e l e v e n.

13.7K 1.4K 824
                                    

Llegaron al hospital en un silencio nada incomodo; ambos disfrutaban de la compañía del otro y eso era lo importante. Bajaron el vehículo y se dirigieron a la entrada, pero se arrepintieron al instante al ver a los doctores corriendo para todos lados.

—Joder, que puto asco entrar al hospital.

Jack tomo la mano de Gustabo forzándolo a caminar hacia la recepcionista que parecía alguna abrumada con la gran cantidad de papeles sobre el escritorio.

—Venimos a ver a David García —le informó Jack, la chica se acomodó los lentes rápidamente y lo miro nerviosa.

—Buenos días, superintendente —saludó—. Lamento informarle que el paciente está siendo atendido de urgencia por el personal quirúrgico en estos momentos.

—¿Pasó algo grave? —Gustabo salió detrás de Jack con notoria preocupación plasmada en su rostro.

—No tengo la autorización para informarle eso, señor. Disculpe.

Gustabo asintió abrumado mientras que Jack lo miraba para luego volver la vista a la señorita: —Mira, soy el Superintendente de la jodida ciudad. Yo mismo, siendo superior que todo puto civil, te autorizo a decirme que cojones está pasando, ahora.

El tono de Jack hizo que la chica asienta frenéticamente y se pusiera a chequear algo en la computadora. Gustabo solo lo miró agradecido: —El paciente tuvo una hemorragia cerebral debido a que se intentó levantar de la camilla y a falta de fuerzas cayó al suelo provocando un severo golpe en su cabeza. En este mismo momento está siendo atendido en el quirófano.

Gustabo sintió sus piernas débiles haciendo que cayera de rodillas al suelo mientras miraba un punto fijo con sus lagrimas amenazando con salir. Jack se agachó rápidamente a su altura y lo tomó por los hombros.

—Mírame —pidió, pero el menor no hizo caso—. ¡Que me mires! —lentamente la mirada de Gustabo se frenó en los ojos de su jefe—. Va a estar bien.

El menor no contuvo las lágrimas y se aferró al pecho de Conway y él, a pesar de que 'tenía una reputación que mantener', le importó una mierda todo y abrazó a su niño por los hombros aferrándolo más a su cuerpo.

Gustabo sentía algo de culpa; si él hubiera rechazado antes la oferta de Conway de llevarlo a su casa, su padre no hubiera reaccionado de esa forma. Aún así, no se quiso separa de los brazos de Jack, se sentía protegido.

—Vamos a tomar aire, estas cirugías suelen durar mucho tiempo, te prometo que en lo que menos te imaginas volvemos —muy extrañamente la voz y el tacto de Conway se suavizó. Por lo que sorprendió a Gustabo quien se separó lentamente y asintió.

Jack se levantó del suelo y se puso a pensar en que cojones le había pasado a su faceta dura en la que había estado trabajando por años, más precisamente desde la muerte de Julia, Mati y Daniel. Tenía que alejarse de Gustabo por un tiempo, lo estaba afectando, aunque ahora no era el momento.

Estiró su mano y el ojiazul la tomo con delicadeza levantándose. Conway, aun sin soltar su mano, lo llevó fuera del hospital logrando que Gustabo inhale el aire y calme su llanto, las pocas lagrimas que quedaban en su rostro las limpió con el dorso de su mano.

—Debo irme —avisó el mayor mirándolo y haciendo el agarre de sus manos más fuerte—, pero antes llamaré a Horacio para que no te quedes solo.

—Yo también quiero ir a trabajar.

—Ni de coña —gruñó—. Te vas a quedar aquí a esperar los resultados.

—No —replicó Gustabo girando su vista hacia él—. Necesito dinero y despejarme.

—El dinero lo soluciono yo, ¿vale?

—Voy a ir a trabajar a trabajar, Conway —el tono del chico se elevó bastante, ganándose una mirada severa de su jefe a través de los lentes.

—Vas a hacer papeleo y atender denuncias, ni se te ocurra moverte de la puta comisaria. Y soy superintendente para ti, anormal.

Jack soltó su mano con brusquedad para luego encaminarse al coche con el menor pisando sus talones y la cabeza gacha, ambos subieron dirigiéndose a comisaría. Antes de bajar del vehículo, una vez que el mayor aparcó, Gustabo lo tomó de la mano.

—Lo lamento, estoy abrumado con todo esto, pero no debí hablarle así y menos después de todo lo que me está ayudando. Realmente lo siento.

—Venga, a trabajar. Pero espero que solo sea por distracción —Jack le dedicó una sonrisa ladeada y Gustabo pudo jurar que nunca había visto algo tan hermoso.

—Se lo juro.

Esta vez si bajaron del carro y el superintendente lo cerró por precaución. Fueron directamente al vestíbulo donde se encontraba Volkov junto a un par de la malla, entre ellos Horacio, quien alegremente saludó con la mano a su amigo.

—Conway y Gustabo —saludó el ruso a ellos para luego mirar al último—. Joder, le queda mejor que a mi esa ropa —rió haciendo que el menor sonriera y Jack lo fulminara con la mirada.

—¿Que cojones está pasando aquí? —preguntó el superior antes de que el ojiazul pudiera responder.

—Hay un código 3, estamos viendo la disponibilidad de agentes.

—Largaos ya antes de que les de con la porra a todos ¡capullos!

—10-4

Volkov le hizo un gesto a los demás y todos salieron rápidamente de comisaría, menos el chico de cresta al cual Conway tomó del cuello de la camisa antes de que siguiera caminando.

—Tú no, mariconetti. Te vas a encargar de que este capullo —señalo a Gustabo—, se quede tomando denuncias y haciendo papeleo hasta las ocho de la noche, y ahí van a irse al hospital para ver el estado de su padre. ¿Te quedó claro, crestitas?

—10-4 —respondió con temor Horacio mientras Jack lo soltaba y se acomodaba la camisa. Sin decir una palabra más se adentró a su despacho.

—¿Que cojones pasó, tio?

—Mucho texto —suspiró Gustabo encaminándose a los vestuarios seguido por su amigo.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now