Una Forma Especial de Magia

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Una Forma Especial de Magia.

Remus se había quedado dormido en el dormitorio y fue despertado con el comienzo de un griterío. Miró al techo desde su cama, atontado y desorientado. Por un momento, había sido transportado de vuelta a su pequeña casa en medio del bosque, a la mañana en la que sus abuelos llegaron por el funeral de Hope. Su abuela había chillado tan fuerte desde la cocina que el niño había sido incapaz de conciliar el sueño por semanas enteras. El sonido lo había congelado tan profunda y completamente que parecía arrasar con su sistema nervioso con tan sólo recordarlo. Pero sólo le llevó un momento a su cerebro despertar lo suficiente como para darse cuenta de que el sonido que escuchaba en ese momento no era el llanto de su abuela, sino un sonido de felicidad, así que se sentó, recordando que estaba en Hogwarts justo a tiempo para que Peter Pettigrew entrara sin cuidado al dormitorio.

-Oh, qué bien, ¡Estás despierto! –dijo sonriendo abiertamente. Tomó su mochila del espaldar de su silla- ¡Estoy a punto de bajar a las cocinas para conseguir suficientes cervezas de mantequilla para toda la casa!

Remus parpadeó un par de veces en confusión.

-¿Qué?

-Todos estamos celebrando –anunció Peter- ¡Deberías bajar y unirte!

-¿Qué estamos celebrando? –preguntó Remus, exprimiendo su cerebro en un intento de recordar que clase de día festivo resultaba ser el 2 de septiembre.

-¡La victoria! –dijo Peter.

-¿Cuál victoria?

-¡La victoria en Quidditch! ¡Ganamos! –Explicó Peter a medias- Baja ya, estoy seguro que James repetirá la historia toda la noche, ¡te enterarás en un segundo! –con eso, se escurrió por la puerta y fuera del dormitorio, dejando la puerta abierta por unos milímetros.

Remus suspiró y se levantó. Se pausó para mirar el espejo que James había dejado en su escritorio y reconoció que eran los restos del espejo del Señor Tenebroso que habían conseguido en el bosque el año pasado –y peinó su cabello con sus dedos para ordenarlo un poco. No era perfecto, él mismo sería el primero en admitirlo, pero era mejor que como estaba. Tomó una respiración profunda y bajó las escaleras.

La sala común estaba sobre-poblada con estudiantes de todos los años. Bilius usaba su varita para hacer volar una bandera de Gryffindor por la sala y todos los demás estaban reunidos donde James, agitando los brazos en todas las direcciones y montado sobre una mesita de café, se encontraba recreando el juego movida por movida, cubriendo los roles de los demás jugadores, incluyendo Lily Evans y Derek Bell.

-Y luego vi la snitch y me lancé por ella y Snape me vio y comenzó a perseguirla también –narraba James, flexionando sus rodillas para simular que estaba montado sobre una escoba- Y estiré mis brazos y cuando casi tenía la snitch entre mis manos... ¡BLAM! –le dio una palmada a sus rodillas para efectos de sonidos, haciendo que un niño de primer año llamado Todd Maxwell, diera un brinco en sorpresa- ¡Snape chocó justo contra mí! Incluso al verme no intentó frenar ni nada. Él sólo intentaba alejar la snitch de mis manos, supongo, pero me sostuve bien y me hechizó, haciéndome caer de la escoba a unos veinte pies de altura y así fue como conseguí esto –indicó señalando su brazo enyesado.

-¿Pensé que Snape había visto la snitch primero? –comentó Lily con una mirada confundida.

James la ignoró.

-¡Trató de quitarnos la victoria! –dijo- ¡Y ni siquiera era un juego oficial!

-Malditos idiotas –murmuró Derek, aún sensible con respecto al tema.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora