En las Gradas

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Lily estaba de pie en la entrada de las mazmorras, esperando y mordiéndose las uñas. Ya había ido a las Torres Bell esa mañana para conjurar un anillo de flores para cada una. La luz del sol estaba intensa y brillante, iluminando los terrenos con apenas un par de nubes a la vista en el cielo azul, pero Lily aún se sentía pesada y triste.

Cuando los de Slytherin comenzaron a emerger de las mazmorras para el desayuno, ella se hizo a un lado, sus ojos escaneando hasta que encontró a Severus. Se apresuró a ir tras él, abriéndose paso entre los otros de Slytherin y tomó la manga de su túnica. Severus se detuvo bruscamente, dándose rápido la vuelta y sacando su varita al encarar a Lily, luego se relajó en el momento en que posó sus ojos sobre ella.

-Eres tú –dijo él, sorprendido de verla.

Lily tenía aspecto lloroso.

-¿Podemos caminar? –le preguntó.

Severus miró alrededor, para ver que Narcissa ya había desaparecido dentro del Gran Comedor con Yaxley y Mulciber antes de asentir, agachando la cabeza para seguir a Lily a la puerta principal y salir a los terrenos.

Caminaron uno al lado del otro por el camino hacia el lago. Severus sabía, por supuesto, que Lily debía estar triste por Derek Bell. Lo supo desde el momento en que escuchó lo que había pasado. Fue Narcissa quien supo primero lo que sucedió. Una lechuza voló a ella en la noche de parte de su hermana, Bellatrix, quien le había contado de los problemas por los que había pasado su prometido en el campo. Bellatrix le mencionó en la nota que había matado a un miembro de la Resistencia... Y fue por Narcissa que los rumores comenzaron, esparciéndose como fuego en un incendio. Severus había sabido en cuestión de minutos que Derek Bell había muerto.

Lily se detuvo cuando llegaron a la orilla del lago y se cruzó de brazos. Severus estuvo a su lado un momento, mirándola, esperando a que hablara. Ella frotó sus brazos por el frió y Severus pensó por un momento en sacarse el chaleco y ponerlo sobre sus hombros, pero se sintió extraño de solo pensarlo, así que no lo hizo.

-Pensé que querrías hablar conmigo o algo –dijo él.

-En realidad, no sé qué decir –dijo Lily- Es sólo que... Te extraño. Eres mi mejor amigo, Severus.

-¿Qué hay del tal Lupin? –preguntó Severus con frialdad.

-Él también es mi amigo, pero realmente te necesitaba a ti –dijo Lily. Se volteó para encararlo y estiró sus manos para tomar las suyas, sosteniéndolas en sus palmas y mirando sus uñas sucias. Le dio la vuelta a las manos de manera que miraba las palmas de Severus- Aún me consideras tu amiga, ¿no es así? –preguntó ella, alzando la vista hacia él.

Severus la miró directamente a los ojos y asintió, perdiendo el aliento por el color de los ojos de Lily.

-Sí, claro –dijo lentamente- Siempre.

Lily lo miró a los ojos.

-Es que, con todas las cosas horribles que han pasado últimamente, es tan obvio lo corta que puede ser nuestra vida, ¿no te parece? –se mordió el labio- Es sólo que no puedo dejar de pensar que hace dos días, Derek Bell tenía toda su vida por delante y lo más terrorífico en lo que podía pensar eran sus EXTASIS, y hoy... Ya no está.

-Sí –dijo Severus lentamente, inseguro a donde, exactamente, estaba yendo esa conversación- Mortalidad y todo eso. Es bastante abrumador pensar en eso.

-Tan sólo no creo que debamos desperdiciar más de nuestro tiempo peleando –dijo Lily.

-Estoy de acuerdo –murmuró Severus.

Lily sonrió y envolvió sus brazos alrededor del muchacho, abrazando el cuerpo paralizado de Severus, en una forma en que su cara estaba presionada sobre su cuello. Él se mantuvo muy quieto en sus brazos. A penas podía creer que ella lo estuviese sosteniendo de ese modo. Lily retrocedió y posó un mechón de su cabello pelirrojo tras su oreja y tomó una respiración profunda.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora