f o r t y e i g h t.

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El tiempo había avanzado de manera tan efímera, parecía ayer cuando Gustabo hizo las oposiciones para entrar al cuerpo policial. Sin embargo, habían pasado tres largos años y tantas cosas de por medio.

Gustabo, con sus veintitrés años, prosperaba cada día más en su relación con Jack. Ambos vivían juntos en un departamento cercano a la comisaría, y dado al sueldo de ambos, podían darse el lujo de residir en semejante piso. Gustabo ya con su placa de oficial y Conway aún con el puesto de superintendente el cual no pensaba abandonar hasta fallecer.

Las cosas habían cambiado un poco; Segismundo comenzó a salir hace ya un año con Ivanov, desde aquel entonces que se conocieron en el bar. Horacio mantenía una hermosa relación con Volkov que parecía avanzar a pasos agigantados, tan así, que estaban pensando en la posibilidad de formar una familia.

Esa idea había estado rondando hace varios meses en la mente de Gustabo, a pesar de ello, no se atrevía a preguntarle a Jack sabiendo su historia pasada. Simplemente iba a dejar que las cosas fluyeran.

Serjay y Greco habían comenzado una especie de relación amorosa hace unos pocos meses y el ambiente en la comisaría comenzaba a ser más cálido debido a el amor que rondaba en ese lugar.

Si Emilio estuviera allí, seguro se burlaría de lo jotos que eran todos, pero ni que pudiera burlarse tanto; hace unos meses decidió hacer un viaje con Rogelio, el primo de Segismundo, y se rumoreaba en aquellas correveidiles calles que antes de irse, habían comenzado una relación secreta. Aun así, Gustabo y Horacio decidieron no indagar, sabían que cuando el mexicano quisiera, se los contaría.

Pero, así como llegaron las cosas buenas, llegaron las malas.

Leónidas había fallecido hace, aproximadamente, seis meses. El cuerpo había quedado desolado, y es que se le quería demasiado al oficial cantante. Al parecer había sido un suicidio inesperado; pues él parecía estar en perfecto estado. A pesar de ello, ninguno sabía que pasaba realmente por la cabeza del rubiales.

Fue un entierro muy a lo Justin Leónidas, con chistes y lamentos por parte de Ivanov, quien era bastante cercano a él, un discurso emotivo de Torrente y palabras honradas de Conway junto a una formación perfecta saludando al cielo.

Diego se había ido de la ciudad de un minuto al otro, rompiendo la relación con Yuu; el pobre rubio había caído en una lamentable depresión de la cual, con ayuda de Gustabo, Greco y por supuesto profesional, había salido poco a poco. Ahora mismo se encontraba solo y más feliz que nunca, dando por superado el tema.

Por lo demás todo parecía avanzar con normalidad; salvo que hace una semana atrás habían secuestrado a Yuu al salir de la consulta psicológica de los martes. El QRR había sido recibido de inmediato, y es que el oficial de apellido japonés aún seguía en su turno laboral.

Con mucha suerte, lograron salir todos con vida abatiendo a los secuestradores. La cuestión era que cada vez salían a patrullar con más precaución y temor de ser el próximo.

Hoy era sábado, lo que significaba día de compras para Gustabo, Horacio y probablemente Segismundo.

Hoy era sábado, lo que significaba día de compras para Gustabo, Horacio y probablemente Segismundo

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𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now