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 AMORES DE POR VIDA Y AMORES PASAJEROS

Sofía Henderson

—Hola abuelo —susurro tomando su mano aún cálida, esas arrugas que cada día se hacen más presentes las toco una a una —Yo sé que ha sido una semana muy cansada, pero solo te pido que despiertes —Mis ojos se cristalizan sin poder evitarlo —aún hay demasiadas cosas que hacer, tú me impulsaste a ir tras mi sueño y quiero que estés vivo para que me veas cumplirlo —Las lágrimas corren libremente por mis mejillas hasta caer en el brazo que sostengo.

Me permito llorar libremente, no quiero que se vaya, no ahora, lo necesito en mi vida él es una parte indispensable porque me vio crecer, cada paso que daba lo di junto a él, mi abuelo es el motor de mi vida, la razón por la que sueño y creo en el poder del corazón. No quiero que la última imagen que tenga de él sea la de una camilla y tubos en su rostro, con una bata fría y en un hospital. 

La tristeza crece a escalas inigualables mientras mi corazón palpita sin cesar queriendo desahogarse de todo lo que ha ocurrido estos días, hoy me dejaron con él a solas y es lo único que necesito, recuesto mi rostro en una esquina de la cama sin soltar su mano por un momento siento como si su brazo se moviera. Me exalto y lo vuelvo a ver, aún tiene sus ojos cerrados.

—Abuelo —lo llame de nuevo —¿Abuelo puedes oírme? —Siento como se mueven una vez más sus dedos de la mano que tengo entre las mías.

Salgo de la habitación, grito el nombre de la enfermera que está a su cuidado y rápidamente llega le digo del movimiento y que quizá él puede estar despertando, camina a mi lado de regreso a la habitación. Lo inspecciona, toma su pulso, agrega otras cosas a esa bolsa que cuelga del otro lado del aparato respiratorio. Hace un montón de cosas que yo no entiendo por lo que solo la observo expectante, su rostro tranquilo causa en mí aún más desesperación. Al terminar sus últimas palabras son "está estable" le pregunto qué fue lo que sentí y dijo que a veces sucede con los pacientes pero no es nada grabe.

Vuelvo a mi lugar a su lado, no quiero separarme ni un momento. Sé que se movió, lo sentí.

—Todo lo que vive tiene un fin y es la razón de la vida —canto su canción favorita en voz baja —Todo lo que se ha aprendido de amistad, de amor en tu alma quedará...

Mi voz va perdiendo sonido mientras el nudo en mi garganta se intensifica, de mis ojos brota un rio de lágrimas permitiéndome llorar recordando esa canción una y otra vez mi cuerpo entero tiembla ante la necesidad de gritar, desahogarme y escuchar que todo estará bien, que no debo perder las esperanzas porque es como perder parte de mi sueño, parte de mi vida, parte de la felicidad.

[...]

—¿Quieres más mermelada para tus waffles? —La abuela me saca de mi trance, me mira con ternura y asiento. No he probado mi desayuno especial aun.

Melodías del CorazónWhere stories live. Discover now