no suelo hacer esto, es más, me da cringe ahre,, pero seria muy importante que lean el anuncio al final del capitulo, muchas gracias de antemano.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
— ¿Y? —pregunto macaco prendiendo un cigarro mientras miraba al nuevo asociado de la mafia.
— ¿Cómo qué y? Joder que es la debilidad del supermariconetti —exclamó el hombre agitando las manos con desesperación.
—Pero es tu hijo —habló esta vez el chino acercándose a la mesa de billar—. ¿Cómo sabemos que no es una trampa?
—Que no —bufó David algo harto—. Os prometo que me quiero deshacer de ese pedazo de mierda hace mucho tiempo.
—Vale...—nadando se acercó al trio—. Empieza por darnos toda la información sobre él. (...)
Gustabo se miró al espejo una vez más; sus nervios lo estaban traicionando. Hoy se supone que hablaría con su madre después de tantos años y tanta insistencia.
Le había pedido a Horacio que fuera al punto de encuentro, por si algo salía mal. No confiaba en las intenciones de madre y mucho menos en su novio o lo que fuera Jack de él. Si bien ambos habían decidido no ponerle un título a la relación, no sabía cómo reaccionar cuando le preguntaban si era el novio del superintendente. Debía hablarlo con Conway en algún momento.
El ojiazul salió de su nuevo hogar. Sí, no eran novios pero vivían en una misma casa a menos de un mes de 'relación', que irónico, ¿no? Ambos sabían que la situación lo ameritaba, y Conway no iba a dejar a su bebé en la casa de David después de saber por el infierno que le había hecho pasar. Por lo que simplemente decidió entregarle una copia de llaves de su casa y le pidió a Ivanov y Horacio que trajeran las pocas pertenencias de Gustabo a su hogar, asegurándose de que nunca le faltara nada.
Se subió a su coche blanco y condujo hasta el café 'Crucial Fix' donde se encontraría con Elena. Horacio le informó que ya estaba en el estacionamiento del lugar y que cualquier problema le diera señal de SOS.
Aparcó el vehículo cerrándolo con alarma y dando una bocanada de aire, entró a la cafetería. A unas mesas a pudo distinguir a su madre, tan elegante como siempre, con su rubio cabello y sus ojos tan similares a los suyos. Se acercó a ella a paso lento.
—Hola —saludó en un susurro a pocos metros de Elena, quien levantó la vista y le sonrió
—Viniste.
La mujer se puso de pie para darle un abrazo pero Gustabo se apartó. Comprendió que estaba yendo demasiado rápido y se disculpó, dándole espacio a su hijo para sentarse frente a ella.
— ¿Cómo estás? —la sonrisa de Elena parecía sincera, aun así, el menor seguían sin fiarse.
—Bien.
—Cuéntame de ti —pidió cruzando sus manos y apoyando su rostro en ellas. Gustabo levantó una ceja.
— ¿Es todo lo que tienes para decir? Sabes, me largo —el pequeño rubio se levantó dispuesto a irse pero la mano la mujer lo frenó.
