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UN MAL TEMPO Y HERMANDADES DURADERAS

Sofía Henderson

Para el siguiente día tampoco hay noticias del abuelo, mi padre Liam y yo regresamos a casa pues él no puede descuidar el trabajo y nosotros tenemos que ir a la escuela. Mamá pudo hacer que otra chica se ocupara de sus citas del día. Aunque yo quería quedarme ellos insistieron porque no puedo perder clases.

El camino es muy silencioso, mi padre conduce sin siquiera dedicarme un momento, unas palabras o entablar una conversación conmigo. Liam va en su auto pero me hubiera gustado ir con él, no sé si eso hubiera hecho más o menos incómodo el momento.

Aunque él no me ve yo sí, puedo ver que está cansado. Observo sus ojos, cafés. Ni siquiera mi madre tiene los ojos azules y yo sí. Mi mamá dijo hace tiempo que mis abuelos paternos tenían ojos azules, de ahí quizá que Andrew y yo si los tengamos del color. Puedo observar su cabello negro, siempre lo lleva corto. Los lentes que empezó a usar hace un par de meses por un problema en un ojo. Mi padre no tiene una figura envidiable, supongo que de joven no practicaba deportes. Lo imagino más bien como el chico estudioso, por no decir el nerd...

Nuestra relación de padre e hija no es muy cariñosa. No hacemos bromas, ni siquiera peleamos. Es como si mi padre solo fuera una máquina de dinero, solo provee lo necesario pero nunca he tenido largas conversaciones o una ingeniosa pelea porque regresé tarde o porque lo desobedecí. Bueno nunca suelo romper las reglas, aunque mi ropa no hace otra cosa que gritar rudeza, no soy más que una adolescente en una fase de rebeldía, quizá.

—Papá —susurro

—Dime

—¿Estas preocupado por el abuelo? —digo lo primero que se me ocurre.

—Claro que si —dice sin mucha emoción, sin expresión alguna.

—¿Volverás con mamá?

—Si, solo diré en el trabajo que tengo asuntos familiares que atender. Todo estará bien no te preocupes —Me sonríe mostrándome una cálida y reconfortante mirada.

Asiento con la cabeza sonriéndole igual, estas pequeñas demostraciones de afecto son lo que más necesito ahora. Con el tiempo y poco a poco he ido comprendiendo que mi padre es una persona muy reservada, incluso con su familia. Pero el encontró esa armonía en su trabajo, nunca se queja y regresa feliz de ese lugar. Mi madre y él salen mucho por cenas laborales a las que invitan a mi papá. Es una excelente persona, aunque no me lo demuestre muy a menudo yo sé que me quiere. Lo dice a su manera.

—¿Puedo ir después de la escuela? —le suplico.

—Sí, me avisas para venir por ti

—No es necesario le diré a... Liam que me lleve

Melodías del CorazónWhere stories live. Discover now