LIBRO 2 - CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11: HUMO

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Akemi, al salir del edificio junto con Shisui, le llamó la atención una camioneta negro con vidrios polarizados. Le daba la impresión que intentaba no parecer llamativa, pero lo era. Se encogió de hombros y se subió al auto del Uchiha, ya que iban a visitar la casa de sus padres. Estaba un poco emocionada por ver a Sasuke, pero también ansiosa por volver al lugar donde habían sido secuestrados.

—¿Por qué no tengo un auto?—Cuestionó ella mientras se colocaba el cinturón de seguridad.

—No sabía que quisieras uno—respondió él, imitando su acción.

—Es obvio que quiero uno.

Éste se rió mientras colocaba el auto en marcha.

—Bueno, quizás sea buena idea conseguírtelo.

Frunció el ceño, mirando por la ventana. Sí quería tener uno propio, ya que hasta su hermano de dieciséis años tenía, pero no quería que Shisui gastara en ello.

—Oye, ¿yo no trabajo o estudio?

—Bueno, antes del accidente estabas en la universidad—contestó, mirándola de reojo—. No trabajabas, pero estabas tomando clases de modelaje, ya que querías entrar en una agencia.

Suspiró. Debido a todo eso, lo más probable es que ya hubiera perdido el semestre universitario, había faltado un montón. Pensó en lo del modelaje, le parecía interesante y tal vez podría volver a repetirlo. Aunque, le decepcionaba saber que no era económicamente independiente.

—De todas formas, puedes hablar con Shun. Fue de él la idea del modelaje—prosiguió—. Tú estabas bastante emocionada con eso, pero a mí me preocupaba. Estar haciendo todo eso parecía estarte pasando factura debido a que siempre estabas cansada y con malestar.

Se quedó en silencio, pensativa. Lo más probable es que tuviera que ver con el embarazo, que con las clases. Se mordió el labio, nerviosa. Todavía no le decía y debía hacerlo lo más pronto posible.

—Lo tendré en cuenta—dijo, dándose cuenta de que esperaba una respuesta de su parte.

Después de unos minutos, llegaron a su destino. Estacionó el auto y se bajaron, tras desabrocharse los cinturones. Por alguna razón, se sintió observada y miró a todos lados, buscando el origen. Por accidente, se encontró con una camioneta exactamente igual a la que había visto fuera del edificio.

Sintió un nudo en el estómago y tomó la mano de Shisui, pegándose a él.

—Shisui, creo que una camioneta nos ha estado siguiendo—le informó asustada, a punto de entrar en pánico. Quizás estaba exagerando, habían muchas camionetas iguales, pero no podía evitar sentir miedo. Todavía no sabían quién la deseaba muerta, así que en cualquier momento podía actuar de nuevo—. ¿Deberíamos llamar a la policía?

Shisui negó con tranquilidad, sin dejar de caminar.

—Están siguiéndonos porque para eso les estoy pagando.

Lo miró sorprendida y luego volvió a voltear a ver a sus seguidores. Si les estaba pagando para hacer eso, significaba que eran guardaespaldas. Él ya había mostrado sus deseos de que ella tuviera.

—No me dijiste nada—le reprochó con molestia—. ¡Casi me da algo!

Éste se detuvo y le acarició la mejilla, sonriendo suavemente.

—Lo siento, olvidé avisarte. Mientras esa persona siga libre o estemos aquí, lo mejor será que los tengamos cerca. Es por seguridad—la tranquilizó—. Cuando esté contigo, ellos se mantendrán a la distancia. Será cuando estés sola que estarán a tu lado y espero que no te importe.

Deseos ProhibidosWhere stories live. Discover now