Hocicos

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Hocicos

El principal problema con que Sirius haya logrado transformarse completamente a su forma de animago, es que nadie sabía cómo transformarlo de vuelta. Sirius no parecía poder hacerlo él mismo, y James no pudo evitar pensar que se debía al hecho de que, como perro, no podía realmente utilizar su varita. Habían colocado la varita de Sirius entre sus dientes para que pudiera tomarla como una rama y, de manera bastante incómoda, intentó hacer algo con ella pero cada vez que lo intentaba, todo lo que lograba era darse una puñalada en un costado, o se distraía con su propia cola y termina dando vueltas en círculos.

-¡¿Podrías concentrarte, jodido tonto?! –demandó James una de las veces en que Sirius había terminado dando vueltas en círculos persiguiéndose a sí mismo.

Peter se sentó en uno de los troncos caídos que habían instalado alrededor de la fogata y miraba cómo James intentaba decir él mismo el hechizo para regresar a Sirius a su forma humana, pero sin resultados. Sirius gimoteó y se dejó caer sobre las hojas, poniendo su cabeza sobre sus patas con tristeza. James se sentó y se frotó la frente.

-Santo cielo –murmuró- No sé qué hacer. Mis papás esperan que volvamos hoy a tiempo para la cena. Si estamos si quiera un minuto tarde, mamá vendrá a buscarnos como si fuese un sabueso de guerra... -suspiró, mirando a Sirius, quien levantó la vista ante la palabra sabueso.

Peter negó con la cabeza.

-Sabía que debíamos haber hecho esto con Remus o en el colegio, o no haberlo hecho en primer lugar –dijo- Ninguno de nosotros sabe lo que está haciendo y un solo libro estúpido no es suficiente para enseñarnos. Fue completamente imprudente e idiota. Estamos locos por intentarlo.

James suspiró.

-Ya lo sé, pero lo hicimos, y ahora tenemos que averiguar qué hacer. ¡No podemos regresar con Sirius así!

-Tal vez tu papá sabrá que hacer... Dijiste que es muy inteligente y eso, tal vez él sabe algún hechizo para ayudar a Sirius –sugirió Peter.

-Eso implicará contarle lo que hicimos –dijo James.

Sirius se levantó y posó su cabeza en la rodilla de James.

-Basta de eso, ya sé que quieres volver a ser humano, amigo, ¡pero no sé qué hacer! –miró el largo y desaliñado pelaje negro del perro y suspiró, rascando detrás de su oreja, provocando que Sirius moviera su pierna con regocijo. James miró a Peter- Esto es muy raro si piensas que es Sirius a quien estoy rascando.

Peter asintió.

James dejó caer su mano lejos de las orejas de Sirius.

-Debemos arreglar esto... Pronto –dijo- Muy bien, aquí va una idea. Te dejamos en el Autobús Noctámbulo y hacemos que te deje en el Callejón Diagon para que vuelvas con tu mamá. Le diré a mi mamá que te enfermaste por tantos malvaviscos o algo y que Sirius te llevó antes a tu casa y que yo acababa de terminar de empacar cuando encontré a este perro y me siguió hasta la casa. Mamá estará tan ocupada admirando lo lindo que es...

-¿Lo es? –interrumpió Peter.

Sirius lo fulminó con la mirada.

-Perdón, sólo digo, no te vendrá mal algo de champú... Te pareces a Severus Snape por el momento, amigo –dijo Peter, alzando su palma.

James se carcajeó.

-Es cierto, amigo, estás bastante desaliñado. Como sea, mi mamá ni siquiera lo notará. Le encantan demasiado los perros. Estará ocupada hablando sobre lo adorable que es y querrá ayudar a un pobre cachorro callejero y lo alimentará para que engorde y todo eso, y encontraré la forma de mencionárselo a mi papá y ver si sabe algo sobre los animaguenses...

Los Merodeadores: Segundo AñoWhere stories live. Discover now