El Perro de la Familia

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El Perro de la Familia

Era pasado el medio día, varios días después, y Sirius/Hocicos seguía siendo un perro de pie a cabeza. Charlus parecía disfrutar bastante tenerlo en casa –de hecho, Sirius nunca había comido tanto tocino en su vida como el que Charlus le daba por debajo de la mesa cada mañana, y había conseguido acaparar un espacio en la cama de James, o bien, enrollarse alrededor de la cabeza de James en la almohada durante la noche. Pero las cosas comenzaron a tornarse bastante tensas una vez que se dio cuenta de que cada vez que debía ir al baño, alguien tenía que acompañarlo al patio. Y se hizo mucho peor cuando Charlus insistió en acercarse a la tienda de mascotas para comprar un collar y una correa para el perro de la familia. Sirius se mortificó aún más con la placa dorada en forma de huesos, colgada al collar mediante un encantamiento, que leía HOCICOS. Extrañaba sentarse en la mesa, comer la cena y hablar... ¡Oh, cielos, cómo extrañaba hablar! Tenía tantos comentarios sarcásticos que se vio obligado a guardar para sí mismo que parecían estar a punto de explotarle la cabeza.

Estaba acostado en la cama de James, aburrido, mirando al espejo de la mesita de noche, donde podía ver el sol entrando a su habitación en Grimmauld Place. Suspiró con pesadez.

-Oye, Sirius –dijo James, bajando la pluma que había estado utilizando para escribir un ensayo para la clase de Slughorn. Los ojos de Sirius se movieron del espejo hacia James sin mover su cabeza- ¿Qué te parece un poco de música?

Sirius se sentó. La música siempre era buena idea. Movió un poco su cola de un lado a otro.

James sonrió y se levantó del asiento en su escritorio, buscando el disco. Sacó el disco negro de su forro, dejándolo en el tocadiscos y bajando la aguja. Se escuchó un sonido como un tapón, un crujido y la aguja se posicionó en su lugar... Y luego...

You ain't nothin' but a hound dog --

Cryin' all the time

You ain't nothin' but a hound dog –

You ain't never caught a rabbit and you ain't no friend of mine!

Sirius miró a James con un gruñido de perro y usó su pata para cubrirse los ojos en desaprobación. James rió.

-Okey, okey. Lo siento. No es gracioso. Mira, ¿qué tal éste?... –sacó el disco con un chillido de la aguja y lo reemplazó con otro- Intenta con éste –sugirió.

Otra vez, tapón, crujido y aguja...

So messed up I want you here

In my room I want you here

Now we're gonna be face-to-face

And I'll lay right here in my favorite place

And now I wanna be your dog

I wanna be your dog

I wanna be your dog

Sirius alzó su cabeza y gruñó. James reía a carcajadas.

-Está bien, me detengo. Perdón. Mira. Aquí hay una de los Beatles para ti, amigo –James rió para sí mismo y dejó una de las caras de White Album sobre el tocadiscos.

Martha, my dear...

Though I spend my days in conversation, please

Remember me

Martha, my love

Don't forget me

Martha, my dear...

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora