t w e n t y n i n e.

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Gustabo comenzó a temblar; sintió como un nudo se formaba en su garganta impidiendo articular palabra alguna. Solo la observaba, después de tanto tiempo allí estaba, frente a él. Se la había imaginado en sus sueños tal y como la última vez; pero no era así. Se veía que cuidaba su imagen mucho más que antes y esa ropa tan extravagante daban a entender que la mujer tenía buenos ingresos financieros.

—Por favor, vete —pidió, como pudo, mientras trataba de cerrar la puerta nuevamente.

—Gustabo —suplicó la mujer—. Solo quiero hablar contigo, ¿habla con mamá, si?

—N...no —respondió con la voz entrecortada y las lagrimas amenazando con salir de sus ojos.

—Sé que he sido una mala madre, lo sé, pero déjame arreglarlo.

Elena se trató de acercar al chico, pero este cerraba la puerta cada vez más impidiéndole el paso. La mujer solo lo miro con tristeza y se alejó.

—Gustabo...

—¿Que cojones...?

En ese preciso momento, Jack llegó a la puerta del hogar admirando la escena con confusión. Soltó la bolsa de las compras y se posicionó frente al menor para luego apuntar a la mujer con el taser.

—Vete ya de mi puta casa o te doy con el jodido taser.

Elena levantó las manos y comenzó a llorar: —Solo quiero hablar con Gustabo.

Conway miró de soslayo al rubio quien negó entre lagrimas: —No quiere hablar contigo, vete.

La mujer asintió tragando en seco: —Gustabo, pequeño. Cuando quieras hablar, mami va a estar aquí, ¿si? —habló buscando la mirada del chico, pero este ya se había adentrado al hogar—. No puedo creer que usted esté con mi pequeño —opinó secando sus lagrimas y mirando al superintendente con recelo.

—Vayase a tomar por culo —escupió con enojo antes de entrar en la vivienda cerrando la puerta con llave.

Gustabo se encontraba en el sofá abrazado a sus piernas mientras miraba un punto fijo y lloraba en silencio; el mayor se apresuró en ir con él y abrazarlo con calidez.

—Cariño...

—¿Por qué decidió aparecer ahora? ¿cuando todo estaba bien? ¿cuando por fin había conseguido felicidad?

Las preguntas quedaron en el aire; simplemente no había respuesta. Jack solía sentirse una persona sin sentimientos, pero ver a Gustabo llorar rompía poco a poco su putrefacto corazón. No le gustaba verlo sufrir, no se lo merecía.

El rubio se sentó en el regazo de su pareja y escondió su cara en el hueco del cuello mientras soltaba unas pequeñas lagrimas que mojaban su impecable camisa. Conway, solo acariciaba con delicadeza la espalda de su bebé y besaba su mejilla en forma de consuelo.

Quedaron así, en un silencio sepulcral que se adueñaba de todos los rincones del hogar, con el pequeño Gustabo sintiéndose cada vez más débil y Jack buscando que no se debilite.

Pocos minutos después, el menor sorbió su nariz y se separó del superintendente quien lo miraba apenado.

—¿Quiere cenar algo y miramos una película?

Gustabo asintió con una leve sonrisa y colocó ambas manos en el cuello de Conway.

—Te quiero —juntó sus frentes sin dejar de sonreír.

El mayor no quiso contestar; le seguía dando algo de oprobio decirlo en voz alta. Por lo que solo juntó sus labios en un beso lleno de dulzura, transmitiendo todo ese cariño y derritiendo al ojiazul de amor.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now