s e v e n.

13.5K 1.5K 1.1K
                                    

—¡Que te lo pruebes, coño! —espetó Horacio alterado.

—¡Que no hombre, es horrible!

La situación era la siguiente; en menos de media hora comenzaba la farra en casa de Volkov, el problema era que a Gustabo no le llegaba a agradar ni un poco la ropa de Horacio, sentía que eran muy "extravagantes" para él.

—Tío en serio, como es posible que no tengas un puto pantalón de mezclilla y una remera.

—Eres muy básico —refunfuño Horacio rendido tirándose sobre la cama—. Segundo cajón, hay un pantalón que ya no es mi talla, cuarto cajón de la parte de la derecha al fondo hay una remera negra, te aviso desde ahora, es muy ajustada —recalcó la palabra muy—. Y como mínimo, me vas a dejar que te preste un cinturón.

—Gracias —Gustabo rebuscó en los lugares señalados anteriormente y se dirigió al baño.

Se desvistió quedando solo en ropa interior y colocó el pantalón que, para su suerte, le calzaba justo. Siguió con la remera la cual se ajustaba perfectamente a su cuerpo dándole un toque de forma.

—¡Estas mamadísimo! —exclamó Horacio sorprendido una vez que el chico salió del baño.

—Eso ya lo sé, pero además ¿estoy muy mal?

—Que va, si estas como para follarte ahora mismo —contestó el chico de cresta. Gustabo solo rió y vio como su amigo se aceraba a entregarle un cinturón—. Para combinar el conjunto.

—Vale, ya creo que es hora de ir yendo, vamos algo atrasados.

—Ve bajando que agarró las llaves del coche y apago todo.

Gustabo solo asintió a la petición de su amigo y antes de salir agarró una chamarra roja por si la noche refrescaba. Prefirió bajar por escaleras porque, tenía que admitirlo, el ascensor le daba algo de pánico.

La noche estrellada pintaba el paisaje de la ciudad de Los Santos, acompaña de la calidez de las temperaturas altas que poseía y una leve brisa adornándola. Estuvo unos minutos admirando el cielo antes de que Horacio tocara el claxon del vehículo, al cual se subió rápidamente.

—Voy a poner algo de música, esto esta deprimente —opinó Gustabo colocando la emisora de siempre y escuchando la introducción de su canción favorita, sonrió alegremente— ¡Horacio, es 'la tusa'!

—¡Vámonos! —gritó emocionado el chico de cresta mientras aceleraba el coche.

En el trayecto hasta el edificio donde residía Volkov; cantaron a todo pulmón las canciones de la radio. Una vez que lo distinguieron, Horacio aparcó el coche en el estacionamiento del mismo.

—No te descontroles, debes quedar bien con el niño enfermo —Gustabo conocía bastante bien al chico y sus sentimientos por Viktor, pero también sabía que el alcohol no era su mejor amigo.

—Lo prometo, y tu déjate hacer el siempre sucio por Conway —El chico de cresta rió bajando rápidamente del Audi antes de ganarse un golpe de parte del menor.

—Si serás cabrón —pronunció el chico en un susurro desabrochando el cinturón de seguridad y siguiendo los pasos de Horacio.

—¿Sabes cual es el numero de piso? —preguntó Gustabo llegando a un lado suyo.

—No.

—¿Sabes acaso el timbre?

—Tampoco.

—Joder —respondió el chico de remera negra para luego suspirar—. Marcalé.

—No tengo su número.

—¡Pero Horacio, coño, no tienes nada!

Antes de que el chico de cresta pudiera responder, una voz gruesa lo interrumpió: —¿Que coño hacéis gritando, anormales de mierda?

Ambos se giraron en dirección al dueño de la voz y lo vieron a Conway en un impecable traje blanco y con un cigarro en la boca, que hizo que el rostro de Gustabo adquiera un leve sonrojo.

—Superintendente, es que Horacio viene aquí sin saber nada y esto parece ya el coño de la bernarda —bufó molesto.

—Vamos a ver, súper nenas —se abrió paso entre el par tirando la colilla del cigarrillo y presionó el timbre del edifico.

—¿Quien? —preguntó alguien a través del portero con una música de fondo.

—Tu puto Dios.

—Ya le abro, señor Superintendente.

Sin más, un ruido en la puerta hizo que Conway se adentrara en el edificio a paso lento bajo la mirada del dúo. Gustabo giró su vista a Horacio e infantilmente le sacó la lengua para luego correr detrás de Jack.

Una vez que llegó a un lado de él, le quiso agradecer por el gesto que había tenido hace horas atrás, ya que antes no había podido por culpa de su amigo: —Conway, le quería agradecer por haberme llevado al hospital. Disculpe las molestias y el acto de Horacio.

—Superintendente para ti —habló con determinación haciendo que Gustabo asintiera sin decir una palabra más. Llegaron frente al ascensor y el menor lo miró nervioso.

—Yo, señor, prefiero ir por escaleras.

—Son ocho malditos pisos —lo observo de reojo con el ceño fruncido.

—Que no pasa nada, lo resisto —habló el chico de camiseta negra tratando de auto-convencerse.

—¿Le tienes miedo al ascensor, nenaza? —Jack sonrió levemente.

—Si, desde siempre.

El elevador llegó frente a ellos. Conway dio un paso dentro y agarró con fuerza la mano de Gustabo atrayéndolo hacia el interior con él.

—No te va a pasar nada, Gustabín.

El menor no sabía como reaccionar a todo esto; entre su rostro sonrojado, la cercanía del superintendente y que sus manos seguían unidas, sentía que en cualquier momento la palmaria ahí. Decidió dejar de pensar en todo por un minuto y simplemente disfrutó de todo eso. Al fin y al cabo, no todos los días Jack Conway te toma de la mano.

 Al fin y al cabo, no todos los días Jack Conway te toma de la mano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Okey 1.1K de vistas en una semana, estoy que no caigo.

Muchas muchas muchas gracias a todxs, en serio. Se que para muchos no será la gran cosa, pero estoy súper contenta con todo el apoyo que recibe a diario y tener 1.1K en una semana es un logro record para mí. Repito; mil gracias por eso.

Les mando un saludo muy muy grande y que tengan una linda tarde, noche o lindo día. <3

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora