e p i l o g u e.

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Los nervios comenzaban a invadir el cuerpo de Conway quien conducía sin despegar la vista del camino, sintiendo como su corazón palpitaba con fuerza

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Los nervios comenzaban a invadir el cuerpo de Conway quien conducía sin despegar la vista del camino, sintiendo como su corazón palpitaba con fuerza.

Hace unos ochos meses atrás, él junto a su esposo Gustabo habían contactado con una agencia de adopción y presentaron una solicitud para la mismo siendo concedida casi al instante; las cartas de recomendación por parte de sus amigos y el poder que tenía Jack en la ciudad había acelerado bastante el proceso.

Hace poco más de cuatro meses, cuando habían hecho la elección de los nuevos miembros de la familia, se habían mudado a un 'hogar' en Richman, y con 'hogar' hablamos de una mansión situada en la calle Americano Way.

Hicieron una gran habitación para los próximos integrantes, la llenaron de peluches y juguetes, colocaron las cunas, bastante costosas, que les habían obsequiado Ivanov y Segismundo.

Si bien el dinero no escaseaba en la pareja, al adquirir la casa hubo un gran bache en el medio que les impidió comprar todo lo necesario para terminar de decorar, y es ahí donde entra la familia Volkov, quienes habían contribuido a la construcción de aquella habitación, ocupándose de la gran mayoría de los gastos.

Y ahora que ya tenían todo listo, solo faltaba traer a los pequeños a su hogar.

Gustabo notando a su pareja ligeramente nervioso —nótese el sarcasmo—, posicionó su mano derecha en la pierna de su esposo sobresaltándolo.

—¿Te vas a tranquilizar? —preguntó mirándolo sonriente.

—No me puedes pedir eso, y cuando los tengamos en brazos, voy a estar el triple de nervioso pensando en que no les pase nada.

—Seremos buenos padres.

Jack no contestó y Gustabo le ordenó aparcar el coche, él hizo caso de inmediato y se giró a verlo.

—Cariño...—sonrió el menor—, serás el mejor padre que haya conocido nunca, ahora quita esa cara de asustado que pareces Volkov y sonríe porque formaremos una familia.

El superintendente lo miró sonriente ante las palabras y tomó su rostro para propinarle un beso y susurrar un 'Te amo'.

El camino no duró mucho más de cinco minutos antes de estacionar el nuevo coche familiar frente al hermoso orfanato situado en Rockford Hills.

Gustabo sintió que se iba a desmayar en cualquier momento debido a los nervios, pero todo eso pasó cuando Conway abrió la puerta de su lado y le extendió una mano, que no tardó en tomar entrelazando sus dedos.

La última vez que habían visto a sus pequeños, había sido hace un mes; la trabajadora social con la que trabajaban les había comentado que las visitas mensuales ayudarían a los niños a familiarizarse con el entorno de la pareja.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now