CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3: TRAICIÓN

— ¡Onii-sama!—Lo llamó levantando un poco la voz en cuanto entró a su casa.

Tiró su bolso encima del sofá. Se sentía increíblemente molesta y dolida. No comprendía porqué su hermano estaba con Yami, que no era sólo la prometida de su primo, sino también su propia exnovia. No estaban para nada bien sus acciones, que sólo hacían mal entender a la gente, como había sucedido con Sumiko. Akemi albergaba un poco de esperanza de que hubiera sido Yami la que concretó ese encuentro y no él.

Su madre salió de la cocina, frunciendo el ceño. Traía puesto su delantal azul y sus manos estaban llenas de harina. No esperaba encontrársela en casa. Akemi pasó rápidamente de estar molesta a estar avergonzada.

—Por el amor a Dios, Akemi, ¿qué te pasa?

La susodicha se mordió los labios. Sabía que no podía contarle nada al respecto.

—No pasa nada. Solamente necesito hablar con onii-sama.

—Últimamente os estáis peleando mucho, ¿eh? —Su madre suspiró levemente.

Bajó la mirada hacia el suelo. Ella tenía razón, estaban discutiendo mucho en los últimos meses, pero los principales temas de discusión eran por culpa de Yami, realmente comenzaba a odiarla.

—Lo siento—se disculpó, sin saber por qué. A ella no le gustaba discutir con su hermano, claro estaba, pero era algo que no se podía evitar, sobre todo cuando éste se reunía con su exnovia a espaldas de todos.

—Está bien, supongo que es normal. Por cierto, Itachi no está, no ha llegado desde que salió esta mañana—dijo, entrando nuevamente a la cocina.

Akemi frunció el ceño, ¿a dónde había ido su hermano? Él se había ido de la cafetería mucho tiempo antes que ella.

— ¿Qué has hecho esta vez, Akemi?—La susodicha reconoció inmediatamente la voz que sonó en toda la sala. Una sonrisa apareció en su rostro mientras se giraba.

Shisui, su primo, se encontraba en el primer escalón de las escaleras, cruzado de brazos y con una ceja enarcada. Ella no pudo contener su alegría y se abalanzó sobre él, abrazandolo. Tenía casi una semana sin verlo.

— ¡Shisui!—Éste la atajó y los dos se tambalearon por el brusco movimiento— ¿Dónde habías estado? No te había visto en mucho tiempo.

—Vamos, sólo fueron cinco días fuera—respondió, riéndose—. Fue un viaje de negocios, además aproveché para visitar a un amigo.

Akemi levantó las cejas con curiosidad.

— ¿Qué amigo? ¿Lo conozco?

—La curiosidad mató el gato, cariño—musitó éste, tocándole la nariz.

Sonrió divertida.

—Pero murió sabiendo. Por lo tanto, contento. Ahora dime.

—Está bien, está bien —dijo, levantando las manos con diversión—. No lo conoces pero lo verás en la boda. Fui a invitarlo personalmente, es un viejo amigo.

En cuanto Akemi escuchó la palabra boda, toda su alegría se desvaneció y recordó lo que había visto en la tarde. Bajó la mirada, mordiéndose suavemente los labios. No sabía si contarle a Shisui sobre ello, no quería que su hermano y él discutieran por culpa de una víbora como Yami.

—Oye, ¿qué sucede?—Le preguntó Shisui, notando su desvanecimiento.

No sabía cómo Shisui había terminado enredado con Yami porque no era algo de lo que él hablara. Solamente un día apareció diciendo que se casaría con ella, poco después anunció que sería papá y resultó bastante obvio porqué el repentino matrimonio.

Levantó la mirada, encontrándose con los ojos de éste.

—No quiero que te cases con Yami—le dijo con sinceridad absoluta—. Ella es una mala mujer y no te querrá como es debido. Sé que lo haces por el niño que viene en camino, pero no es necesario que te cases con ella...

—Akemi...—dijo Shisui suavemente, instándola a parar.

—Siempre puedes pasarle una manutención y pedir que te lo deje ver cuando lo desees—siguió, ignorándolo. Se sentía desesperada, no quería ver a su primo unido a esa mujer.

—Akemi, basta, por favor—la detuvo, con un tono más fuerte.

Akemi desvió la mirada hacia otro lugar, donde no se encontrara Shisui. Ahora se sentía enfada, existían miles de cosas que él podía hacer para no tener que casarse pero él, al parecer, prefería hacerlo. De repente, se sintió traicionada sin saber porqué.

—Tengo que irme—dijo con frialdad, acercándose al sofá para tomar su bolso. Necesitaba salir de la casa y tomar aire urgentemente.

—Oh, vamos, Akemi. No te pongas así. Compórtate como una chica de diecinueve años y no como una niña de diez—la regañó, tomándola del codo. A ella le dolió que la llamara prácticamente infantil cuando ella sólo se preocupaba por su bienestar.

Akemi se soltó de su agarre y lo golpeó en el pecho con su bolso, sorprendiéndolo y dejándolo sin aire momentáneamente.

— ¡Si tanto quieres casarte con ella, primero asegúrate de que no se reúna a escondidas con sus exnovios!—Exclamó con furia, saliendo de la casa como había entrado, dando un portazo.

Caminó durante un largo rato, tratando de tranquilizarse. Hizo falta un rato para ello, pero cuando lo hizo, comenzó a arrepentirse. No debió haberse inmiscuido en el tema, tal y como se lo había pedido su padre a sus hermanos y a ella, ya que no era algo que les afectara de alguna manera. Aunque Akemi no pensaba de la misma forma que su padre. Si su primo se casaba con esa mujer, ella estaría todo el tiempo alrededor de ellos, alrededor de sus hermanos... Y no la quería cerca de sus hermanos, ¡definitivamente no! Pero gracias a que se había metido, Shisui se había enojado con ella y posiblemente con su hermano, ahora que sabía de la reunión.

—Bueno, Onii-sama se lo merece—masculló con amargura. Todo había sido culpa de su hermano, si él no se hubiera reunido con Yami... No, si él no hubiera invitado a salir a Yami en un principio, nada de eso hubiera pasado.

¿No podía fijarse en otra chica?

En ella, por ejemplo.

—Dios, Akemi, pero en qué estás pensando. —Se golpeó la frente con la palma de la mano—. Necesito ayuda.

De repente, su teléfono comenzó a sonar. Akemi se detuvo y lo sacó, preguntándose nerviosamente quién sería. Finalmente, visualizó en la pantalla el nombre de Shisui. Dirigió su dedo a la opción de rechazar inmediatamente, no tenía ánimos de hablar con él.

Minutos después volvió a sonar y esta vez se trataba de Itachi.

Volvió a colgar.

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