28

40 18 46
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


EL REGALO PERFECTO Y LA DESCONFIANZA DANZANDO

Sofía Henderson

Rayos y centellas

Recórcholis

Caracoles

Y todos los insultos que se me permitan decir.

—Hola Damián, Señor Adam —Los saludo entrando en la sala donde ambos están con mis padres.

—Un gusto volver a verte Sofía —dice Adam con cordialidad mientras su hijo ignora mi presencia.

Ya que se había llegado el fin de semana decidí salir muy temprano a retomar mi rutina de ejercicio matutina junto a Margot quien sí es una aficionada de tener el corazón acelerado y tus pies llenos de calambres, cosa que solo me pasó a mí por abandonar la disciplina hace un mes.

Fue mi propósito de año nuevo y creo que lo aplazaré para el próximo.

Por lo que mi imagen en este momento es desastrosa, horrible, sudada y quizá parezca un pequeño mapache por las bolsas bajo mis ojos, nunca he sido buena para madrugar pero si muy buena para dormir tarde. En cambio el chico siempre luce como si estuviera a punto de tomar una sesión de fotos, lleva una camisa de botones en color negro, sus pantalones negros y una gabardina gris, su cabello como siempre luce un negro azabache mejor que el mío dándole así a sus ojos el protagonismo que merecen pues el azul brilla hermoso a pesar de su mirada dura.

No quiero que me sigan viendo con mis leggins rotos en las rodillas gracias a la caída que tuve, mi camisa sudada y mi cabello siendo un nido de pájaros. Trato de huir de ahí pero la voz de mi padre me llama, un buen momento para que de nuevo la puerta se abra pero esta vez para sacarme de apuros no para hacerme quedar en ridículo frente a dos personas.

—Damián estaba muy preocupado por lo que le pasó a tu abuelo que ha venido hasta aquí para saber cómo estabas ¿No es algo increíble de su parte? —dice mi papá intercalando miradas entre ojos azules y yo.

—¿Cómo sabía del abuelo? —pregunto antes que nada.

—Yo se lo dije —contesta.

Miro al chico esperando aunque sea un movimiento de su parte pero sigue inmóvil como una roca viéndome, y como una roca no tiene sentimientos, pensamientos o voz para hablar supongo que le queda muy bien el apodo. Será la roca Brown.

—¿Enserio? —digo casi sin voz, me aclaro la garganta logrando por primera vez que Damián resople más que sólo parpadear —Quiero decir... eso es muy considerado de tu parte ro... Damián —me corrijo enseguida —Pero si me disculpan tengo que subir a cambiarme y tomar una ducha.

—Te esperamos aquí para comer, no dejarás en la mesa a nuestros invitados —sentencia mi padre viéndome autoritario.

Niego y asiento al mismo tiempo, esas preguntas siempre me confunden a la hora de contestar por lo que hago ambas señales para empezar a correr escaleras arriba. Mentira, no corro, camino lentamente porque estoy a punto de caerme del cansancio.

Melodías del CorazónWhere stories live. Discover now