El Momento Que Nunca Olvidarán

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El Momento Que Nunca Olvidarán

Bilius se dio la vuelta, apuntando su varita en dirección a unos arbustos en general, su rojizo cabello se veía casi púrpura bajo la pálida luz de la luna.

-Cuidado –siseó Derek en la oscuridad, alejando de un manotazo la varita de Bilius de su pecho.

-Perdón –susurró Bilius- Pensé que eras un inferius. Es demasiado oscuro para lograr ver algo.

-Shh –dijo Chriselda.

Los chicos guardaron silencio.

Estaban en los árboles cerca de un campo que delimitaba la parte trasera de una pequeña granja de muggles en el capo, justo al norte de Londres. Los inferi habían sido vistos no muy lejos de ahí, y los miembros de la Resistencia se habían esparcido alrededor del área con la esperanza de capturar a los inferi antes de que pudieran hacerle algún daño a los muggles. Desde ahí, podían a penas ver la silueta de Ted Tonks y el profesor Flitwick al otro lado del campo.

-¿Escucharon eso? –preguntó Chriselda, su voz no más que un suspiro. Miró a Bilius y Derek.

Bilius escuchó.

-No escucho nada.

Derek vaciló, luego negó con la cabeza.

-No... No, Chriselda tiene razón. Yo también escucho algo.

Bilius se dio la vuelta para cubrirles la espalda.

-¿Algo como un cadáver maldito moviéndose entre los árboles, buscando carne de humanos de las cual alimentarse? –preguntó, con un hilo de nerviosismo en su voz.

Chriselda rió en silencio por la especificidad de la pregunta.

-No sé si sea exactamente eso, amigo, pero es un sonido –respondió Derek. Alzó su varita con su mano izquierda y estiró la otra para tomar la mano libre de Chriselda. Sus dedos se entrelazaron.

Un largo y tenso momento pasó y luego las ramas se movieron. Bilius alzó su varita, apuntando, preparado para lanzar un hechizo cuando notó que era McGonagall a quien apuntaba en el cuello y rápidamente bajó la varita.

-¿Algo, profesora? –preguntó Derek.

-No aún –respondió ella. Miró hacia atrás por encima de su hombro a la oscuridad de donde estaba el pequeño grupo desde donde ella había llegado, un pequeño clúster que incluía a Charlus Potter- Nos alejaremos un poco más –explicó McGonagall- Queremos que ustedes se queden aquí, resguardando la casa muggle, y envíen un patronus si necesitan ayuda.

-Sí, madame –aceptó Derek.

-No iremos muy lejos, tan sólo por afuera de los límites –señaló ella.

-Lo tenemos cubierto –dijo Bilius, haciendo un saludo como si fuese un militar.

McGonagall asintió y volvió a desaparecer entre los árboles tan silenciosamente como antes. Escucharon una serie de "cracks" alrededor de los árboles, indicando que el grupo había desaparecido, y Chriselda se sentó en un tronco caído, suspirando. Derek se dejó caer a su lado, acercándola a él de manera que la cabeza de Chriselda reposaba sobre su pecho mientras esperaban en la oscuridad, con Bilius a unos pocos pasos.

-Así que esto ha pasado durante casi todo el año, ¿eh? –preguntó Bilius, mirando cómo la mano de Derek se cerraba sobre el hombro de Chriselda, sosteniéndola con firmeza.

Derek asintió.

-Más o menos. Me he estado escabullendo luego de que Alex y tú se durmieran y nos hemos reunido en los invernaderos o en la pequeña caseta cerca de los límites de los terrenos.

Los Merodeadores: Segundo AñoWhere stories live. Discover now