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SUEÑOS LUMINISCENTES Y REALIDADES APLASTANTES

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SUEÑOS LUMINISCENTES Y REALIDADES APLASTANTES

Sofía Henderson

El público mueve sus manos de un lado a otro siguiendo el ritmo de mi canción, la euforia en cada uno de mis poros me hace sentir más confiada que nunca a la hora de tocar el solo en mi guitarra, disfruto del sonido que irradia invadiendo todo a mi alrededor, mis manos parecen tener vida propia al crear la música que siempre ha latido en mi corazón.

Los reflectores iluminan mi rostro, las luces de colores cambian a cada instante el color del enorme escenario y las estrellas dispersas por todo el recinto son cada una de las personas que han venido esta noche a verme a mí. Sigo tocando al mismo tiempo que veo al frente, no puedo ver más que la enorme multitud, no puedo hacer otra cosa que escuchar sus eufóricos gritos, la sangre en mis venas corre más rápido haciéndome sentir más viva que nunca, esto es lo que hago y amo hacerlo.

«SOFÍA»

Grita mi gente a coro mientras canto, mi rostro está en las gigantes pantallas a mi alrededor, levanto mi mano con el puño en lo alto y gritan más, su entusiasmo me llena el alma y escucho otra vez mi nombre, una y otra vez escucho mi nombre hasta sentir que vuelo del entusiasmo que me trae este momento.

—¡Sofía!

Me lanzo sobre ellos esperando que me tomen entre brazos, me eleven a lo alto sin temor de caer, sin embargo, nunca llega el momento.

Poco a poco las imágenes se dispersan, me veo sola y sin escenario, lo peor es que siento un fuerte golpe en mi espalda. Entonces abro mis ojos descubriendo que todo fue un simple sueño, un sueño que estoy bastante acostumbrada a tener.

—¡Mamá! Me interrumpiste —Me quejo cuando la veo entrar con la bandeja del desayuno.

—Buenos días Sofía —dice con su característico tono de alegría mañanera.

Llega hasta mi lado para levantarme del suelo, las sábanas nos complican un poco la tarea pues no sé cómo hago para enredarme entre éstas todas las noches. Toma mis manos ayudándome a sostenerme mejor mientras jalo las cobijas hacia abajo con mis pies. Una vez que soy rescatada de ese nido vuelvo a mi cama.

—No quiero ir a la escuela hoy —refunfuño dándole la espalda.

—No entiendo porque has decidido eso. Es tu primer día de clases, después de esas grandiosas vacaciones —alega abriendo mis cortinas dejando que la luz cegadora entre por las ventanas por fin quitándome las ganas de seguir acostada.

—Quería quedarme con los abuelos —digo levantándome.

—Te traje el desayuno —Ella sabe cómo cambiarme el tema.

—Mamá el abuelo está enfermo debiste dejarme

—No, él estará bien, le hablaremos todos los días para ver cómo se siente.

Melodías del CorazónTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang