t h i r t y e i g t h.

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Gustabo sintió sus piernas flaquear haciendo que sus rodillas tocaran el pavimento. Se acercó a Horacio gateando sin poder ver bien debido a las lágrimas acumuladas en sus ojos. Y lo vio allí, tan sonriente como siempre, pero esta vez su rostro estaba lleno de sangre.

Los presentes habían dado alto al fuego, en un primer momento, la mafia no sabía por qué seguía disparando si la persona que se supone que los cubriría no estaba allí. Decidieron bajar las armas y observar la escena. Conway, Ivanov y Volkov se acercaron lentamente. Este último, parecía no caer en la gravedad del asunto.

—Gustabo, estás bien —sonrió el chico con pocas fuerzas—. Estuve buscándote estos días, tenía miedo de que te hubiera pasado algo.

—Estoy bien, pero te necesito vivo, ¿sí? Por favor no cierres los ojos.

—No...no lo creo, esta algo difícil —rio con dificultad mientras sangre salía de su boca—. Pero prométeme que te cuidaras, cuida al abuelo, Emilio y a Volkov por mí.

—No joder, no, cállate.

El menor tomó a su amigo en brazos y se dirigió a la entrada, pero su padre cerró la puerta impidiéndole el paso.

—¿A dónde crees que vas?

Gustabo lo miró, simplemente lo miró. Admiró su rostro de maniático, la sangre que manchaba su cuerpo y sintió en su interior todo el odio contenido. Los insultos, los golpes, la humillación; todo eso vino a su mente en un instante haciendo que comenzara a lagrimear.

—Te odio.

—El odio es mutuo.

David levantó su arma dispuesto a disparar, pero un tiro en el medio de su frente hizo que cayera al suelo. Gustabo miró hacia atrás y vio a Conway apuntando, dando a entender que él había sido el culpable de la muerte de su padre.

No dijo nada. No podía.

Solo corrió hacia el primer zeta que vio y acostó a Horacio en los asientos traseros para luego subirse y conducir hacia el hospital, no tenía tiempo que perder. Horacio lo necesitaba.

Dentro del lugar, los mafiosos comenzaron a arrodillarse uno a uno mientras colocaban las manos en su cabeza; de igual forma, ya no podían salir impunes de allí. La única persona que los iba a salvar no había aparecido.

—¿Quién ha sido el que disparó a mi agente? —Jack mantenía la mirada perdida en la luz del amanecer que entraba por el gran portón.

Nadie respondió.

—¿¡Quien cojones ha sido!? —gritó enfurecido dándose la vuelta.

—Yo, señor s...—un hombre se puso de pie quitando su máscara, pero no pudo continuar.

La segunda muerte del día provocada por Jack Conway estaba hecha. La banda miró horrorizada a su compañero que yacía muerto en el suelo.

—Esposadlos a todos y mandarlos a perpetua en la federal. Volkov conmigo, Diego carga a Yuu y seguidme.

Algo aturdidos y abrumados por las recientes escenas, los agentes solo atinaron a decir '10-4' antes de comenzar a dispersarse. Diego tomó a Yuu en brazos el cual se encontraba adormilado debido a la pérdida de sangre.

Subieron a un coche patrulla y arrancaron al hospital; Volkov miraba la ventanilla comenzando a dejar salir las pequeñas lagrimas retenidas.

Y es que todos estaban devastados; ya no había tiempo para el pequeño chico de cresta. (...)

Gustabo subió sus piernitas a la silla abrazándolas mientras ocultaba su cara en ellas y descargaba sus lágrimas. Horacio había entrado a cirugía y Claudio, algo atónito, le prometió que todo saldría bien.

𝐝𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 ; intenaboWhere stories live. Discover now