n i n e t e e n.

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En el camino, mientras Jack sostenía la palanca de cambio, la mano de Gustabo trazaba lineas imaginarias sobre la de él haciéndole pequeña caricias que el conductor disfrutaba. No sabía a donde se dirigían, pero tampoco le importaba; hasta que vio el auto aparcar frente a la casa de Conway.

—¿Tu casa?

—Baja del coche, anda.

Le hizo caso y bajo del vehículo sobándose los brazos por el frío viento que se colaba entre su ropa. El mayor se colocó a un lado de el y entrelazó sus dedos guiándolo hacia la entrada. Una vez frente a la puerta le dio tres golpecitos, acto que intrigó a Gustabo ¿por que tocaba la puerta de su propia casa?

No pudo decirle nada ya que la puerta blanca se abrió dándole paso a la oscuridad del hogar. Gustabo miró a Conway con confusión y este le hizo una seña de que se adelantara mientras soltaba su mano. Sin ver nada, logró dar con el interruptor de la luz, y cuando sus ojos se acostumbraron a esta, logró ver a todos sus amigos y compañeros allí.

—¡Sorpresa! —gritaron todos con efusividad.

Los ojos de Gustabo se llenaron de lagrimas de emoción. Y él pensando que se habían olvidado de su cumpleaños.

Nunca en su vida le habían hecho algo tan tierno. Cuando era niño, solo Pablito y Emilio iban a su casa a merendar las delicias que preparaba su madre, a medida que fue creciendo, sus amigos ya no estaban tan presentes en esa fecha como antes; pues ya eran mayores que él y tenia otros asuntos que resolver, aun así siempre le enviaban algún que otro regalo. Los años siguientes, su padre simplemente no le dejaba salir de casa.

Pudo ver como un bien vestido y sonriente Horacio se acercaba a él: —¿Te gustó? Jamas me olvidaría de tu cumpleaños, Gusnabo.

Pero el menor no contestó, simplemente lo abrazó con mucha fuerza mientras le repetía 'gracias' en un susurro. Horacio solía ser demasiado sensible, así que al ver a su amigo tan emocionado se puso a llorar con él, correspondiendo el abrazo.

Poco a poco los demás su fueron acercando a Gustabo a darle la enhorabuena.

—¡Felicidades pinche joto! —Emilio le abrazó palmeando su espalda—. Ya estas viejo, cabrón.

—Que dices, si soy un crío —rió.

Los próximo en acercarse fueron Ivanov y Volkov: —Feliz cumpleaños Gustabo —le abrazaron en dúo haciendo que Gustabo riera y les correspondiera.

—Gracias —les sonrió al separarse.

Y así fueron acercándose todos, hasta que llegó el turno de Greco.

—¡Hey felicidades Gustabín!

Pero cuando le iba a dar un abrazo, Conway lo agarró del brazo pegándolo a su cuerpo y rodeando con su brazo la cintura del chico.

—¿Como le has dicho a mi bebé? —soltó enfurecido. Gustabo se sonrojó abruptamente mientras sonreía levemente ante los celos de Jack.

Los demás ya estaban en su mundo, por lo que no prestaron a la escena que se estaba montando: exceptuando a Serjay.

—¡Toma ya! —festejó Greco—. Serjay quiero mis cinco mil pavos.

—Joder...—el oficial rodó sus ojos sacando su cartera.

—Eh... ¿que? —preguntó Gustabo confundido.

—Paso a comentar —se aclaró la garganta Rodiguez—. Con Serjay teníamos unas severas dudas sobre si el cumpleañero aquí presente —lo señaló— y nuestro superintendente, mantenían una hermosa relación, entonces decidimos que iba a acercarme a Gustabo y apostamos; como si la tienen, gané.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboKde žijí příběhy. Začni objevovat