t w e n t y s i x.

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Ese día, Conway había decidido no levantar a Gustabo para trabajar. Le dejó una nota encima de la mesa diciéndole que estaría en comisaría y que cualquier inconveniente le marcara. También había contactado con Emilio y Horacio para que le hicieran compañía durante el día, claro que el sueldo de estos igual estaría pago. 

Llegó a la comisaría con pocas horas de sueño encima, pero ya estaba acostumbrado. Se dirigió al vestíbulo y allí vio a Volkov lidiando con una mujer rubia.

—¡Me han enviado aquí!

—Señora, no...

—¿Que cojones está pasando aquí? —Conway se colocó a un lado de Viktor.

—Por fin un buen hombre —bufó la mujer quitándose los oscuros lentes y dejando a la vista de ambos sus penetrantes ojos celestes—. Estoy aquí por mi divorcio.

—No podemos hacer mucho, se debe comunicar con la delegación donde se encuentre asentado el matrimonio.

—Me han enviado aquí, señor... —esperó que el mayor complete la oración.

—Superintendente.

—Estoy ante un verdadero hombre —le sonrió coqueta—. Es un placer, mi nombre es Elena García.

Volkov ahogó una risa al ver el coqueteo de la mujer y carraspeó para disimularlo, mientras Jack la miraba con desagrado; aún así, algo en esa mujer llamaba su atención, y no en el buen sentido.

—Sigame —le dijo Conway guiándola hasta el despacho de planta baja.

Al llegar allí, Elena lo miró complacida y le sonrió mientras tomaba asiento y Jack prendía un cigarro.

—No sabía que el cuerpo nacional de policía tenía agentes tan apuestos —susurró la mujer aunque Jack pudo escucharla claramente.

—Señora, ¿que es lo que está haciendo aquí? —le preguntó ya harto de tantas vueltas.

—Se lo he dicho, señor superintendente. Estoy aquí para que me concedan el divorcio.

—¿Tiene usted los papeles firmados?

—Estoy en eso... —balbuceó—. Vera, señor, yo no estoy dispuesta a quedarme en Los Santos. Solo he venido a que mi esposo firme los papeles del divorcio porque no convivimos juntos hace seis años, tenemos un hijo en común, pero...

—Repitame su apellido —interrumpió Conway atónito.

—García, de soltera Ortiz.

Jack quedó estupefacto: —¿Tiene usted un hijo llamado Gustabo García?

La mujer borró su sonrisa rápidamente y asintió: —Pero, ¿como...?

—Vayase de aquí —le cortó Conway con seriedad en su rostro apagando el cigarro.

—¿¡Disculpe!? —lo miró indignada.

—Que se vaya de aquí, no podemos hacer nada con su divorcio.

—¿Acaso conoce a mi hijo? —la mujer hizo caso omiso a las ordenes.

—Gustabo dejó de ser su hijo cuando lo abandonó —murmuró entre dientes—. Vayase ahora, y digale al anormal de su esposo que como se acerque a Gustabo, en vez de dejarlo en el hospital lo voy a dejar un puto ataúd.

—Solo dígame si está bien. Por favor.

Conway se debatió unos segundos en responderle o no, pero solo se limitó a decir: —Ahora está con su verdadera familia —contestó haciendo referencia a Horacio, Emilio, la malla y por supuesto, él.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum