t h r i r t y t h r e e.

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El día había llegado; eran las ocho de la mañana cuando Gustabo se levantó energéticamente a preparar su bolso para la playa. Decidió dejar a Jack dormir una hora más, total, deberían encontrarse allí a las once.

Se dirigió a la cocina y preparó café para despertarse un poco y decidió darse una ducha para despabilarse.

Salió envuelto en una toalla por debajo de la cintura y se dirigió al armario que compartía con Conway.

El día anterior habían hablado con respecto a la relación que mantenía, y aunque fue algo incómodo, decidieron ponerse el título de novios evitando hacer la pregunta trillada y patética.

Únicamente vistiendo su ropa interior, se tiró nuevamente a la cama cubriéndose con las sabanas negras y edredón blanco. Abrazó a su pareja y comenzó a peinar hacía atrás su cabello negro.

Al ver que el mayor no tenía intención de levantarse; sonrió y se subió encima de él apoyando ambas piernas a sus costados. Depositó besos en su rostro y su cuello, subiendo y bajando como un camino. Conway estaba despierto hace vario rato, pero prefirió disfrutar de las caricias que le ofrecía su novio. Lo tomó por el trasero y sonrió.

—No es una mala manera de despertar así todos los días —habló con su voz ronca al estar recién despierto y una leve sonrisa, haciendo que Gustabo se derritiera por dentro.

—Y a mí no me parece mala idea despertarte así —sonrió y deposito un beso en sus labios—Buen día —sonrió Gustabo y se quitó de encima—. Hay café recién preparado en la cocina, yo voy a comenzar a armar el bolso, ¿te ayudo con el tuyo?

— ¿Qué te crees? —rió Conway estirándose en la cama—. Ya lo he hecho ayer por la noche.

—Joder, siempre vas adelantado —refunfuñó el menor cruzándose de brazos y haciendo un morrito.

—Si —dijo Jack con una sonrisa mientras se levantaba de la cama, se encaminaba hacia él y depositaba un beso en su cabeza—. Siempre. (...)

— ¡Horacio! —el menor rio mientras corría hacia el cumpleañero y se lanzaba encima de él haciendo que ambos caigan en la arena.

—Mi espalda —se quejó el chico de cresta.

— ¡Feliz cumpleaños! —gritó efusivo Gustabo mientras le abrazaba con fuerza haciendo que los invitados que iban llegando poco a poco, rieran.

—Gracias —le sonrió el cumpleañero.

Ambos se levantaron de la arena y a unos pocos metros, divisaron a Conway cargando los bolsos de ambos. Al llegar donde todos, solo los tiró sobre la arena.

—Feliz cumpleaños, capullo —dijo Jack dándole un apretón de hombro.

—Oh, venga aquí abuelo —Horacio rio y le abrazo, haciendo que el mayor gruñera pero terminara aceptándolo.

Gustabo, entre tanto, saludó a uno por uno: — ¿Quiénes faltan?

—Emilio, Diego, Torrente y Serjay —respondió Greco, quien se encontraba con su nuevo bañador mientras tomaba de un coco acostado en la reposera.

—Acostado de pana —rio el ojiazul ante su mal chiste.

—Bueno, vamos a comer —dijo Ivanov alargando la 'r'.

—No —negó Horacio con la cabeza—. Vamos a esperar a los demás.

—Joder —se quejó el comisario se acostó boca arriba en la arena.

Se empezaron a dividir por grupos para charlar de Dios sabe qué. Poco a poco, los agentes restantes llegaron junto a Emilio.

—Disculpa la tardanza, joto —dijo el mexicano abrazando fraternalmente a Horacio—. Feliz cumpleaños, güey.

—Gracias, Emilio —le sonrió el menor—. Bien, vamos a comer —anunció Horacio emocionado. Volkov se acercó a él y lo ayudo a sacar de una gran canasta varios tuppers con comida.

—Hay sándwiches de carne, vegetales, atún y mixtos; en la nevera portátil hay bebidas —explicó Viktor.

—Ostia, se me hace agua la boca —exclamó Torrente mirando la comida con deseo

—Y...—se burló Justin. Conway lo miró con el ceño fruncido y le pegó en la cabeza—. ¿Por qué me pega supeh? —exclamó confundido.

—Los comentarios fuera de lugar te los guardas, anormal.

Gustabo sonrió ante la defensa de Jack y tomó dos sándwiches entregándole uno a su novio mientras se sentaba en su regazo y este posicionaba una mano en su cintura.

—Me matan de amor —chilló Horacio mientras veía a la pareja.

—Ídem —respondieron Yuu y Torrente haciendo sonreír a al menor y muy poco a al superintendente.

— ¿Han pensado en tener hijos? —preguntó Serjay mirándolos mientras daba un mordisco a su emparedado.

Conway, quien estaba dándole un sorbo a su lata de cerveza, se ahogó instantáneamente al escuchar las palabras del subinspector. El rubio comenzó a socorrerlo de inmediato mientras Ivanov se partía el culo de la risa.

—Te voy a empapelar, ¡capullo! —amenazó el mayor a Serjay mientras este levantaba las manos en su defensa.

—No he dicho nada...

—Por qué no hablamos del cumpleañero y sus amores —Gustabo algo incómodo por la situación decidió burlar a su amigo, quien se sonrojó de inmediato.

Volkov solo lo miraba de soslayo y rogando internamente que no hubiera otros amores en la vida del chico de cresta, el cual posicionó su vista en él haciendo que el calor suba a sus mejillas.

—No... no sé de qué hablas —carraspeó.

—Puro joto aquí —exclamó Emilio dando un gran sorbo de la bebida entre manos.

—Ahora que me lo pongo a pensar —exclamó Greco—. Emilio tiene razón.

— ¿Cómo? —preguntó Ivanov sonriendo; indirectamente Rodríguez había admitido ser un 'joto' más.

—No me lo creo —Gustabo se cubrió la boca con sus manos y ahogó un chillido.

—No es novedad —el comisario de barba se encogió de hombros restándole importancia.

—Eh eh, no confundamos —dijo esta vez Leónidas—. Serjay y yo somos bien heterosexuales.

—Si...bueno...—el subinspector desvió la mirada del grupo.

— ¡No me jodas! —esta vez Gustabo chilló mirando a Horacio quien le marcaba con sus dedos el número diez; ahora le debía diez euros a su amigo. 

—Me va a dar algo si se siguen confesando tan abiertamente —murmuró Conway haciendo reír a su novio.

—Vamos a ver, que si el superintendente de la ciudad es joto, todos podemos decirlo.

—No me metas a mí, anormal.

—Entonces ahora si te puedo decir Sergay —bromeó Gustabo haciendo carcajear a Greco.

—Moussa, ¿tú también? —le preguntó Horacio mientras mordía su sándwich, el nombrado negó sonriente.

—Tengo esposa.

—Joder con las confesiones —dijo Volkov mirando hacia el mar.

—Bueno, bueno, tampoco nos hagamos los santos —Ivanov rio—. Somos todos jotos, ¿y qué? Nadie acá va a opinar sobre los gustos del otro. No somos quien.

—Ese si es mi superintendente —aplaudió Horacio. Jack le miró con una ceja alzada y dejó de celebrar.

—Te va a matar... —le dijo Gustabo encogiéndosede hombros.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now