camino, ni tiempo de responderle me da.

No entiendo qué tiene Damián, lo único que ha hecho es ser indiferente y por más que le busque el lado bueno, bromista, malvado, e incluso romántico a esto pues no lo hay, así que no hay nada de qué preocuparse. No sé si somos amigos ni siquiera tengo su número y las veces que hemos estado juntos es porque nos obligan. Aunque si me da cierta curiosidad tanto misterio alrededor suyo, sus cambios de ánimo tan repentinos y la manera tan fría de hablar. Tal vez es un doble cara por como estuvo tan buena onda con mis padres el día que lo conocí y luego muy grosero conmigo.

Antes de que mi mente siga dándole vueltas a este asunto tengo que ir al centro comercial de nuevo, por tantas cosas que pasaron se me olvidó comprar las cuerdas de violín y ahora las necesito. Además de que aún tengo una plática pendiente con Jack el que lo haya visto y sobre todo cantando con él no significa que todo está resuelto. Así que me apresuro a cambiarme para ver si mi madre quiere ir a dejarme.

El frio invierno está cada vez más lejos. Ya no hay nieve, el frio ya no es insoportable, es hora de dejar atrás mis asombrosas chaquetas. Me encanta el invierno porque puedo ponerme mi ropa negra más a gusto, digo no me incomoda usarla en verano pero mis botas militares con mis jeans negros y mi chaqueta de cuero no son el mejor atuendo para estas fechas.

Bajo para saludar a mi abuelo, aun no puede levantarse de la cama lo que me pone triste, igual no hay mucho que ver afuera pero es más alegre en el exterior. Le doy un tierno beso antes de despedirme de él. Deseándome toda la suerte del mundo y diciéndome ahora si la marca de las cuerdas que debo comprar, las anoto en un papel pues suelo olvidar los nombres fácilmente.

—Hola abuelita —Esta preparando un delicioso desayuno —¿Y mi madre?

—Salió muy temprano para ver a tu padre en la clínica

—Ah —hago un mohín recargándome en la isla.

—¿Necesitas algo?

—Quería que me llevara al centro comercial, igual puedo esperarla

—Mientras tanto vamos a desayunar —sonríe.

Hago lo que me dice sentándome a un lado de ella, me pide hablarle de cómo ha ido mi vida, mis amigos, la escuela. Cosas así para no quedar en silencio lo cual agradezco hace bastante tiempo que no pasamos tiempo a solas.

Derrotada decido ver la televisión cuando el sonido de mi celular avisándome de un mensaje me saca de mi aburrido programa. Es un número desconocido lo ignoro otro rato pero vuelve a replicar.

Buenos días, curiosa. 



Melodías del CorazónWhere stories live. Discover now