21. Maricos encucados

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Taehyung quedó parado en la puerta, con la puerta medio abierta, ante la oscurecida calle.

Jungkook había arrastrado a Jimin fuera de la casa, y ahora estaban un par de escalones más debajo de la casa, discutiendo. A Taehyung le gustaría simplemente salir y arrastrarlos a los dos hasta el metro, pero el sol estaba prácticamente oculto. ¿En serio iba a bajar así? ¿A oscuras? ¿Sin mínimo agarrar un cuchillo de la cocina?

—Marico, muévete —le dijo Yoongi, haciéndolo reaccionar—. Te van a dejar botado.

—Están allá al frente peleando —respondió él, sin moverse del lugar.

¿MARICO ES EN SERIO? ¿ME VAS A DEJAR MORIR? se escuchó claramente el grito de Jungkook.

Sus ideas de irse, con cuchillo o sin él, estaban muriendo, porque Jimin no parecía dispuesto a ir a ningún lado. Y mientras más se negaba Jimin, más Taehyung pensaba en si valía la pena irse.

Y luego sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unos tiros.

—Taehyung —dijo Yoongi.

—¿Sí?

—¿Crees en Dios?

—Sí.

—Bueno, sabes que Dios dice, ayúdate que yo te ayudaré.

—Aja...

—Ese tiro es una señal de que ayudarte, es no salir por esa puerta.

—Muy sabia tu reflexión —dijo Taehyung, cerrando la puerta y dando un paso hacia atrás. Quería creer que el otro par iba a volver, pero ellos tenían la llave.

Taehyung se quedó mirando la puerta, pensando. Yoongi tenía la razón, pero eso no le daba la suficiente paz para quedarse quieto y ya. Tenía que llamar a su mamá.

¿Qué le iba a decir a su mamá ahora?

Había sido en parte su culpa, por quedarse tan tranquilo y ni siquiera haber notado que había empezado a oscurecer. Si hubiera luz, simplemente hubiese bajado con Jungkook, y le habría dicho a su mamá que lo busque en la estación del metro cerca más cercana a su casa.

No le dio ni tiempo de pensarlo bien, porque el teléfono de Taehyung empezó a sonar.

—YA ME MATARON —gritó Taehyung, lanzando su bolso, con el teléfono dentro, hacía el mueble.

—VERGA QUÉ FUE —gritó en respuesta Yoongi, pero rápidamente escuchó el sonido del teléfono.

—¿Puedes revisar el teléfono a ver? —respondió Taehyung, dándole el aparato.

—18 mensajes de tu mamá —dijo, y el teléfono empezó a sonar otra vez—. Pana deberías contestar.

—Naguara, naguara, naguara, hasta acá llegué yo —chilló Taehyung—. Nunca me gradué, nunca hice nada útil y nunca fui a un concierto de Rihanna.

—Calma, Taehyung —dijo Yoongi, dejando el teléfono en la mesa. El teléfono empezó a sonar por tercera vez, y Yoongi se acercó otra vez para presionar el botón de sonido y callar el tono de llamada—. Tus papás no te pueden matar. Solo explícales y diles que te vas a quedar acá.

Oh, no. No había manera. No lo iba a admitir delante de Yoongi, pero no había manera sobre la tierra que Taehyung le dijera a sus padres eso. Nunca en su vida lo iban a dejar quedarse. Si les decía la verdad, lo iban a querer venir a buscar, y si lo hacían, Dios sabía que lo iban a castigar para el resto de su vida.

Aunque ignorar el teléfono no era mucho mejor. Su madre era exagerada y su padre era militar. Si no les daba señales de vida rápido, iban a tener a 10 guardias buscándolo por toda Caracas.

Mala Junta || BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora