Macrocefalia

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Macrocefalia

Sucedió en la tarde de un sábado, cuando James y Sirius se escabulleron para echarle un ojo a la poción en la Sala de los Secretos. Tomaron un desvío en su camino de vuelta a la Torre de Gryffindor, tomando, en cambio, el camino largo por el puente de piedra. Dieron una pausa para mirar por el puente hacia la abrupta profundidad bajo ellos y se maravillaron por la vista por milésima vez, cuando escucharon una risa desde el otro extremo del puente. Sirius alzó la vista y le dio un rápido codazo a James para atraer su atención. Acercándose a ellos estaban Isaac Horan y su amigo, Bertram Aubrey.

-Vaya, miren lo que tenemos aquí –dijo Isaac- ¿Dónde está tu guardia, Potter?

-Justo aquí –respondió Sirius, dando un paso hacia adelante.

Isaac rió.

-Sirius Black, la decepción de su familia. ¿Cómo se siente?

Sirius se encogió de hombros, pretendiendo que las palabras no le dolieron.

-¿Por qué no te vas? –Demandó James- No eres bienvenido aquí –estuvo a punto de mirar por el peñasco cuando escuchó el altercado en lo que Horan, Aubrey y Sirius sacaron sus varitas en gran apuro. Horan apuntaba a Sirius, Sirius a Horan y la varita de Aubrey apuntaba a Sirius.

-Hazme el día –gruñó Sirius.

Horan fulminó a Sirius con la mirada.

-Baja tu varita –demandó Aubrey.

-Baja la tuya –respondió Sirius- Ambos.

Aubrey bufó con sorna.

-Nosotros estamos en sexto año, Black, no seguimos órdenes de niños de segundo año como tú –sonrió- Especialmente no de niñas lloronas como Potter.

La risa que Aubrey y Horan compartieron, seguida de un comentario, no duró mucho.

Macrocefalia! –gritó Sirius y su varita disparó chispas rojas que explotaron en la cara de un distraído Aubrey.

Horan se cambió de posición para intentar apuntar a Sirius con su varita, pero Aubrey había tomado agarre de su brazo cuando su cabeza repentinamente comenzó a crecer, exponencialmente, y perdió el equilibrio, cayéndose sobre el costado de Horan mientras se agarraba a su hombro.

-¡¿Qué está pasando?! ¡¡¿Qué está pasado?!! –gritaba Aubrey, el pánico llenando su voz, sus brazos sacudiéndose frenéticamente alrededor de su cabeza, como si agarrándose el cráneo iba a poder detener su crecimiento- ¡¿¿Qué está pasando??!

-¡Woow! –Horan hacía un gran esfuerzo para sostener a Aubrey.

Los ojos de James casi se salían de sus órbitas.

-Vámonos –dijo Sirius y tomó el brazo de James para alejarlo rápido del puente, pero James lo seguía a tropezones, la vista de la cabeza de Aubrey expandiéndose era demasiado hipnotizante como para apartar sus ojos, especialmente cuando Horan cayó al suelo, incapaz de seguir sosteniendo el peso de Aubrey. Sirius también miró hacia atrás para decirle a James que prestara atención por donde iba y...

-¡Ugh!

Con un golpe seco, ambos cayeron en el piso del puente de piedra, habiendo chocado con mucha fuerza con la profesora McGonagall, quien apenas evitó su caída apoyándose de marco de la puerta.

-¿Qué significa esto? Corriendo por el corredor y...¡¡¡Oh, por las estrellas!!! –acababa de ver a Aubrey. McGonagall gritó: -No se muevan, ninguno de los dos –y pasó a un lado de ellos hasta donde estaban los dos Slytherins, Aubrey gritando mientras su cabeza seguía expandiéndose.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora