CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23: DESASTRE (I)

Akemi estaba tranquilamente desayunando con Sumiko en la cafetería de la universidad cuando Shun apareció de repente, asustándola y por poco haciendo que se le cayera su taza de café.

—Otra vez tú—murmuró su mejor amiga, haciendo una mueca. A ella no le agradaba el pelirrojo, pero el sentimiento era mutuo, a él tampoco le agradaba ella—. ¿No tienes nada mejor qué hacer?

—Ni que viniera por ti—le contestó, sin borrar la sonrisa mientras se sentaba al lado de la Uchiha—Adivina, Akemi.

—Solo dilo de una vez, Shun—respondió, rodando los ojos con fastidio. Tenía un ligero dolor de cabeza por culpa de los exámenes y de Shisui, quien tenía ya tres días sin aparecer en el apartamento.

Se estaba quedando con Yami, lo cual hacía enojar. Le había pedido el divorcio, no tenía sentido quedarse allí. Aunque, supuso que había sido su buen corazón el que lo llevó a eso, ya que sus suegros estarían fuera hasta el día del cumpleaños.

Qué conveniente.

El chico delante de ella frunció el ceño.

—No eres muy divertida, ¿sabes?—señaló, para seguidamente sacar de su bolsillo lo que parecía ser una invitación—. Aquí tienes, espero verte.

—¿Qué es? Parece una invitación—inquirió Sumiko, curiosa.

—Eso no te incumbe.

Akemi dejó que sus dos amigos discutieran mientras tomaba la invitación y comenzaba a leerla. Las palabras que contenía eran pocas pero precisas, con una fecha y dirección en la parte de atrás.

Una invitación al cumpleaños de Yami.

Se mordió el labio, dejándola sobre la mesa. Miró a Shun, que fulminaba a su amiga con la mirada, al ver que ésta tomaba la invitación y la leía. Él había dicho que era importante que ella asistiera porque supuestamente tenía una grabación que lo cambiaría todo, pero no sabía si sería para bien o para mal.

—Oye, Shun...

Éste la interrumpió con rapidez, impidiendo que continuara.

—No te atrevas a decirme que no vas a ir porque me prometiste que lo harías.

Alzó una ceja, tratando de recordar cuando había hecho tal promesa.

—Iré. —Suspiró, esperando que eso no terminara con todos enojados de nuevo con ella—. Pero eso no era lo que iba a decirte, lo que quiero saber es si no te da miedo la reacción de todos cuando pongas esa grabación que tienes.

Él sonrió.

—¿A ti te dio miedo cuando llamaste a mi hermana zorra?

No pudo evitar reírse.

—No la llamé así.

El pelirrojo elevó ambas cejas.

—Te faltó poco, déjame decirte.

Pero entendía el punto de Shun, ella no había sentido miedo, solo había querido que todos supieran lo que sentía y dejar al descubierto a Yami. Además, el alcohol había influido.

—¿Y por qué yo no tengo una invitación?

—Porque no te quiero ahí, obviamente.

Akemi pensó que si Shun tuviera una larga cabellera, se lo hubiera batido en su cara.

...

Al final, Shun y Akemi decidieron asistir juntos. Él estaba vestido casualmente con unos simples jeans rotos, una camisa de botones roja y su inseparable boina, mientras que ella se había decidido por un vestido de encaje blanco, manga larga y con escote cuchara. Estaban completamente diferentes, pero no lo mencionaron.

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