11. La mitad del aceite

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Jimin salió el jueves del liceo relajado, incluso si no estaba cumpliendo su castigo. Se mezcló entre la gente, camino hecho el webon, y pegó una carrera cuando vio a Namjoon parado en el portón.

Adora les había dado una semana para ordenar aquel desastre, y Jungkook no lo había ayudado para nada, así que no tenía ninguna queja si quería hacerse cargo de su responsabilidad un día. Era lo minimo que ponía hacer para no ser un descarado.

Aun así, poco fue lo que sé sorprendió al día siguiente, cuando vio todo exactamente como lo había dejado. 

—Te juró que yo iba a ordenar todo —se justificó Jungkook—, pero es que llegó Soojin a buscarme y ¿cómo le decía yo que no, que se fuera?

Jimin ni se molestó en escuchar sus excusas. Ya había aprendido que pelear con Jungkook era perder el tiempo. De todas formas,  Adora no iba los lunes al liceo y le faltaba poco, así que se quedaría toda la tarde del lunes arreglando eso.

Porque eso sí, Jimin no se iba a quedar el viernes como un pajuo ordenando libros. Ni quería, ni podía. 

Si Jungkook había pasado toda la semana saltándose el castigo por sus prácticas de béisbol y sus jevas, Jimin definitivamente podía saltarse un día para evitar que su padre descubriera que estaba castigado. Había quedado de verse con él para almorzar, y primero muerto que contarle lo que había sucedido.

No dar la impresión de mala conducta, lo hacía actuar como mala conducta. Ironías.

El carro de su papá estaba estacionado a dos cuadras del colegio, donde siempre lo esperaba. Abrió la puerta de la camioneta y tomó asiento en la parte del copiloto con total naturalidad. Ya llevaba un par de meses reuniéndose con él y se había acostumbrado de nuevo a la idea de volver a tener una figura paterna, aunque sea solo para ir a comer de vez en cuando y para recibir un par de mensajes a la semana.

—Bien —mintió, cuando su padre le preguntó cómo estaba—. Un par de problemas con un compañero pero nada que no pueda arreglarse.

Su padre insistió en saber que sucedía y Jimin no tuvo más remedio que contarle una versión bastante simplificada y censurada del asunto. No habían muchas cosas que hacer entre un hombre en sus 50 y su hijo de 17 que apenas se estaban conociendo, así que había que sacarle conversación a todo. 

Mientras quedaban atrapados en una pequeña cola, Jimin sacó su teléfono para matar el tiempo. 

Yoongi Pajuo

Marico dónde estás?
1:41pm

Jackson Hoseok y yo cuadramos un kilo de plátano verde y estamos haciendo desastre con el queso de suzy,
1:42pm

si no la mueves no vas a comer tostón
1:42pm

Jimin leyó el mensaje  y más bien dio las gracias de no estar en su casa. También esperaba no estarlo cuando Suzy llegara con la niña pegando cuatro gritos porque le habían llenado la cocina de aceite.

O tal vez...

Escribió el mensaje y al enviarlo, de inmediato volvió a sonar el teléfono.

Movistar te informa que tu mensaje no pudo ser enviado por no tener saldo, te sugerimos recargar tu línea e intentar más tarde.

—Coño de la pepa —se le escapó decir a Jimin.

—La grosería —lo regaño su papá—. ¿Qué pasó?

—Nada, no tengo saldo.

—La noviecita seguro ¿eh? —bromeó. Por el bienestar de todos, Jimin solo fingió reírse—. Manda el mensaje del mío.

Mala Junta || BTSWhere stories live. Discover now