Las Paredes Tienen Oídos

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Las Paredes Tienen Oídos.

El clima estaba frío y mojado al pasar noviembre y en los primeros días de diciembre. El viento golpeaba las grandes ventanas de la torre de Gryffindor y los elfos domésticos calentaban las camas de los estudiantes antes de la hora de dormir, pero incluso sus esfuerzos no eran suficientes para detener los temblores de Remus a mitad de la noche, enrollado en una bola de sábanas y frotando sus brazos en un intento desesperado de adquirir un poco de calor a su piel. Sirius lo notó una noche y cargó sus propias sabanas por todo el dormitorio hasta la cama de Remus, cubriéndolo con ellas mientras dormía. Se sentía mal por Remus y se preocupaba por cómo la pasaría su amigo en aquella vieja y polvorienta casa durante la luna llena. Sirius pasó la noche en la cama de James, compartiendo sábanas sin invitación.

-Tiene que haber algo que podamos hacer para que la transformación sea más fácil para él -gruñó Sirius una mañana, cuando las ráfagas de aire frío habían cesado un poco. James y él se encontraban en el campo, practicando su vuelo en el frío. El padre de James le había enviado un aparato que impedía que el mango de la escoba se enfriara y le permitiera mejor agarre y James quería probarlo- Me siento terrible pensando en él solo en esa vieja cabaña.

-No es tan malo estar ahí -argumentó James, aunque lo dijo sin estar muy convencido.

-Es un asco el lugar -dijo Sirius negando con la cabeza.

-Sí pero, digo, es un lobo -dijo James, encogiéndose de hombros- A los lobos no les interesa como sea la habitación, están muy ocupados mordiéndose a sí mismos y todo eso.

Sirius frunció el ceño.

-Con más razón desearía que pudiéramos ayudarlo. No quiero que se muerda a sí mismo como suele hacerlo. ¿Viste las marcas que se hizo el mes pasado? Son horribles. Se quedará sin piel que marcar en poco tiempo.

James suspiró.

-No me gusta más que a ti, compañero. Pero, ¿Qué crees que podamos hacer?

-No sé -dijo Sirius con frustración. Soltó su escoba para soplar aire caliente a sus manos- Santos cielos, me estoy congelando. ¿Qué tal funciona esa cosa? Creo que mis dedos no podrán siquiera flexionarse bien después de hoy.

-Funcionan bien, de hecho -sonrió James- Estoy bastante sorprendido.

-Muy bien, ya sabes que funcionan. ¡Ahora vamos adentro antes de que pierda mis huellas dactilares! -comandó Sirius y apuntó la escoba de la escuela en dirección al suelo. James le ganó en velocidad y ya estaba bajándose de su escoba cuando Sirius tocó el suelo. Se guardó el regalo de su padre en el bolsillo y montó su escoba sobre su hombro.

-Eres mejor recordando el ciclo de la luna que yo -dijo James- ¿Cuándo es la próxima?

-La noche antes de que vayamos a casa por vacaciones -respondió Sirius, frunciendo el ceño al hablar- Ni siquiera podremos desearle una feliz navidad a menos que sea antes de que se vaya a la Casa de los Gritos.

James también frunció el ceño y siguió a Sirius hasta el depósito, donde aguardó a que Sirius guardara la escoba y los guantes de la escuela. Madame Hooch los observó atentamente desde el escritorio donde se encontraba trabajando con algunos papeles, asegurándose de que pusiera todo donde correspondía.

Caminaron hacia el castillo a través de los terrenos con los pies hundiéndose en la nieve a cada paso que daban.

-Tal vez podríamos ir al cuarto de lavandería y tomar unas sábanas extras para que él las lleve -sugirió James- Podríamos usar el pasadizo de la sala de trofeos.

-Sí -asintió Sirius- ¿Crees que los lobos usen sábanas?

-No sé -respondió James.

Esa noche, pasada la media noche, Sirius se despertó con el castañeo de los dientes de Remus desde el otro lado de la habitación. Sirius salió de la cama y tomó sus sábanas de nuevo, lanzándolas sobre la cama de Remus, asegurándose de cubrirlo bien con cuidado de no despertarlo. Miró a Remus por largos minutos y notó por primera vez que tenía una cicatriz en la sien y recordó la noche en la que Remus finalmente había sido honesto con ellos sobre su condición de una vez por todas y lo triste que lució cuando Peter lo catalogó como una bestia de rango XXXXX de peligro.

Los Merodeadores: Segundo AñoWhere stories live. Discover now